El próximo presidente de la Nación, cualesquiera resulte ganador, recibirá una herencia muy compleja que prácticamente no tiene precedentes desde el regreso al sistema democrático continuo en 1983, la cual exigirá no sólo medidas inmediatas, sino la búsqueda de consensos legislativos para votar leyes que allanen el camino a un destino mejor, hoy trabado por:
- La magnitud de la brecha cambiaria con una diversidad inédita de paridades para el comercio exterior, ahorro y operaciones financieras y de turismo exterior;
- El rezago de las tarifas de los servicios públicos y combustibles respecto de los costos;
- Cierre de la economía, entendida no sólo por la drástica pérdida de participación de las exportaciones e importaciones en la economía mundial, sino respecto del PBI local, sesgado por la medición equivalente en dólares al inaccesible tipo oficial;
- La proporción de los pasivos remunerados del Banco Central, respecto de cualquier indicador: PBI, base monetaria, y reservas contables de la entidad y de libre disponibilidad negativas entre 7.000 y 20.000 millones de dólares negativas -según se utilice la metodología del FMI, o las líquidas propias de la entidad, respectivamente;
- Un doloroso cuadro socioeconómico que afecta a más de 43% de la población en estado de pobreza, de la cual casi un cuarto es indigente y otro 10% a 15% de los habitantes están en umbral muy vulnerable para caer en ese estado, por la precariedad de las condiciones laborales de más del 40% de la fuerza laboral; y
- Acuerdo de préstamo excepcional con el FMI caído por incumplimiento de metas fiscales y de reservas comprometido que requerirá tratamiento urgente para poder recibir la Argentina los desembolsos pendientes, principalmente.
Frente a ese escenario, Infobae entrevistó a Luis Secco, director de Perspectiv@s Económicas, porque fue uno de los economistas que dijo a este medio dos años atrás que “no hay ninguna razón para creer que la inflación pueda ser controlada por el Gobierno”, para cuál es su mirada para lo que viene.
— ¿Cuáles son los principales obstáculos de la economía que necesitará comenzar a eliminar el próximo presidente de los argentinos para bajar la inflación y volver a crecer?
— A mi juicio el primer obstáculo que tendrá que sortear el próximo presidente es el temor al conflicto. No se podrá sacar a la Argentina del fracaso actual si se sigue esquivando el conflicto. Cambio, en todos los aspectos de la vida (la personal y la comunitaria) es siempre sinónimo de conflicto. Segundo, habrá que evitar la trampa de la timidez. El quedarse corto o el ir de a poco.
El tiempo de poder graduar las correcciones o de posponer las medidas más antipáticas para más adelante ya pasó. Erradicar la dominancia fiscal, corregir precios relativos y modificar la estructura de incentivos bajo los que actúa el sector privado (desregulación, simplificación, apertura) son los tres componentes imprescindibles desde el arranque.
“No se podrá sacar a la Argentina del fracaso actual si se sigue esquivando el conflicto”
— ¿Se puede atacar la inflación con probabilidades de éxito sostenido desde el primer día, o se requerirá de un plan previo que allane el camino hacia la estabilización?
— Sí se puede. Pero atención, lo remarco nuevamente. No alcanza sólo con un programa de estabilización de precios ambicioso y bien diseñado. Para que éste tenga éxito será necesario acompañarlo, desde un primer momento, con un paquete de reformas que apunte de lleno a resolver las flaquezas estructurales que desalientan la inversión, que estrangulan al sector privado y que nos hacen muy poco competitivos. En definitiva, para atacar la inflación con una alta probabilidad de éxito hará falta un programa integral, que dé señales muy contundentes de que estamos frente a un cambio de régimen y que dicho cambio se sustenta en reformas que tengan como eje de la transformación al sector privado y no al Estado. Estoy pensando en una profunda simplificación tributaria y una generalizada desregulación, en nuevas relaciones laborales y en la apertura de la economía.
— Los economistas han llegado a comprobar que el efecto de la política monetaria sobre la inflación se manifiesta en un período de 12 a 18 meses ¿Hoy en la Argentina ese plazo es más corto o largo?
— Creo que el rezago con el que opera la política monetaria se ha acortado. En el caso particular de Argentina, la inflación creciente, la mayor inercia inflacionaria y la sensibilidad que genera el descalabro del balance del BCRA (que es conocido por todos) son tales que las acciones de éste impactan más rápido sobre las expectativas inflacionarias y cambiarias. Para desinflar de manera exitosa y relativamente rápido no sólo habrá que evitar el financiamiento inflacionario del déficit fiscal desde el arranque del programa de estabilización, sino que además habrá que despejar cualquier duda de que se volverá hacerlo en algún momento futuro. La consolidación fiscal y del balance del BCRA tienen que ser tales que sean percibidas como duraderas.
— ¿Cuándo depende del flujo que genera el déficit fiscal, en particular frente a la estacionalidad de suba del gasto y baja de la recaudación, y cuánto del abultado stock de las Leliq?
— Si se observa la expansión del balance del BCRA (del total de pasivos, no remunerados más remunerados) desde mediados de 2022, alrededor del 70% de dicha expansión corresponde a los intereses de las Leliq. El 30% corresponde al financiamiento directo e indirecto al Tesoro. ¡¡Estamos hablando de casi 10 puntos del PBI de emisión en 10 meses !!, de los cuales 3 puntos son déficit fiscal y 7 puntos son déficit cuasi-fiscal.
“Será necesario un paquete de reformas que apunte de lleno a resolver las flaquezas estructurales que desalientan la inversión, que estrangulan al sector privado”
Por cierto, la tasa de expansión de los pasivos del BCRA en los últimos tres meses se ha acelerado hasta llegar al 189% anual. Y cualquier similitud con la aceleración de la tasa de inflación no es pura coincidencia. Un problema adicional es que esa expansión del pasivo del BCRA se da básicamente en los pasivos remunerados (las Leliq más los pases pasivos) lo que aumenta la inercia nominal. Hoy los pasivos remunerados son más del triple de la base monetaria. Todo un récord (seguramente mundial), incluso más alto que el que se verificó antes que estallara la hiperinflación que llevó al final anticipado de la presidencia de Raúl Alfonsín.
— ¿Es factible encarar un plan de estabilización sin que agrave al comienzo la crítica situación socioeconómica que afecta a casi la mitad de la población?
— Ese es un muy buen punto. Y es uno de los desafíos centrales de la estabilización. A diferencia de otros episodios en los que había que corregir precios relativos (léase tipo de cambio, tarifas, servicios regulados, combustibles) para poder estabilizar, hoy el salario también ha sido uno de los precios que ha venido creciendo sistemáticamente por debajo del promedio. En consecuencia, esa necesaria corrección de precios relativos inicial será antipática. Siempre y cuando quien asuma reconozca la necesidad de no posponer o dejar incompleto el ajuste. Porque de ser así, la inflación difícilmente converja, si las expectativas descuentan que la corrección de precios relativos es incompleta y que habrá que hacer nuevas correcciones en el futuro.
— En el caso del severo atraso que arrastran las tarifas de los servicios públicos ¿Cómo debería ser el proceso de “sinceramiento” que permita eliminar los subsidios y al mismo tiempo no deteriorar aún más el debilitado poder adquisitivo de la población?
— La situación de los consumidores más vulnerables seguirá siendo contemplada en la tarifa social. La segmentación implementada por el ministro Sergio Massa habría que mantenerla, pero los sectores medios y altos de consumo deberían experimentar correcciones significativas. Lamentablemente, los aumentos tarifarios que se hicieron este año ya fueron licuados por la inflación.
“Los aumentos tarifarios que se hicieron este año ya fueron licuados por la inflación”
Estoy convencido que . Y no se puede bajar la inflación si no se eliminan el déficit y la dominancia fiscal y si no se corrigen de una buena vez los precios relativos. Pero cuidado, el déficit fiscal no se explica no hay manera de ser más progresista en la Argentina de hoy que bajando la inflación solo por los subsidios. Estos son sólo una parte del total del déficit. Habrá que hacer también otros recortes de gastos y todos involucraran una dosis importante de conflictividad.
— ¿La multiplicidad de tipos de cambios y de restricciones para el pago de importaciones -principalmente de insumos y partes imprescindibles para el proceso productivo- se pueden unificar en corto plazo?
— Creo que sería deseable hacerlo. Es riesgoso pero necesario. No veo que se pueda estabilizar seriamente con cepo. Como tampoco creo que se puedan generar expectativas de que hay un futuro distinto y mejor si se mantiene la maraña de controles y obstáculos que traban el comercio exterior. Tal vez haya que implementar algún tratamiento diferente entre el stock (por ejemplo, la deuda por importaciones) y el flujo. Pero de nuevo, el próximo gobierno si quiere que su programa tenga chances de éxito tiene que atender y proponer soluciones pro-activas en todos los frentes. Está claro, después de tantos años, que ni la política ni el tiempo arreglan la macroeconomía. Sino todo lo contrario. Para arreglar la macro hace falta economía y de la buena.
— ¿Un nuevo acuerdo con el FMI para postergar los vencimientos del primer semestre del nuevo gobierno, es condición necesaria como punto de partida de un plan de estabilización?
— Como le decía antes, una tarea clave en el arranque de la próxima administración será despejar la mayor cantidad de focos de incertidumbre posibles. Y no sería prudente arrancar la gestión con dudas sobre el pago de los compromisos de deuda y no sólo los asumidos con el Fondo. La ventaja es que con éste se puede llegar a un acuerdo para refinanciarlos y no sólo los del primer semestre de 2024. Creo que habría que hacer un nuevo acuerdo, con un nuevo horizonte de pagos.
“No hay manera de ser más progresista en la Argentina de hoy que bajando la inflación”
En el marco de un programa de estabilización serio y de una hoja de ruta con reformas largamente postergadas (que serían del agrado del FMI) no lo veo problemático. Pero habrá que lidiar con el cansancio del staff técnico y del directorio ante un incumplidor serial como la Argentina.
— ¿Cuánto depende del Poder Ejecutivo y cuánto de la aprobación de los proyectos de reforma monetaria y fiscal, principalmente, por parte del Congreso para que el nuevo gobierno pueda obtener resultados inmediatos en la desaceleración sostenida de la inflación?
— Hay una parte considerable que depende exclusivamente del Presidente y su equipo ejecutivo. El diseño del programa integral, su comunicación, cuánto y cuán rápido se avance sin participación parlamentaria, y en el caso que ésta resulte imprescindible cómo se trabaja para conseguir los votos necesarios, lo veremos rápido. Le diría que buena parte del éxito del programa de estabilización se definirá a la hora de armar los equipos y en el discurso presidencial del 10 diciembre. Todos los presidentes han tenido su luna de miel (incluso parlamentaria) y todos han podido convocar equipos. No creo que vaya a ser distinto esta vez. La pregunta es la de siempre: se impondrá la vocación por el cambio o el temor a la conflictividad que eventualmente produciría.
— ¿Ve margen para sostener el escenario actual, hasta tanto el nuevo gobierno logre consensos políticos para encarar un plan de estabilización que aleje el riesgo de caer en el abismo de la hiperinflación?
— La más difícil para el final… Tiendo a pensar que no. No veo cómo se podría evitar una fase de espiralización o de aceleración final de la crisis si el próximo presidente no lanza rápidamente un programa integral de cambio.
“No veo cómo se podría evitar una fase de espiralización o de aceleración final de la crisis si el próximo presidente no lanza rápidamente un programa integral de cambio”
Incluso si lograra utilizar el capital político del triunfo (su luna de miel) para construir gobernabilidad, la pregunta relevante será gobernabilidad para hacer qué. Es un artilugio para comprar tiempo y ver si se puede seguir con el “vamos viendo”, o la gobernabilidad se construye para implementar un programa integral, consistente y conocido por todos.
— ¿Una reflexión final?
— Todo llega; hasta las elecciones que parecían que nunca lo harían. Ahora se abrirá un compás de espera hasta que el próximo presidente de a conocer sus equipos y sus políticas. Ojalá no estemos ante una nueva oportunidad perdida.