“En un contexto de inflación mensual de entre 20% y 25%, un salto cambiario podría fácilmente poner a la economía al borde de la hiperinflación. No es un escenario de probabilidad cero”.
Con esa frase inquietante, el economista Martín Rapetti, socio de Diego Bossio en Equilibra, una de las consultoras más escuchadas del mercado, cierra su análisis semanal sobre el debut económico del gobierno de Javier Milei.
El paper, que circuló esta tarde, se titula: “Las fuerzas del cielo vs. las de la tierra: ¿un choque en puerta?”.
En su extenso texto, el economista hace un repaso de las principales medidas y su impacto. Se anima, además, a aventurar escenarios hacia el próximo año, que en cualquiera de los casos estará signado por una caída de los ingresos reales en una magnitud relevante, tanto del sector informal como formal de la economía, producto de la corrección de precios relativos y el fuerte impacto inflacionario de las primeras medidas adoptadas que, de acuerdo a sus cálculos, llevarán la inflación acumulada entre diciembre y fin de febrero en torno a 100 por ciento.
“Para cuando arranquen las clases, la economía habrá vivido un trimestre con una inflación mensual promedio en torno a 25% (un total de casi 100% de inflación en tres meses) y experimentado una caída del poder de compra de los salarios superior al 10% en el segmento formal y todavía mayor en el de los informales. La actividad y el empleo habrán caído también. Es de esperar que para ese entonces —fines de febrero, principios de marzo— el ímpetu desregulador y liberal del gobierno de Milei empiece a tensionar contra las demandas terrenales de la sociedad”, advirtió Rapetti y se preguntó si eventualmente esas tensiones podrán ser toleradas por la sociedad.
“El impacto estanflacionario del ajuste fiscal vendrá de la caída en los ingresos de los jubilados y perceptores de asignaciones y transferencias, así como de la merma de la obra pública, pero principalmente de la reducción de subsidios a las tarifas de energía eléctrica, gas, agua y transporte público que acelerarán la inflación”, explicó y, si bien aún no está definida la magnitud y la secuencia del ajuste tarifario, corregir los retrasos conllevaría, como mínimo, triplicar el monto de las bolas de los servicios. “Las clases media y media-baja serán los segmentos más golpeados por la corrección”, aseguró.
Hasta el momento, los ajustes de precios relativos tras la corrección cambiaria implicaron una suba del precio de la nafta subió de 92%, los medicamentos 52%, cigarrillos 37% y varios productos dentro el programa de Precios Justos entre 40% y 60%, lo que llevarían la inflación de diciembre a 26% según la estimación de Equilibra.
“Si en el complejo tránsito que imaginamos hasta la estabilización, el Gobierno cometiera errores no forzados, si la sociedad perdiera la paciencia y retirara el apoyo, o si la oposición, envalentonada por un contexto más propicio a la crítica y al bloqueo, ejerciera su rol de modo más incisivo, los mercados podrían comenzar a dudar respecto a, no a la voluntad, sino a la capacidad del Gobierno de Milei de emprender su proyecto transformador (por no decir “revolucionario”)”, advirtió el economista, quien agregó que si eso ocurre, “sería natural” una caída de la demanda de los activos argentinos y una presión en el mercado cambiario. Ese es el escenario en el que podría sobrevenir el mayor de todos los males; una espiralización de la suba de precios que aún no ha sido, según Rapetti, conjurada.
Otras puntos relevantes del paper
– El analista, que en alguna instancia de la campaña electoral supo formar los equipos económicos de Facundo Manes, quien aspiró a competir en las PASO dentro de Junto por el Cambio, también profundizó sobre los instrumentos elegidos por el Presidente para impulsar las reformas. En ese sentido, consideró que el DNU es más una táctica de negociación que una estrategia definitiva para llevar adelante un estilo de gobierno.
– Por supuesto, el texto de Rapetti se explaya sobre las dificultades del Banco Central para acumular reservas y la drámática herencia recibida, con reservas netas negativas por USD11.00 millones y sin chances de acumular reservas de forma significativa hasta la liquidación de exportaciones de la cosecha gruesa entre mayo y julio de 2024. “Según nuestras estimaciones, la Argentina contará con un piso de USD 20.000 millones adicionales durante 2024 por la vía del comercio exterior, principalmente gracias a la buena cosecha que se espera (USD 15.000 millones adicionales de exportaciones)”. Esas cifras le permitirían al BCRA, a lo largo del año, acumular un monto algo mayor al rojo con el que inició su gestión y que, por lo tanto, terminaría el año con reservas netas positivas por unos USD 3.000 millones.
- Con ese escanario, consideró Rapetti, será muy difícil unificar el tipo de cambio y estabilizarlo de forma creíble y duradera. La escasez de reservas es, a su juicio, el principal obstáculo desde el punto de vista macroeconómico para estabilizar y por lo que presupone que el Gobierno deberá esperar más allá del segundo trimestre. A menos que entren fondos frescos del FMI, lo cual por ahora no está en el horizante.