La disputa entre economistas está al rojo vivo, a tal punto que en los últimos días las posturas encontradas también impactaron en la conformación del gabinete del gobierno que asumirá el 10 de diciembre. El tema que divide aguas es el tratamiento que deberían tener las Leliq: para algunos se trata de una bomba a punto de explotar, pero para otros se trata de un pasivo del Banco Central al que no se le debería dar mayor importancia.
El tema de fondo es si la solución de este problema requiere del uso de dólares frescos. Ésa parecería ser la postura del propio Javier Milei y de Luis “Toto” Caputo, que formó parte de la comitiva que ya se encuentra en los Estados Unidos. El presidente electo justificó por qué tiene apuro en resolver el tema de las Leliq. En una entrevista previa a su viaje advirtió que en marzo “disminuye la demanda de dinero” luego de los meses de verano. Para ese momento, el peligro que representan los pasivos monetarios debería pasar a la historia.
Milei y Caputo son los abanderados entre los “halcones”, es decir aquellos que consideran que a las Leliq hay que asestarles un golpe mortal, que las borre del mapa rápidamente. Es por eso que el presidente electo alude todo el tiempo al peligro de hiperinflación, que según su visión se encuentra a la vuelta de la esquina.
Una salida rotunda requeriría de dólares frescos para rescatar las Leliq. O mejor dicho para darle salida a los ahorristas que están en pesos y quieran pasarse a dólares mientras se levantan las restricciones del cepo cambiario.
La decisión de Demián Reidel de no aceptar el ofrecimiento para hacerse cargo del Banco Central pasa justamente por ese tema. El ex vicepresidente segundo del BCRA, que vive en los Estados Unidos, se negó a validar un nuevo endeudamiento para enfrentar el exceso de pesos.
Federico Sturzenegger sufrió en carne propia lo que significa usar reservas para desarmar las Leliq. En 2018, cuando comenzó la corrida cambiaria, comenzó a vender reservas para darle salida a los inversores que deseaban pasarse a dólares. Inmediatamente llovieron las críticas, por permitirle a bancos como el JP Morgan y otros inversores la posibilidad de comprar dólares baratos para fugarlos.
Aparecen también críticas vinculadas a lo que en la jerga financiera denominan “riesgo moral”. El economista Roberto Cachanovsky lo planteó así: ¿Por qué los bancos deben ser salvados por haber comprado activos basura como las Leliq? Sin embargo, omite el hecho que detrás de estos activos se encuentran los depositantes.
Sin embargo, todavía está por verse si en esta gira quedarán cerca de conseguir los dólares para apoyar una transición política y también económica que será muy dura. Con un riesgo país cercano a los 2.000 puntos, no es una decisión fácil salir a prestarle a la Argentina a una tasa razonable.
Aunque Milei y Caputo favorecerían una solución rápida para las Leliq consiguiendo dólares frescos, tampoco está tan claro que aparezcan esos prestamistas con 2.000 puntos de riesgo país. Por eso, cobra fuerza la postura de privilegiar el ajuste fiscal para abordar el problema de exceso de pesos
Aún suponiendo que se consigan las divisas: ¿tiene sentido salir a rescatar deuda en pesos que se puede licuar y reemplazarla por bonos en dólares?
Los economistas “palomas”, en cambio, consideran que no es necesario salir corriendo a buscar divisas y que en realidad las Leliq no representan un problema. Sebastián Galiani, que fue secretario de Programación Económica durante la gestión de Mauricio Macri, planteó que “si el Banco Central tiene deuda en pesos que paga una tasa de interés igual a la tasa de inflación, entonces el déficit cuasifiscal es cero”. Desde ese punto de vista, como las tasas que paga el BCRA no se ubican por encima de la inflación, entonces no se estaría ante un problema acuciante.
La clave para los que sostienen esta visión es que la mejor forma de solucionar el exceso de pesos y el peligro de hiperinflación es presentar un programa convicente para alcanzar rápidamente el equilibrio de las cuentas públicas.
Si se llega al déficit cero, entonces ya no habrá necesidad de emisión monetaria y por ende automáticamente el stock de Leliq dejarían de crecer en términos reales. Si Milei es exitoso, entonces conseguiría una baja de tasas junto con un aumento de la demanda de pesos, lo que de manera inmediata bajaría el volumen de pasivos monetarios del Central.
Claro que esta postura, mucho más gradualista, podría llevar más tiempo y complicaría la salida del cepo cambiario, que para Milei resulta prioritaria.