La prioridad para el equipo económico cuando llegue la misión del FMI a Buenos Aires el jueves será negociar una serie de “waivers” o dispensas por las metas incumplidas en la última actualización del acuerdo. Se trata de un paso clave para liberar los USD 3.300 millones que no fueron desembolsados por el organismo en noviembre, a lo que podrían sumarse otros USD 1.500 millones en el arranque del 2024.
Desde el Gobierno reconocen que el acuerdo con el Fondo se encuentra prácticamente caído, producto de las promesas incumplidas por Sergio Massa cuando se hizo cargo del área económica. En agosto pasado destrabó un desembolso de USD 7.500 millones contra la promesa de acumular unos USD 8.000 millones hasta fin de 2023 y mantener el déficit fiscal en niveles de 1,9% del PBI.
Sin embargo, ninguna de esas metas se cumplió ni por asomo. El BCRA siguió con una fuerte pérdida de reservas, en parte para evitar un salto demasiado brusco del tipo de cambio en época electoral. Y el rojo fiscal se acercó a 3% del PBI, ante la puesta en marcha del “plan platita”, que aumentó fuertemente el gasto público y al mismo tiempo rebajó impuestos.
Por eso, la urgencia para Luis “Toto” Caputo es reflotar el programa vigente, para lo cual precisa que el FMI otorgue una serie de “waivers”, tal como ya sucedió muchas veces en las últimas décadas.
El desembolso del Fondo permitiría recuperar reservas en forma más acelerada y contar con un poco más de poder de fuego en el primer trimestre de 2024. El objetivo del ministro de Economía, al menos de cortísimo plazo, es que en enero no se le dispare la brecha cambiaria, luego de la fuerte reducción conseguida a fines del año pasado, producto en parte del fuerte ajuste del tipo de cambio oficial cercano al 120%. La cotización pasó de un día para el otro de $ 360 a $ 800.
Ayer el dólar libre operó en baja y cerró a $ 1.005, mientras que los dólares financieros subieron levemente acercándose a la zona de $ 1000. De esta forma, los distintos tipos de cambio parecen arbitrarse de manera perfecta, algo que entusiasma al Gobierno.
Javier Milei y Luis Caputo enfrentan un duro primer trimestre, que estará marcado por una inflación muy fuerte y caída de la actividad económica. La apuesta ahora es conseguir un puente para llegar lo mejor posible hasta abril, cuando entran los dólares de la soja. Hasta entonces, es fundamental que la brecha no se vuelva a disparar
Para que la brecha no se dispare es fundamental que el plan fiscal gane credibilidad. Pero para eso deben aprobarse varias leyes en el Congreso, como la reimplantación del impuesto a las Ganancias para asalariados, la moratoria y el blanqueo. Además, ya se implementó la aplicación de retenciones a las exportaciones de manera generalizada y se le cobra el impuesto PAIS de 17,5% a todas las importaciones. Con estas herramientas, el Presidente Javier Milei aspira a eliminar el déficit financiero en un año, una tarea sumamente compleja dado los esfuerzos que requiere de la sociedad.
Una de las ventajas para el Gobierno es que a partir de fines de abril empezará la liquidación de la cosecha gruesa, dejando atrás la sequía histórica que sufrió la Argentina en 2022. Según los últimos números de las cerealeras, la merma en la liquidación de dólares en la última campaña fue cercana al 50%, un equivalente de USD 20.000 millones menos.
Pero este año se contaría con esas divisas perdidas, lo que permitirá recuperar la economía a partir del campo. Al mismo tiempo, también habrá más recaudación y un fuerte ingreso de dólares que en parte serán adquiridos por el Banco Central. De esta forma, se apunta a que crezcan las reservas y estén dadas las condiciones para una salida el cepo en forma ordenada, aunque por el momento sin plazo preciso.
Evitar un salto de la brecha es clave para esta primera parte del año y el éxito del plan de emergencia implementado. Pero no es tarea fácil. La tasa de interés real es fuertemente negativa, lo que implica una fuerte licuación de pesos. Y al mismo tiempo el tipo de cambio oficial seguirá aumentando solo 2% mensual. Así, actuará “temporalmente” como ancla anti inflacionaria hasta que exista confianza en que el plan fiscal podrá ser implementado adecuadamente. Así lo expresó el propio BCRA en un trabajo publicado sobre finales de 2023, en el que se especifican los objetivos para el año entrante.