“Los números no le dan; básicamente el ajuste fiscal que necesita para conseguir el superávit primario que necesita, no lo puede hacer. Si Javier Milei intenta llegar al equilibrio financiero en el primer año, tiene que traicionar por todos lados lo que prometió”, dijo Diego Giacomini, examigo, socio del presidente que inicia hoy su mandato y coautor del libro “Libertad, libertad, libertad”, publicado en 2019 por Galerna, en el que ambos afirmaban que no era posible hacer un ajuste fiscal mayor al 4 o a lo sumo 4,5% del PBI en un año.
Ahora, en cambio, Javier Milei aspira a recortar el gasto público el doble de esa métrica, en su primer año, contra resistencias políticas fortísimas, del Congreso, de las provincias, de la sociedad. Según Giacomini, eso pondrá al presidente en la disyuntiva de tener que traicionar todo lo que dijo en los últimos años y en su reciente campaña electoral.
“Si intenta llegar al equilibrio fiscal y financiero en el primer año tiene que licuar jubilaciones, licuar salarios públicos, echar gente, dar de baja planes sociales … O subir impuestos, que había prometido bajar. En definitiva, traicionar todo lo que prometió, hacer cosas que dijo que no iba a hacer”, dijo Giacomini a Infobae.
La suba de impuestos no solo se mide por los cambios de alícuotas o el número de impuestos, sino -como explica la escuela austríaca- que depende de si el Estado recauda más o menos que antes, es decir si le cobra más o menos recursos al sector privado. Y sucede, dice Giacomini, que en términos del PBI la recaudación está hoy en los niveles más bajos de los últimos gobiernos, 3,5 puntos porcentuales por debajo del máximo a que había llegado Cristina Kirchner y 3 puntos por debajo del máximo de la gestión de Mauricio Macri.
Mandar la AFIP
Milei podría reducir el déficit aumentando la fiscalización, “mandándote la AFIP”, comentó Giacomini, lo que sería toda una paradoja para un presidente libertario. “Fijate qué curioso: el cepo no se abre y queda el impuesto PAIS, el impuesto estrella cuya recaudación aumentó 580% y pasó del 1 al 6% de la recaudación fiscal. Y tanto el cepo como el impuesto PAIS vinieron para quedarse. Sería mucho más liberal sacar el impuesto PAIS y poner un dólar más elevado, que devaluar menos y aplicar el impuesto, como parece que hará. No es lo mismo darle a los exportadores un dólar de 780, que poner un dólar de 600 y que con una tasa del 30% llegue a 780 pesos. En el primer caso son 780 para los exportadores, en el segundo 600 para los exportadores y 180 para el Estado.
Otro obstáculo probablemente infranqueable, que obligaría a Milei a otra traición, es que dijo que las provincias deberían reducir el impuesto a los ingresos brutos. “Olvidate; los gobernadores normalmente hacen cola para besar el anillo del presidente electo, pero esta vez ninguno corrió a sacarse la foto con Javier. Los conozco porque fue compañero de Axel Kicillof en el secundario y en la Universidad y armé una consultora con Rogelio Frigerio. Se detestan, pero ganó Milei y lo primero que hicieron fue ponerse de acuerdo, armar una reunión con los demás gobernadores y firmar un texto exigiendo que se coparticipe el impuesto al cheque”, subrayó Giacomini.
Ocurre, prosiguió, que en términos fiscales 2024 fue el peor de los últimos 8 años para las provincias. “Incluyendo los déficits de las cajas previsionales, vamos a un déficit provincial de 1,7 a 1,8% del PBI, casi un punto porcentual que antes. ¿Qué quiere decir eso? Que los gobernadores se van a poner más duros que nunca en la lucha por los recursos fiscales. Van a pelear por la recaudación como nunca antes. Eso de reducir IIBB va a caer en saco muerto”.
Además, “en este contexto ni hablar de reducción del gasto público en la esfera provincial. Las provincias tienen a cargo seguridad, justicia, educación y salud. Es decir, hospitales, médicos, enfermeras, escuelas, docentes, comisarías, policías, patrulleros, juzgados, jueces, El gran pagador de salarios públicos son las provincias”, explicó el exsocio y coautor de Milei. “En un marjco inflacionario, si en el primer semestre de 2024 la inflación corre al 18% mensual 18%, la inflación sería 420 % interanual en el momento más álgido. Si al gobierno le va bien y baja la inflación a 6% en el segundo semestre, la inflación cerrará el año en cerca del 270%. En ese escenario, los gobernadores se van a poner durísimos en la lucha por la recaudación, incluso pueden subir IIBB, porque tienen que pagar salarios. Van a correr la inflación indefectiblemente de atrás.
De espaldas al Congreso
Los obstáculos fiscales se conjugan a su vez con los gestos políticos de Milei. “Hoy Javier le va a hablar a la gente que lo votó, no a s sus compañeros legisladores (porque fue diputado hasta la semana pasada). Pero darle la espalda al Congreso, teniendo en cuenta que tiene un bloque minoritario en diputados y muy minoritario en el Senado, eso es darle la espalda a las provincias. Está desde el primero momento incitando a la confrontación con las provincias y los gobernadores, que ya dieron el primer paso, con lo que firmaron Axel y Frigerio”, marcó el economista.
Allí surge lo que el economista llama “otra traición posible: financiarse con emisión monetaria, le guste o no le guste. Eso empujaría hacia arriba cualquier escenario inflacionario que haya. En cualquier nivel, aumentaría la tasa de inflación. Y eso va acotar la manta, dejando la cabeza y los pies más al descubierto e incitando a los sectores políticos y sociales a pelear más
En definitiva, dice Giacomini, Milei está en una encerrona, porque si no hace eso va a tener déficit fiscal. Lo central es que el panorama fiscal es muy complicado. En nuestro libro “Libertad, libertad, libertad” (Galerna 2019) está el plan motosierra original, que hice yo. Y en aquel entonces, en que la situación fiscal, económica, política y social no era tan complicada como ahora, en el escritorio planteábamos que el ajuste fiscal, ese que ahora Javier plantea de 15 puntos porcentuales del PBI, iba a ser a lo largo de todo un programa de 13 puntos del PBI y llegaría a 15% solo a partir del crecimiento de la economía. Teníamos en claro que era muy difícil hacer un ajuste fiscal de más de 4 a 4,5% del PBI en un año, que forzando mucho podía ser en 2 años 9 puntos del PBI. Ahora Javier quiere hacer un ajuste el doble de rápido, en un año. No se puede hacer. Salvo traicionar todo lo que dijo. El camino es mezcladito: licuar, pisar, subir impuestos y si no llego, terminar emitiendo”.
Duro de achicar
Otra observación de Giacomini es que, como presidente, Milei solo ejecuta el Presupuesto Nacional aprobado por el Congreso Nacional. Es políticamente imposible, dice, que el Congreso le apruebe una reducción de 8 puntos del PBI, escenario equivalente a recortar todo el pago de las jubilaciones del Estado Nacional, la principal erogación de la “ley de leyes”.
Además, dice, las transferencias a las provincias ajenas a la coparticipación no pueden ponerse en “cero”, pues dentro de ellas hay partidas que paga parte de las jubilaciones de las 13 Cajas de Jubilación Provinciales que no han sido traspasadas. Una de esas provincias es Córdoba, que fue decisiva en su triunfo electoral.
En cuanto al gasto “semi-flexible de Nación, precisa que suma 18,2% del PBI, pero Milei prometió no tocar, ni licuar nada de la mayoría de las partidas que lo conforman y representan en términos del PBI: jubilaciones y pensiones (7,9%); Personal (1,9%); AUH (0,4%), asignaciones familiares (0,4%), resto de Planes Sociales (1,1%); intereses (1,1%); universidades (0,7%). Le quedan otros 3,3% entre salud (incluido el PAMI), Ciencia y Técnica, bienes y servicios y gastos menores. En ese contexto, dice, el nuevo gobierno sólo podría rascar la olla y lograr un ajuste marginal de un punto porcentual.
Si el presidente quiere reducir más el agujero fiscal debería aumentar la presión tributaria, por caso volviendo a subir el impuesto a las Ganancias, cuya reducción votó hace poco más de dos meses. “Honrar su palabra significaría bajar los impuestos, que siempre dijo que eran un robo”, dijo Giacomini. Para peor, continuó, una probable caída del nivel de actividad haría caer aún más la recaudación, agrandando el agujero fiscal y las necesidades de ajuste.
Las vías de escape a la encerrona serían colocar más deuda o emitir moneda, aumentando el “impuesto inflacionario”. Sería otra forma de deshonrar discurso político y promesas de campaña, que llevarían menos ahorro, menos inversión y más destrucción de capital, disminuyendo, en vez de aumentar la productividad y la tasa de crecimiento potencial de la economía. Lo que pondría a la administración de Milei ante otro desafío: la resistencia social que provocarían la caída del poder adquisitivo de salarios, jubilaciones e ingresos de cuentapropistas y, como resultado, el aumento de la pobreza y la indigencia, afectando la gobernabilidad.
Giacomini deja una observación para el final: la promesa de Plan Motosierra y ajuste de 8% del PBI en un año -dice- caerá en saco roto, igual que cayó la dolarización, otra promesa que deberá terminar traicionando. Según el exsocio y coautor de Milei, el nuevo presidente “ya desistió de la dolarización y no podrá cumplir lo monetario, ni lo fiscal ni llegar al equilibrio financiero en su primer año de gobierno, traicionando la filosofía política que siempre defendió y promulgó”.