Sin un refugio que los mantenga a salvo de la agresiva estrategia de licuación que implementó desde que asumió el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, en sintonía ultra fina con el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, los inversores y ahorristas dispuestos a resignar algo de liquidez optaron masivamente en las últimas semanas por la única opción que permitiría al menos empatarle a la suba de precios de los próximos meses: el plazo fijo UVA.
Este instrumento, que consiste en un depósito en pesos que ajusta por la suba de la inflación más una tasa del 1% anual, se convirtió en la única colocación con tasa real positiva y registró en los últimos días un fuerte crecimiento que podría pronunciarse esta semana.
De acuerdo a los últimos datos disponibles, desde la devaluación anunciada el 13 de diciembre, el stock de los plazo fijo UVA creció unos $165.000 millones, lo que representa una suba de 43% en pocos días. El aumento fue impulsado por la expectativa de que tras el salto abrupto del dólar que, en lugar de disparar la brecha cambiaria la llevó a niveles mínimos en cuatro años, la cotización del billete se mantendrá estable durante el verano. Ante esa presunta estabilidad y la política monetaria de tasas fuertemente negativas con la que la dupla Caputo-Bausili apuntan a licuar el exceso de pesos de la economía, los ahorristas no encuentran prácticamente opciones para escapar de esa tenaza financiera.
“El riesgo inflacionario resulta casi imposible de cubrir en el corto plazo mediante instrumentos de mercado. Esto determina un auge de los plazos fijos UVA minoristas, que suben más de 40% en lo que va de diciembre”, apuntó la consultora financiera Delphos Investments, donde valoraron que desde una perspectiva macroeconómica, el proceso será beneficioso para el balance del Banco Central, dado que la aceleración inflacionaria se combina con el tradicional aumento de la demanda de dinero por motivos estacionales a fin de año y en enero, y también una suba del tipo de cambio del 2% mensual tras el salto devaluatorio, lo que gatilla una fuerte liquidación de exportadores.
Sin embargo, estas colocaciones todavía representan un porcentaje menor de los depósitos 1,1% del total del sector privado y apenas 2,7% del total de los plazo fijos, lo que indica la enorme efectividad de la “licuadora” en marcha sobre los depósitos a la vista y los plazos fijos tradicionales. Sólo las soluciones UVA prometen un escape, aunque no exento totalmente de riesgos.
Esto porque, para cumplir esa condición, el dinero debe estar inmovilizado al menos unos 90 días, el plazo mínimo para este tipo de depósitos, cuyo vencimiento máximo es un año. Puede ser precancelable, es decir, se pueden rescatar los fondos antes del vencimiento pero, en ese caso, se pierden los beneficios estipulados. Es que el riesgo principal en la Argentina, donde 3 meses puede considerarse largo plazo, es un eventual rebote de la brecha cambiaria. Es una posibilidad que no descartan diferentes analistas financieros, entre ellos, quienes integran la consultora 1816.
“Clave ver si la licuación de pesos se da solamente en términos reales (como hasta aquí) o también en términos de dólares (con una suba del CCL)”, plantearon la semana pasada. En otras palabras, pusieron por escrito las dudas instaladas en el mercado respecto de la sostenibilidad más allá de febrero de la estrategia oficial. El punto central de la inquietud es qué pasará en febrero cuando el público, a la inversa de lo que ocurre hoy, busque por factores estacionales deshacerse de pesos. ¿Presionará sobre los precios y sobre la brecha cambiaria forzando una nueva devaluación? En cualquier caso, aun cuando se produzca una nueva corrección del tipo de cambio oficial, es improbable que el salto supere la inflación que se acumule entre diciembre y enero. Por supuesto que, cuando de Argentina se trata, lo improbable es más que posible.