Tras las fuertes medidas de ajuste fiscal anunciadas, acompañadas del salto del dólar, y a la espera de otras decisiones que completen el plan económico de Javier Milei, en el Banco Central consideran que antes de los 18 meses comenzará a bajar el índice de inflación. El plazo surge de las propias declaraciones del presidente de la Nación, quien en varias oportunidades recalcó que el rezago de la política monetaria es de 18 a 24 meses, lo que implica que ese es el plazo en que las decisiones de emisión o de tasa de interés demoran en impactar sobre los índices de la inflación.
La nueva conducción del BCRA a cargo de Santiago Bausili confía en que el salto cambiario que llevó el dólar a 800 pesos, combinada con una suba de solo 2% por mes para los próximos meses, servirá como un ancla para contener la inflación, que comenzará su desaceleración antes de ese lapso. El ancla cambiaria, aseguran, es adicional a la que consideran el ancla principal: el plan fiscal anunciado por el ministro Luis Caputo con el que espera recortar 5 puntos porcentuales durante el año próximo.
Los resultados concretos de esos recortes no estarán visibles en su totalidad hasta 2025. “Cuando se parte de un escenario de baja credibilidad, se tarda más”, explicaron en el BCRA. Mientras tanto, el tipo de cambio servirá como un refuerzo del ancla principal que, se insiste, será la reducción del déficit fiscal. Por eso se eligió el camino del overshooting, dejarlo subir a un nivel bien alto y, entonces, contenerlo con las microdevaluaciones diarias que no superen el 2%.
“Dar a conocer hoy cualquier sistema monetario o cambiario a ser aplicado en el futuro, sería añadir mayor incertidumbre que la que ya existe. Tampoco importa cuál será el esquema en el futuro si ahora no logramos sincerar las variables”, explican en el BCRA
La pregunta del millón es ¿cuánto tiempo le da este dólar de 800 pesos al ministerio de Economía para hacer las correcciones fiscales sin necesidad de que el Banco Central vuelva a devaluar? Sobre todo, si se considera que ese 2% mensual de ahora en adelante se contrapone con altos índices de inflación cercanos al 20% y una tasa de interés para los plazos fijos minoristas del 11% por mes. Sin dar mayores precisiones, en el BCRA confían en que las variables evolucionarán dentro de lo previsto y habrá tiempo suficiente para que el ajuste de Caputo empiece a mostrar efectos.
Para enfrentar la inflación, este esquema que Bausili y su equipo lanzaron esta semana será lo único que, por el momento, presentarán como estrategia monetaria. No habrá por el momento ninguna otra postura explícita de las que se utilizaron en el pasado: ni un esquema formal de metas de inflación (como en la gestión de Federico Sturzenegger), ni pautas de agregados monetarios ni ningún programa monetario de esa clase. El BCRA tampoco dará señales que apunten a la dolarización, el plan que Milei prometió con vehemencia durante la campaña y luego sus funcionarios desactivaron apenas arribados al poder.
Por el momento, ninguna de esas opciones será anunciada. “Dar a conocer hoy cualquier sistema monetario o cambiario a ser aplicado en el futuro, sería añadir mayor incertidumbre que la que ya existe. Tampoco importa cuál será el esquema en el futuro si ahora no logramos sincerar las variables”, explican en el BCRA. Empresas y analistas, por lo tanto, deberán avanzar con este esquema de corto plazo, que puede variar tan pronto como varíe el escenario.
De esa forma, el menú para el corto plazo del Banco Central es bien ortodoxo. Se integra con ese sinceramiento del dólar, corregir la distorsión en los precios relativos y sanear su balance de pasivos remunerados, las Leliq y los pases. Sobre este último aspecto, no hay en marcha planes excéntricos sino “una solución de mercado”, como le prometió Caputo a los banqueros a los pocos días de asumir. Pero con una advertencia: cuanto más se tarde en disolver ese stock de Leliq y cuanto más se extienda la emisión, más se demorarán los objetivos cambiarios de fondo, tales como tener un solo tipo de cambio y levantar por completo las múltiples restricciones.
Hay dos grandes fuentes de emisión monetaria en la actualidad. Un tercio de ella tiene como origen la necesidad de cubrir el déficit del Tesoro. Los otros dos tercios, salen del pago de las Leliq y los Pases. Es decir: si mañana, en forma mágica, no hubiese más déficit fiscal, el Banco Central debería seguir emitiendo.