La esquina de Cabello y República Árabe Siria en Buenos Aires transporta a los transeúntes a un rincón de Londres: allí está el imponente edificio conocido como La Colorada, así llamado por el tono distintivo de su fachada de ladrillo visto. Erigida en 1911, es una de las estructuras más capturadas en redes sociales: solo en Instagram posee más de 84.000 imágenes y más de 38.000 videos. Y junto a otras edificaciones centenarias, como el Bencich (con sus cúpulas) en Diagonal Norte y el Palacio Barolo sobre Avenida de Mayo, y construcciones contemporáneas en Palermo y Puerto Madero, forma parte del patrimonio urbano porteño.
La Colorada, un sello de Palermo, fue levantado por el arquitecto e ingeniero Regis Pigeon, un destacado profesional inglés. Al adquirir un terreno en la intersección de Cabello, conocida en aquel entonces como Las Heras segunda, y Malabia (hoy República Árabe Siria), concebía la idea de erigir un edificio singular, evocativo de Londres en pleno corazón porteño.
En consonancia con la época, Pigeon optó por utilizar materiales provenientes del Reino Unido, una elección frecuente en la construcción de ferrocarriles. La tendencia se fundaba en la logística de los barcos que transportaban carne, trigo y otras materias primas a la metrópolis pero al regresar evitaban el vacío cargando herrajes, puertas, ventanas, pisos, entre otros productos que darían forma a este y otros edificios de la urbe sobre el Rio de la Plata.
“Es crucial comprender el contraste entre el Palermo de entonces y la realidad actual, donde la zona exhibe un tejido urbano consolidado con edificaciones que superan los 10 pisos. En el contexto inicial del siglo XX, La Colorada sobresalía no solo por su tamaño, sino también por su lenguaje arquitectónico. Además, cabe destacar su vínculo estilístico con La Casona, un pequeño edificio diseñado por el ingeniero militar Jordan Wysocki en el Jardín Botánico en 1881. Ambas estructuras comparten una impronta ladrillera de origen inglés, destacando la riqueza arquitectónica que contribuye a la historia visual de la ciudad”, dijo a Infobae la arquitecta Andrea Guerrieri, especializada en recuperación de edificios históricos y junto al arquitecto Ricardo Carbone integrante del estudio Estrategias de Intervención.
La trascendencia arquitectónica de La Colorada para el barrio radica en su pertenencia al tipo arquitectónico de construcciones vinculadas a la “Revolución Industrial”, un estilo que surgió como respuesta a los avances tecnológicos e incorporó hierro y vidrio en su sistema estructural y lenguaje formal.
“Originado en Inglaterra alrededor de 1777 con la construcción del primer puente de hierro (puente de Coalbrookdale), este modelo arquitectónico se difundió globalmente, dando lugar a nuevos inmuebles como estaciones de ferrocarril, depósitos, tiendas y talleres, que se caracterizaban por su amplitud espacial sin apoyos intermedios”, amplió Carbone.
En Buenos Aires, el edificio de La Colorada pertenece al grupo selecto vinculado con la estación terminal del ferrocarril de Retiro de Conder y Follet (obviamente, también las de Constitución y Once), La ex Imprenta de Stiller & Laas, de la calle Chile 449, de Conder y Follet, entre otros.
Según Guerrieri, Pigeon también dejó su huella en México, donde erigió dos edificios emblemáticos. “Entre ellos, El Castillo Colorado, localizado en la Colonia Juárez. Otro de sus notables proyectos se sitúa en la Plaza Río de Janeiro de la Ciudad de México”.
Entre el pasado y presente
La Colorada es un auténtico representante de la arquitectura de la Revolución Industrial en CABA, edificado originalmente para el alquiler de sus dependencias al personal jerárquico ferroviario en Argentina. En 1953, la familia Mitre (propietarios y fundadores del diario La Nación) adquirió la propiedad, marcando el inicio de su subdivisión en 28 unidades funcionales.
El edificio cuenta con un subsuelo, planta baja y cuatro pisos de departamentos. El sótano era originalmente el lugar donde se encontraban las piezas de servicio, donde se alojaba la servidumbre. Más tarde, las costumbres cambiaron y los cuartos se transformaron en bauleras.
Desde 2007, el edificio ostenta la categoría de representante de Buenos Aires, con la Promoción Especial de Protección Patrimonial. Un diploma en la recepción, consagrado como “testimonio vivo de la memoria ciudadana” el 12 de noviembre de 1987, atestigua su reconocimiento
Además de la perfomance industrial en su fachada es de estilo neoclásico británico.
“Exhibe una notable habilidad técnica al recrear los diversos órdenes clásicos mediante el uso astuto del tamaño y las dimensiones de los ladrillos de fábrica. El ascensor jaula, suministrado por la firma Roux-Combaluzier, comparte su linaje con los ascensores de la Torre Eiffel de París, y un ejemplar similar se encuentra en la Casa Rosada”, precisó Carbone.
Con el paso del tiempo fue mutando, actualmente hay pocas viviendas, la mayoría de las propiedades son locales comerciales, estudios de arquitectura, diseño o moda que están en un barrio trendy y que actualmente es conocido como Palermo Nuevo o Zoo (por estar cerca del Ecoparque porteño).
Martín Pinus, de Martín Pinus Real Estate, dijo a Infobae que “para construir La Colorada se optó por vigas de hierro en su sistema estructural, en contraste con el prevalente uso de hormigón armado en la zona, incluso en la actualidad. El edificio consta de subsuelo, planta baja y cuatro pisos de departamentos, siendo el sótano inicialmente destinado a las piezas de servicio para la servidumbre, aunque con el tiempo estas se transformaron en bauleras”.
Una particularidad actual es la ausencia de viviendas en venta en este edificio, y por lo averiguado ninguno de los propietarios tienen la intención de vender. En caso de hacerlo, la valuación se situará entre USD 5.500 y USD 6.500 por m2.
“El estado general de las unidades es muy bueno, la mayoría se reciclaron y se las dotó del confort contemporáneo. Resulta sorprendente que, a pesar de su ubicación privilegiada en un barrio destacado, el edificio haya vendido solo dos departamentos en la última década”, comentó Pinus.
La explicación radica en que la mayoría de las unidades se destinaron a fines comerciales, mientras que uno de los propietarios aprovecha cada oportunidad de venta para adquirir más propiedades. Con el control de la mitad de los departamentos, solo hay un total de diez propietarios en La Colorada, ya que otra persona tiene autoridad sobre dos unidades adicionales.
En un vecindario mayormente residencial, con comercios locales familiares y niños jugando fútbol en la calle, un empresario de telecomunicaciones y bienes raíces llamado Pablo, creció en el último piso allí. Y hace poco pudo comprar el inmueble que casualmente fue su hogar desde el nacimiento hasta los siete años y el único lugar donde vivió con ambos padres. Sin embargo, cuando aún era niño, sus padres se separaron, llevando a la venta del departamento por decisión de su madre.
Pinus señaló que la vida le brindó la oportunidad de adquirir la vivienda de sus primeros años, la cual ahora utiliza como espacio de trabajo. “Con la intención de mudarse definitivamente con su esposa en unos años, personalizó y renovó el lugar sin perder su esencia original”.
La propiedad de 130 m2, a pesar de su función como oficina, emana una atmósfera más propia de una casa. “Soy nostálgico, así que llené este lugar con recuerdos. Ubiqué objetos decorativos en las paredes, como los guantes originales de Ringo Bonavena o el primer afiche de la banda Sui Generis. Cada rincón está adornado con piezas únicas que capturan la personalidad del propietario”, contó a Infobae Pablo.
Con una superficie total de 680 m2, La Colorada se distingue por un frente de 25,90 metros y un fondo de 26,26 metros. Este edificio también fue escenario de diversas producciones cinematográficas.
Entre las películas y cortometrajes filmados allí se destacan “El vampiro negro” de Román Viñoly Barreto (1953), “Sentimientos” de Jorge Coscia y Guillermo Saura (1987), y “Apartment Zero” de Martin Donovan (1988).