La escasez de reservas y la necesidad de sostener el congelamiento del tipo del dólar oficial y evitar que se sigan escapando los dólares financieros, en especial el “Contado con Liquidación” (CCL), hicieron que el gobierno vuelva a prorrogar la vigencia de la más reciente versión del “dólar soja”, que venció el 30 de septiembre, pero fue prorrogada nominalmente hasta el próximo 25 de octubre y en los hechos hasta el viernes 20 de octubre, último día hábil previo a la primera vuelta de las elecciones presidenciales.
Sucede que tanto el volumen de exportaciones de soja como la liquidación de divisas y la recaudación por retenciones mermaron con las sucesivas versiones del “Programa de Incremento Exportador” (PIE) que el gobierno lanzó en septiembre de 2022, al principio exclusivamente centrado en la oleaginosa, luego ampliado a otros cultivos y economías regionales e incluso, en su cuarta versión, excluyendo al cultivo que en 2008, durante el largo conflicto con el campo, la entonces presidente Cristina Kirchner llamó “yuyo”.
De ahí que el “PIE 5″ es a la vez el “Dólar soja 4″. Más allá de sus nombres, todas las versiones buscan exorcizar la escasez de dólares y arrimar recaudación por retenciones a las arcas fiscales. El problema es que ese aporte es cada vez menor.
El decreto 492 que el gobierno publicó ayer en el Boletín Oficial incluye cambios en la operatoria: ya no habla de “libre disponibilidad de divisas” del 25% de las liquidaciones, sino que esa parte deberá negociarse en el mercado del CCL antes del 20 de octubre (día hábil previo a las elecciones), en un claro intento de atenuar la presión alcista de esa variante de “dólar financiero”.
Las cámaras de la industria aceitera y de exportadores de cereales (Ciara-CEC), que representan el 48 % de las exportaciones argentinas, precisaron que en septiembre las empresas del sector liquidaron USD 2.045 millones, un 75% menos que en septiembre del año 2022. Sucede precisamente que ese mes del año pasado estuvo vigente la primera y más rendidora versión del dólar soja, por el que ingresaron en menos de 30 días unos USD 7.500 millones.
La liquidación del mes pasado fue, a su vez, 15% mayor a la de agosto y si se toma el acumulado enero-septiembre la caída en la oferta de dólares del sector fue del 50 por ciento.
“La liquidación de divisas está fundamentalmente relacionada con la compra de granos que luego serán exportados, ya sea en su mismo estado o como productos procesados, luego de una transformación industrial. La mayor parte del ingreso de divisas en este sector se produce con bastante antelación a la exportación, anticipación que ronda los 30 días en el caso de la exportación de granos y alcanza hasta los 90 días en el caso de la exportación de aceites y harinas proteicas. Esa anticipación depende también del momento de la campaña y del grano de que se trate, por lo que no existen retrasos en la liquidación de divisas”, aclaró el “monitor” de Ciara-CEC sobre lo ocurrido el mes pasado.
Cuánto se vendió
De hecho, en septiembre, la oferta de soja se recuperó: los productores vendieron 3,2 millones de toneladas, más de 4 veces las 750.000 toneladas que habían vendido en agosto, pero a la vez menos de un cuarto de las 14,6 millones de toneladas que habían vendido en septiembre del año pasado, en la primera versión del dólar soja o PIE 1.
Si se comparan los acumulados de 9 meses (más precisamente, hasta el 27 de septiembre) en 2023 las expo sojeras acumularon 12,7 millones de toneladas, contra 28,3 millones en igual período de 2022; 30,84 millones en 2021 y 32,22 millones en 2020. La sequía está detrás de la fuerte merma de este año, pero también es cierto que los volúmenes de los tres años precedentes fueron muy altos y fijaron una vara de comparación muy alta.
En dólares, los sectores exportadores nucleados en Ciara-CEC arrimaron USD 16.749 millones en los primeros 9 meses de este año, contra USD 33.817 millones en igual período del año pasado. Una merma muy fuerte, es cierto, pero también comparada con un año extraordinario, de buena cosecha y excelentes precios, azuzados en su momento por la invasión rusa y la guerra en Ucrania, justo en el momento (el segundo trimestre) en que sale al mercado internacional la producción argentina.
También, como se observa en el gráfico de abajo, mermó notablemente el aporte en recaudación por retenciones a la exportación. Según una estimación de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) –tomando solo e la soja de origen nacional- el PIE V o “dólar soja 4″ aportó hasta ahora unos USD 159 millones, contra los USD 3.296 millones que había generado a las arcas fiscales la primera versión del dólar soja, los USD 1.132 millones de la segunda versión y los USD 1.062 de la tercera. De vuelta, una vara muy alta y un salto muy bajo. De ahí la prórroga.
Al gobierno lo que le interesa es la parte que queda. Según cálculos de la BCR en base a datos de producción y variación de stocks, serían unas 3,9 millones de toneladas de soja. Los productores venderá, dijo esta semana Elbio Laucirica, de Coninagro, en la medida que necesiten para ir pagando sus cuentas. Para ellos, subrayó, la soja es la “moneda dura” en que prefieren preservar su capital en un contexto de altísima incertidumbre.