Desde Madrid - Bajo la mirada española de Ana Botín, presidenta del banco Santander, la foto de América latina ha cambiado drásticamente en los últimos 20 años.
Para ella, hoy el panorama de la región está iluminado, al menos en términos económicos. Los países tienen altos niveles de reservas, déficits moderados de cuenta corriente, han triplicado sus exportaciones en dos décadas y las dos economías más grandes del grupo, México y Brasil, crecerán al 3% el próximo año según sus proyecciones. La independencia del Banco Central no se discute y, cree la banquera, están listos para entrar en una nueva fase de mejora de institucionalidad que les permita seguir siendo un polo de atracción de inversión que compita, e incluso supere, a los países asiáticos.
“Soy muy optimista respecto de América latina y la oportunidad que tiene por delante. Hoy recibe más inversión que Asia”, afirmó Botín.
“Yo no doy recomendaciones a los gobiernos sobre las políticas que tienen que adoptar. Lo que sí puedo decir es que unas cuentas públicas saneadas son esenciales para todo lo demás y eso no se consigue en un día”
Pero hay algo que no encaja en esa descripción alentadora que hace Botín durante su presentación en la tradicional conferencia anual con periodistas de la región. Son las excepciones, es decir, aquellos países en los que la inflación sigue subiendo a galope acelerado, donde las políticas fiscales y monetarias son opuestas a las mejoras prácticas que se advierten en sus vecinos y donde las crisis políticas y económicas se retroalimentan entre ellas. Son Venezuela y Argentina.
La primera apenas mereció una mención al pasar por sus cifras de inflación mientras que sobre la segunda, la Argentina, Botín se incomoda, se contiene. Prefiere pocas definiciones contundentes, elige algunas comparaciones que llevan a conclusiones obvias y deja en manos del CEO local del banco, Alejandro Butti, los tramos más espinosos de las respuestas a las preguntas inevitables como la dolarización, las perspectivas que abre el panorama electoral o, simplemente, sus expectativas. Admite, sí, que es por naturaleza una persona que se preocupa mucho. “Y yo por la Argentina me preocupo un poco más”, dijo.
También avanza con cuestiones que, a sus ojos, son elementales. “Los desequilibrios hay que arreglarlos. No se puede tener al Banco Central emitiendo todo el tiempo para financiar déficits. Eso no funciona”, afirmó y repitió en más de una ocasión que la Argentina necesita políticas macroeconómicas fiscales y consistentes temporalmente, sin entrar en el debate sobre el futuro régimen cambiario del país.
“Yo no doy recomendaciones a los gobiernos sobre las políticas que tienen que adoptar. Lo que sí puedo decir es que unas cuentas públicas saneadas son esenciales para todo lo demás y eso no se consigue en un día. La consistencia es súper importante para las políticas macro. Después hay muchos caminos, yo no voy a decir cuál es el camino adecuado”, inició su respuesta la principal accionista de una de las entidades financieras más fuertes de España, con 166 millones de clientes en todo el mundo, particularmente en América latina donde también es uno de los bancos más grandes de la región.
“Hay que valorar los sectores que van a sufrir y los que van a ganar. Hay que entender el contexto pero son las cuentas públicas saneadas lo que lleva al crecimiento”
Desde su perspectiva global y también en base a los números que le reportan las filiales en los diferentes países, Brasil y México son los niños modelo, los mejores alumnos. El primero porque con una política monetaria férrea y anticipándose incluso a los bancos centrales de los países desarrollados, logró domar la inflación antes que ellos con una agresiva suba de tasa de interés. El segundo, en tanto, “es el ejemplo de las cuentas públicas saneadas”, sostuvo.
Con todo, Botín consideró que “es importante cuánto tiempo está dispuesta la gente a aguantar, porque todo tiene un costo. Hay que valorar los sectores que van a sufrir y los que van a ganar. Hay que entender el contexto pero son las cuentas públicas saneadas lo que lleva al crecimiento. Si no hay crecimiento, no hay nada que decidir”.
La expresión es particularmente fuerte a la luz de las proyecciones del departamento de investigaciones económicas de la propia entidad según las cuales el país cerrará el año con una recesión de 3% que se moderará a 2% en 2024.