El link de la web del Banco Nación que lleva a la sección “Autoridades” está caído desde hace algunos días. Y no es para menos: por motivos inciertos, el decreto que designa a Daniel Tillard como presidente y Darío Wasserman como vice no se sancionó y no terminan de asumir sus cargos, por lo que la entidad en los hechos no tiene conducción. A ese escenario particular, el DNU de desregulación económica le tiró una bomba, ya que abrió la puerta a su transformación en una sociedad anónima y, con ello, a la privatización.
El DNU deroga un artículo de la ley de Reforma del Estado de los 90. En medio de la ola privatizadora del menemismo, en 1999 el Banco Nación había obtenido una protección expresa. “Exceptúase de la declaración de ‘sujeta a privatización’ al Banco de la Nación Argentina, el que deberá continuar su actividad como institución bancaria de propiedad del Estado Nacional”, decía el artículo con el que los 17.000 trabajadores de la entidad se sentían exceptuados de pasar al sector privado.
Javier Milei acaba de quitarle ese resguardo. Y la demora en designar formalmente a Tillard agrega incertidumbre dentro del Nación, ya que se ignoran sus planes concretos. No obstante, hay versiones de que el nuevo presidente ya le anunció a los principales gerentes del banco que vienen reformas profundas, ya que aspira a cambiar el estatus jurídico de la entidad y transformarlo en una sociedad anónima. Si eso ocurriese, el camino a la privatización quedaría allanado, siempre y cuando haya decisión política de seguirlo.
En ese sentido, de confirmarse esa decisión de Tillard se afianzarán las protestas que ya se iniciaron ayer mismo, en forma inmediata a la aparición del DNU con rechazos abiertos de la Asociación Bancaria. Para colmo de males, el DNU de Milei lleva la autoría intelectual de Federico Sturzenegger, antiguo enemigo del gremio bancario tras sus gestiones al frente del Banco Ciudad y el Banco Central. De hecho, el decreto de ayer dispone hacer voluntario el aporte al sindicato de los trabajadores no afiliados, hoy obligatorio. Cuando presidió el BCRA, Sturzenegger apuntó a reducir la “contribución solidaria” que cada trabajador bancario debe hacer a las arcas del sindicato.
Si se confirman las versiones de que Tillard quiere convertir al Banco Nación en una sociedad anónima, el camino a la privatización quedaría allanado, siempre y cuando haya decisión política de seguirlo
La inmunidad de esa norma distinguió al Banco de otras empresas públicas, además de su condición de ente autárquico que genera sus propios ingresos y tiene otro diseño legal. A diferencia de otras empresas públicas, no tiene que ser asistido financieramente por el Tesoro, dado que su condición de agente financiero del Estado Nacional le da múltiples vías de ingresos que lo hacen superavitario. “El Banco Nación no es Aerolíneas ni Canal 7″, dice con enojo un gerente de larga estadía en su cargo.
Una de esas vías que le generan ingresos seguros y baratos también es impactada por el DNU: los depósitos judiciales. El decreto le quita al Nación la exclusividad para recibir los depósitos vinculados a los procesos que tramitan en la Justicia federal. En adelante, tendrá que competir por captar ese dinero con otras entidades, públicas o privadas.
Tillard se mantiene activo dentro de la entidad desde hace dos semanas pero “sin firma”. Junto a su vice mantuvo reuniones de transición con Silvina Batakis, su antecesora, quien ya desembarcó en el Gobierno de Axel Kicillof. Desde el 7 de diciembre transita el limbo de ser el presidente “anunciado” pero no efectivo. De hecho, no pudo firmar la última paritaria del sector en su condición de presidente de Abappra, la entidad que agrupa a la banca pública que presidirá una vez que Milei firme su designación.
Se trata de un conocedor profundo de la banca pública. Tillard viene de presidir el Banco de Córdoba en los últimos 8 años, a lo largo de la gestión de Juan Schiaretti, y antes de eso trabajó otros 8 años como director del Banco de la Provincia de Buenos Aires, durante la gobernación de Daniel Scioli. En Córdoba se ganó algunos conflictos con la Bancaria por tener empleados tercerizados. También puso un especial impulso en la digitalización y la expansión de los medios de pago electrónicos.
Sobre el resto de los integrantes que tendrá el directorio que presidirá Tillard, la incertidumbre es total: ni siquiera trascendieron candidatos. Hoy el el día a día del Banco Nación está conducido por un funcionario de carrera, su subgerente general, Carlos Rovetto, quien está impedido de tomar decisiones de fondo, a la espera de la formalización de las nuevas autoridades. La gerencia general está vacante desde que el ex ministro Sergio Massa le pidió la renuncia a María del Carmen Barros, que dejó su cargo tras conocerse la contratación millonaria a Verónica Laura Asad, más conocida como “Pitty, la numeróloga”. Barros dejó la gerencia general tras el escándalo, en plena campaña electoral, pero sigue siendo empleada del Banco.
La demora en poner en funcionamiento el Banco Nación tiene urgencias que van en paralelo a lo que el gobierno decida hacer con su futuro. En un momento de estancamiento económico, el Nación puede aceitar el financiamiento para muchos sectores económicos en base a su capilaridad para llegar a cada lugar del país. Ese rol puede volverse mucho más relevante en la coyuntura, ante el ajuste fiscal que incluirá recortes a las transferencias discrecionales a las provincias.