El salto de 118% del dólar oficial que decidió el ministro de Economía, Luis Caputo, para llevarlo a $800 es una parte central de la estrategia del Gobierno. La devaluación, sumado a la continuidad en el topeo a las importaciones, sirvió para que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) vuelva a sumar reservas. Esa medida y la liberalización de algunos precios pisados tuvo un efecto inmediato en una inflación que apunta a un piso del 25% mensual promedio durante los próximos meses.
Es en ese marco que los economistas y el mercado comenzaron a sacar cuentas sobre cuánto tardará en perderse la competitividad que se ganó con el salto del tipo de cambio discreto, la más alta en más de dos décadas. Si el equipo económico mantiene su idea de que el crawling peg se mueva al 2% mensual, al menos en el primer trimestre de 2024, el dólar volverá a retrasarse en términos reales. El Gobierno tiene la mirada puesta en llegar a la cosecha gruesa que comienza en marzo-abril, momento en el que se espera un fuerte incremento en la oferta de divisas.
La consecuencia de ese proceso de caída en la competitividad será un crecimiento en las expectativas de una nueva devaluación y problemas para sumar divisas a las arcas del BCRA. En definitiva, los exportadores estarán incentivados a retrasar sus liquidaciones y los importadores a stockearse lo más que puedan, al igual que sucedía hasta la semana pasada.
En ese sentido, Analytica comentó que el índice de tipo de cambio real que calcula la autoridad monetaria registró un fuerte incremento que será, en parte, absorbido por la inflación proyectada para diciembre, enero y febrero. “Esperamos que en febrero el tipo de cambio real se ubique en niveles similares a los previos a la devaluación, considerando el ajuste mensual de 2% anunciado”, sostuvo la consultora que preside Ricardo Delgado.
Por su parte, Ecolatina destacó que el dólar oficial se ubicó en un nivel “sumamente” elevado en términos reales, similares a los de la convertibilidad. La magnitud del salto cambiario que decidió Caputo buscó, señalaron, “no quedarse corto esperando una apreciación real en los próximos meses, buscando anclar expectativas de inflación”.
“Por caso, si el crawling peg anunciado al 2% mensual se mantuviera, con una inflación mensual del 25%, en dos meses los $800 actuales pasarían a ser de cerca de $520 en moneda constante”, proyectó la consultora.
La visión del equipo económico es clara: un nuevo salto del tipo de cambio podría desatar una aceleración de la inflación que ya se encuentra en los niveles más altos de las últimas tres décadas. Si se cumplen las proyecciones privadas sobre un Índice de Precios al Consumidor moviéndose al 25% mensual en diciembre, sería el valor más alto desde el 95,5% que se había registrado en marzo de 1990 durante la hiperinflación del comienzo de la gestión de Carlos Menem y finales de Raúl Alfonsín.
La consultora Equilibra advirtió que en un escenario de devaluación, las chances de que la inflación alcance 50% mensual –umbral que define una hiperinflación– serían elevadas. El riesgo sería un empeoramiento sustancial en los índices de pobreza e indigencia que pueden sumar descontento social en un momento en el que Javier Milei busca fortaleza para llevar adelante reformas profundas en la economía local.
“Por ende, es probable que el BCRA acelere el ritmo del crawling peg tras diciembre-enero, para llegar con un TCR competitivo al otoño, época de salida de la liquidación de la cosecha gruesa (que dejaría USD 10.000 millones más que este año si el clima sigue acompañando)”, comentaron.
La clave de la estrategia oficial también está en el juego de las tasas y los impuestos al comercio exterior: un dólar oficial al 2%, una tasa de interés de referencia al 11% y el encarecimiento de las importaciones pueden ayudar a generar un superávit comercial en el corto plazo que permita al Banco Central sumar dólares en el mercado de cambios. Desde el 11 de diciembre la entidad se hizo de USD 1.930 millones.
Para evitar un recrudecimiento mayor en las presiones cambiarias, será fundamental el éxito que tenga el bono para la deuda comercial de importadores, que sumó unos USD 30.000 millones adicionales en los últimos dos años según cálculos de la consultora Invecq. Si tiene éxito, el denominado Bono para la Reconstrucción de Argentina Libre (Bopreal) puede ayudar a descomprimir ese frente de demanda de divisas.