En la agroindustria, si bien todas las regiones del país tienen sus propias características, bajo el título de economías regionales se engloba a muy distintas producciones que, en la mayoría de los casos, se desarrollan fuera del área central de la Argentina, donde se cultivan granos anuales como trigo, maíz, soja y girasol, entre otros.
En el contexto macroeconómico actual, el común denominador que las aqueja es la falta de rentabilidad, consecuencia de la sequía ,la inflación, la brecha cambiaria, la presión fiscal y la dificultad para encontrar mano de obra para las cosechas. A esos factores se sumó la caída en los precios internacionales para llevar al sector a perder USD 1.000 millones de exportaciones en un año.
El director ejecutivo de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Pablo Vernengo, precisó que 63% de los productores agropecuarios de la Argentina -unos 159.000- provienen de las economías regionales. Se trata mayormente de pymes, que sufren la problemática general de ese tipo de empresas y a las distorsiones macroeconómicas generales suman la crónica falta de financiamiento específico.
Complejos agroindustriales
“En los 31 complejos agroindustriales regionales que mide CAME, por lo general el productor no fija precio: entrega la mercadería que toma el sector industrial, que en ciertos productos está muy concentrado (vitivinicultura, yerba mate tabaco, peras y manzanas) y que establecen las normas y las pautas de pago”, dijo Vernengo. Como ejemplo, citó el caso de las peras y manzanas, donde la cosecha se hace entre enero/febrero, los productores reciben su liquidación hacia marzo/abril y los galpones de empaque “pagan en cómodas cuotas hasta diciembre, con lo cual, con la inflación reinante, el productor siempre queda descalzado en pesos”.
De los complejos agroindustriales, algunos son netamente exportadores como son los casos del arroz, el maní, el tabaco y las peras, que colocan en el exterior entre 60 y 90% de su producción. Otros trabajan mayoritariamente para el mercado doméstico, como la producción hortícola.
El algodón, economía regional del norte argentino sigue pagando derechos de exportación “por un capricho de la Secretaría de Comercio respecto del rubro textil”, dice Vernengo
“Tenemos productores que ante la falta de rentabilidad no pueden hacer muchas innovaciones tecnológicas y, por ende, no aumentan los volúmenes de producción. Si afectan fenómenos climáticos, eso se traduce no solo en menores volúmenes, sino también en menor calidad de la producción”, explica Vernengo. “¨Por la caída de precios en el mercado internacional, entre septiembre de 2022 y agosto de 2023, las exportaciones de las economías regionales cayeron en USD 1.000 millones, pasando de USD 7.600 millones a USD 6.600 millones”, señala.
Vernengo señala también “la falta de competitividad por la brecha cambiaria”. Y reclama: “necesitamos un precio único del dólar; las empresas están exportando a un dólar de $350/360 y hay economías regionales que aún tienen retenciones por cuestiones vinculadas al nomenclador arancelario”. Es el caso del algodón, economía regional del norte argentino que sigue pagando derechos de exportación, “por un capricho de la Secretaría de Comercio respecto del rubro textil”, dice Vernengo.
Mano de obra
Otra característica de las economías regionales es que son grandes demandantes de mano de obra. Levantar las cosechas de esos 31 complejos agroindustriales requiere unos 625.000 jornales. Eso no implica igual número de trabajadores, pues un mismo operario puede trabajar en distintas producciones en una misma temporada. Pero conseguir cosecheros no es tarea fácil para muchas producciones regionales.
“Desde CAME impulsamos el decreto 514 (que compatibiliza los planes sociales con el trabajo formal registrado para trabajadores temporarios), pero necesitamos una ley”, dce Vernengo, y cuenta que CAME presentó un proyecto en tal sentido en el Congreso Nacional.
Conseguir mano de obra es un problema que por estas semanas complica a la producción de arándanos, una economía regional que está iniciando su temporada de cosecha. Según Jorge Pazos, presidente del Comité Argentino del Arándano, “todo beneficio que se les da a los trabajadores no registrados atenta contra la mano de obra registrada para la cosecha, porque la gente tiene dudas sobre si pierde el beneficio del bono al tomar el trabajo”.
Respecto de los trabajadores registrados (cuyo sueldo de ingreso a la actividad es de unos $180.000), Pazos agrega: “pese a haber negociado paritarias hace un mes, tenemos que pagarle un plus para que los cosecheros acepten trabajar. Cuando se necesita la mano de obra, el productor está dispuesto a poner algo más, para no perder los esfuerzos de un año. La fruta no espera y si se pasa y no se cosecha, se pierde”.
La economía regional del arándano, que alcanza áreas de Tucumán, Catamarca, Corrientes, Entre Ríos y Buenos Aires, “no está bien”, dice Pazos. Una actividad que comenzó en el país a fines de los ‘90s y alcanzó su pico de expansión en 2012, con 4.200 hectáreas, hoy abarca unas 2.300 hectáreas. “La situación actual es compleja; producimos algo que es solo de nicho. Supimos exportar 15.000 toneladas y ahora apenas llegamos a 6.000; estamos mal, porque nuestra mano de obra se encareció en dólares, ls insumos están dolarizados a una cotización diferente a la oficial y la logística triplicó sus costos luego de la pandemia”, resume Pazos. Y agrega: “los mercados de destino siguen con una demanda sostenida, pero en los últimos años aparecieron países como Perú, que es el gran jugador del hemisferio sur y logró volúmenes 10 o 15 veces mayores que los de Argentina en menos de 8/9 años”.
Semáforo
Así como CAME, también Coninagro hace un repaso mensual de las principales producciones regionales, a través de un “Semáforo” que releva la situación de 19 rubros diferentes a los que califica según su estado de situación.
Según el último informe, del total de los complejo analizados, la yerba mate es el único con la mejor calificación -¨Prosperidad-, en tanto, 6 rubros -arroz, aves, hortalizas, mandioca, maní y ovinos- tiene la calificación de “Advertencia”. Otros 6 -bovinos, papa, peras y manzanas, porcinos y tabaco- presentan “signos de crisis” finalmente, con la calificación “crisis”, a secas, figuran algodón, miel, cítricos dulces, granos, vino y mosto, y leche.
El presidente de Coninagro, Elbio Laucirica, sostuvo que “la gran mayoría de las economías regionales, por efecto de las políticas económicas y de las inclemencias climáticas, en un 90%, están en una situación crítica”. En especial, menciona a la lechería, desde hace mucho tiempo muy perjudicada por medidas oficiales como el dólar soja, que encareció sus costos de producción y la llevó a una situación de quebranto. “La industria (láctea) también está trabajando con márgenes negativos porque el precio internacional de la leche en polvo que se exporta ha bajado”, señaló Laucirica.
Para el dirigente cooperativista, el combo atraso cambiario-inflación-presión fiscal atenta contra las economías regionales. Son problemas, dice “transversales a todas las producciones y no solamente vinculados al sector productivo”, sino a toda a la sociedad.
“Los trabajadores, el cuentapropista, todos -concluye- se ven sumamente este afectados por la inflación, el atraso y la brecha cambiarias y la alta carga fiscal”.