El reciente faltante de combustibles fue otra muestra de los grandes desequilibrios que acumula la economía argentina. Fue necesaria una señal de precios, con una apurada suba del 10% en los precios para que el abastecimiento vuelva a la normalidad. Aún así, el precio de la nafta sigue entre los más baratos de la región, incluso tomando el tipo de cambio oficial, y es inevitable un ajuste mucho más significativo ni bien termine el proceso electoral.
El domingo 19 a la noche el país tendrá un presidente electo y se develará una enorme incógnita política. Pero inmediatamente después habrá que encarar uno de los temas más urgentes y complejos que tendrá por delante la futura administración.
La única certeza a esta altura es que a partir del martes 21 de noviembre el dólar oficial comenzará a moverse, luego de más de tres meses de permanecer congelado. A $350, el tipo de cambio muestra su mayor nivel de atraso desde 2017, cuando el fuerte ingreso de dólares para especulación financiera mantenía el tipo de cambio planchado, mientras que las tasas en pesos se mantenían muy altas para bajar la inflación.
El propio Sergio Massa adelantó que el compromiso asumido con el FMI es reanudar el crawling peg, es decir el ajuste gradual del dólar, como venía sucediendo antes de las PASO. Aunque desde el Gobierno aseguran que será de apenas 3% mensual, es absolutamente inviable en un contexto de inflación que no baja del 12% mensual (más allá de la disminución puntual de octubre).
Especulaciones a la orden del día
Las especulaciones sobre lo que podría ocurrir con el tipo de cambio están a la orden del día. Pero no es indiferente a quién gane la elección. A priori, todo hace suponer que Massa apuntaría a un sinceramiento muy gradual, insistiendo en el desdoblamiento cambiario, brecha alta y a la espera del ingreso de los dólares del campo para aliviar las restricciones actuales. Para eso habría que esperar seis meses, que deberían ser aprovechados para lanzar un plan de estabilización, especificando el camino hacia el equilibrio fiscal y un nuevo acuerdo con el FMI.
Lo sucedido con el faltante de naftas y la posterior suba de precios es solo una muestra de lo que se viene después del balotaje. Los aumentos de tarifas y muchos aumentos reprimidos le imprimirán fuerte aceleración a la inflació en el último bimestre del año
Si gana Milei, es probable que el proceso de sinceramiento cambiario ocurra mucho más rápido. El libertario dejó en claro en la última semana que la dolarización “no es negociable”. Así dejó en claro que Patricia Bullrich y Mauricio Macri no le impusieron la agenda económico para sumarle apoyo explícito. Una foto publicada el viernes despejó algunas especulaciones y quedó claro que Emilio Ocampo será el futuro presidente del Central, pero con el propósito de avanzar con el plan dolarizador, pese a que las reservas del Central continúan cayendo.
Domingo Cavallo fue uno de los que imaginó cómo podría ser el descongelamiento cambiario, a partir de un enfoque semi-gradual. Consistiría en un ajuste cambiario parecido al de agosto, alrededor del 22%, pero luego se mantendría el ajuste según la evolución de la inflación mensual. De esta forma, el dólar oficial terminaría el año al borde de los 600 pesos.
Si se cumpliera este pronóstico, que describe una salida relativamente ordenada, implicaría un salto del 70% en solo 45 días. Es inevitable el traspaso a la inflación, que agregaría varios puntos al aumento de precios “crucero” del orden del 12% mensual.
Con el dólar exportador en $510, teniendo en cuenta que un 30% de las divisas pueden ingresar por el “contado con liquidación” hasta el 17 de noviembre, Massa también reconoció que las empresas precisan un tipo de cambio exportador mucho más alto que el de $350, que a esta altura es meramente testimonial.
Aunque Massa prometió que después de las elecciones el dólar oficial ajustará a un ritmo de 3% mensual, en la práctica es inviable aumentar el atraso cambiario. La duda que queda flotando es si habrá o no un salto devaluatorio antes del cambio de Gobierno
La consultora Equilibra también imaginó los posibles escenario post 19-N. “Creemos que muy probablemente la estrategia del ministro de Economía si gana incluya la profundización del desdoblamiento cambiario formal. Este esquema estimula las exportaciones y ayuda a contener las presiones sobre el CCL, pues aumenta las liquidaciones en dicho mercado, aunque a costa de menores liquidaciones por el oficial”.
Las opciones están tan abiertas, que Consultatio identificó cinco posibles escenarios para la política cambiaria: “Hacia adelante”, que implica una profundización del régimen cambiario actual con distintas combinación de tipo de cambio oficial y CCL para el comercio y el mantenimiento del oficial para los contratos; una opción “hacia atrás”, con devaluación pero manteniendo el cepo, otra alternativa; otra “hacia arriba”, con unificación cambiaria”; un escenario de dolarización y finalmente uno de “desdoblamiento clásico”, con un tipo de cambio comercial superior al actual y otro financiero más depreciado.
Aún con gran cantidad de variantes para el futuro mercado cambiario, claramente no es una opción una salida más o menos rápida del cepo cambiario. Se trata quizás de la mayor coincidencia de Massa y Milei. Ninguno está dispuesto a eliminar las restricciones cambiarias y unificar los distintos tipos de cambio.
El diagnóstico también es parecido: el sobrante de pesos tiene tal magnitud que el peligro de una salida apresurada del cepo es el de una fuerte presión sobre el tipo de cambio, que automáticamente derramaría en los precios. En ese contexto, el peligro de hiperinflación aumentaría de manera significativa.
Ni Massa ni Milei están dispuestos a liberar el cepo cambiario y unificar los distintos dólares, o al menos no hay posibilidad de hacerlo en el corto plazo. La situación es totalmente distinta y mucho más compleja que hace ocho años, cuando Mauricio Macri y Federico Sturzenegger en el BCRA eliminaron las trabas de la noche a la mañana
El contexto es sumamente diferente al que tenía Macri cuando asumió en diciembre de 2015: la brecha cambiaria era de solo 40% contra 150% actual, la inflación ya está en el 150% contra 25% de hace ocho años y no existía el billonario excedente de pesos actual.
Pero el verdadero desafío para el ganador del balotaje será enviar rápidas señales para encauzar las expectativas y evitar un desborde cambiario y financiero, con peligro de caer en hiperinflación.