El mercado cambiario tiene desde hace meses motivos de sobra para tensarse a niveles prácticamente insostenibles: un exceso de pesos que crece sin importar que nadie los quiere y la demanda cae a niveles mínimos, en gran parte por la típica incertidumbre electoral, que se combina ahora con la certeza de una transición política que se vislumbra traumática.
Sobre ese telón de fondo, una crisis política como la que enfrenta el oficialismo desde el fin de semana cuando se conocieron las fotos del ahora ex jefe de Gabinete, Martín Insaurralde, de viaje en un yate en Marbella en plena campaña, sólo aviva el fuego de todas las presiones. A tal punto que entre banqueros e inversores ya describen el salto del dólar que se registró esta semana como el “efecto yate” o “impacto Insaurralde”.
La conexión entre el precio del billete y el devenir del intendente con licencia de Lomas de Zamora lucen, en principio, difíciles de ver. Sin embargo, para los operadores del mercado fue sal sobre la herida. “La situación ya se estaba poniendo muy difícil pero el affaire de viaje en yate deja dos miradas para los inversores: la primera es que hay una percepción de desbande, rayando en un problema de gobernabilidad. La segunda es que la repercusión del caso potencia las posibilidades de Javier Milei, incluso al punto de ganar en primera vuelta”, afirmó a Infobae un banquero que por obvios motivos pidió no ser identificado, en el contexto de su participación de un evento empresario. Sus dichos se corresponden con la mirada definitivamente crítica que el mercado tiene respecto de la principal propuesta económica del candidato libertario, la dolarización.
“El mensaje es que el precio del dólar hoy no depende ni de los fundamentos económicos ni de la cotización histórica, es puro pánico e incertidumbre que no parece vaya a disiparse en las próximas semanas”, advirtió un banquero
De hecho, en los últimos días se conocieron dos informes muy duros desde el corazón de Wall Street. El banco de inversión Goldman Sachs y también el Barclays lanzaron casi al unísono, sendas advertencias sobre la viabilidad de la dolarización, “sin financiamiento” como destacó la entidad inglesa y “costosa y con desventajas” como objetó la norteamericana.
Ya el JP Morgan había advertido, hace semanas, sobre la retroalimentación del fluir de la campaña electoral con las circunstancias económicas, anticipando un deterioro de todas las variables con mayor presión cambiaria y, por ende, sobre la inflación. Un círculo vicioso completo.
En su informe, en tanto, Goldman destacó la necesidad de “un contexto de política macroeconómica sólida y una política fiscal disciplinada”, lo que advirtió que en la Argentina “no es un hecho”.
En todos los casos, el consenso es que la propuesta dolarizadora de Milei recaliente el mercado cambiario y, tal como lo expresó Barclay, “coordina expectativas inflacionarias”. En ese plano, el principal temor del mercado es una dolarización apresurada, sin dólares ni vallas de contención, que dispare el infinito el precio del billete. La reacción a ese temor se viene reflejando en todas las cotizaciones del dólar, menos la oficial, que desbordaron con holgura todas las barreras que el Gobierno pretendía defender: menos de $800 para el blue, igual que para el CCL, y no más de $700 para el MEP. Así, aparece la amenaza de una profecía autocumplida.
“En términos técnicos y reales, el dólar a $900 está caro, yo no compro. Pero no lo hago porque sé cómo cubrirme por si llega a $1500. El mensaje es que el precio del dólar hoy no depende ni de los fundamentos económicos ni de la cotización histórica, es puro pánico e incertidumbre que no parece vaya a disiparse en las próximas semanas”, advirtió el banquero, representante de una entidad internacional, que coincidió en que el impacto de la figura de Milei es parte de esa reacción. En pocas palabras, el sentir del mercado es que aumentaron las chances de que de Insaurralde al libertario haya solo un paso: el que lo deposite en la Casa Rosada.