Con la significativa baja de tasas definida ayer, el equipo económico apostó fuerte en medio de un gran repunte de la inflación. El objetivo inmediato es licuar los pasivos del Banco Central, pero asumiendo el riesgo de bajar exageradamente la tasa para los depósitos a plazo fijo. El rendimiento de las colocaciones a plazo para público y empresas bajó desde hoy de 133% anual a 110%, contra un nivel de inflación que este mes terminaría en torno al 200% anual.
La jugada confirma lo que la mayoría de los economistas profesionales intuía en los meses previos a las elecciones: que la “bomba de Leliq” se licuaría por un aumento de la inflación. Ahora se decidió acelerar el proceso, a través de una acentuada reducción de las tasas.
Por supuesto que se trata de una jugada que tiene sus beneficios porque busca desinflar los pasivos en pesos, pero que también conlleva sus riesgos. Una reducción tan abrupta del rendimiento de los depósitos puede gatillar una mayor presión sobre los dólares financieros. Si los ahorristas salen perdiendo por sus colocaciones en pesos, al menos en comparación con la inflación, podrían ir en búsqueda de cobertura en moneda dura, como ya ha sucedido en tantas ocasiones.
Por supuesto que tanto Luis Caputo, ministro de Economía, como Santiago Bausili, presidente del Banco Central, conocen a la perfección el riesgo de una disparada de los tipos de cambio financieros y un posible aumento de la brecha cambiaria, que ayer cayó prácticamente a niveles de 15%. El contado con liquidación se derrumbó a $935, contra un tipo de cambio oficial minorista de $820.
¿Por qué, entonces, precipitaron una baja tan fuerte de la tasa en pesos? La estacionalidad juega un favor importante. En los últimos días los tipos de cambio no paran de caer. Esto se explica sobre todo por la necesidad de pesos de las empresas para el pago del medio aguinaldo, sueldos y vacaciones. El público también requiere de mayores saldos en sus cuentas para las compras típicas de fin de año.
A tal punto juega este factor que la mayoría de las sociedades de Bolsa reconocen que la mayoría de los clientes son vendedores de dólares. “Todos habían comprado dólares por demás a lo largo del proceso electoral. Pero ahora se ven obligados a vender porque precisan pesos. Y casi no hay compradores”.
A esta oferta de dólares de los que demandan pesos a fin de año se suma además el esquema de exportaciones estipulado por el Gobierno: 20% se puede liquidar por el contado con liquidación, aportando una mayor oferta de divisas y presionando a las cotizaciones a la baja. Además, las importaciones siguen prácticamente frenadas por motivos regulatorios y todavía no se normalizó ese mercado.
Alejandro Henke, fundador y director de Proficio Investment, explicó que “con una fuerte ancla fiscal que se vaya consolidando, es probable que los depositantes mantengan sus plazos fijos en los bancos (aún a tasas decrecientes) disminuyendo la posibilidad de que estos tengan que pedir fondos al Central para financiar la salida”.
A fin de año crece sustancialmente la demanda de pesos, lo que está generando una fuerte caída de la brecha cambiaria, que se acerca al 15%. El equipo económico aprovechó para bajar las tasas, pero ahora requiere que el plan fiscal actúe como un ancla para bajar fuertemente las expectativas de inflación para los próximos meses
No tiene mucho tiempo el Gobierno para que esta apuesta salga bien. La demanda de pesos cae por motivos estacionales en febrero y en ese momento podría sentirse la presión sobre los distintos dolares financieros, generando un aumento de la brecha. Para que eso no ocurra, será fundamental la credibilidad del plan de ajuste fiscal que busca llevar adelante Milei y la expectativa de una reducción relativamente rápida de la inflación.
La palabra clave para que el “plan licuadora” funcione es la “convergencia”: tasas, inflación y tipo de cambio (incluyendo el oficial) deben ir a niveles de aumento en torno al 8% mensual a partir de marzo como máximo. De lo contrario, los dólares financieros y la brecha podrían dispararse, obligando al Gobierno a dar nuevas señales para reconstituir la confianza.
La otra pata de las medidas anunciadas ayer consiste en reducir la tasa de política monetaria al 100% y establecer que la misma se fijará de acuerdo en relación a los pases pasivos (a un día de plazo). El Central también anunció que dejará de licitar Leliq.
Estos cambios procuran que los bancos salgan de los activos remunerados del Central y coloquen pesos en títulos que licitará el Tesoro: las Ledes serán en pesos a tasa fija y habrá nuevas emisiones de Boncer, que ajustan por inflación, pero a plazos mucho más largos.
Se trata de financiamiento directo de los bancos al Gobierno para financiar el aumento del gasto público, lo que también puede acelerar la inflación. Si bien se trata de una operación expansiva desde el punto de vista monetario, el objetivo sería que un poco más adelante el Tesoro cancele adelantos transitorios otorgados por el BCRA, lo que ayudaría al proceso de absorción de pesos que necesariamente deberá efectuar la entidad a más tardar en febrero.