La reforma del llamado “impuesto a las Ganancias”, que ayer tuvo media sanción en la Cámara de Diputados, haría que en la Argentina menos de 90.000 personas paguen el tributo, una rareza para el que es considerado el tributo más progresivo y de mayor capacidad redistributiva en la estructura impositiva de los países desarrollados y también, aunque en menor medida, en las de las economías emergentes y de bajos ingresos.
El costo fiscal de la reforma, que la Oficina de Presupuesto del Congreso calculó en casi 3 billones (millones de millones) de pesos, será soportado en más del 57% por provincias y municipios, estimó un reciente informe de la consultora Aerarium, y va a contramano del objetivo de reducción del déficit fiscal a 1,9% del PBI que el gobierno confirmó hace poco menos de un mes con el FMI para destrabar el más reciente desembolso, de USD 7.500 millones, del organismo.
Qué dice el FMI
Ayer, mientras se aprobaba la reforma, el Fondo publicó en su blog un documento sugiriendo medidas para que los países en desarrollo mejoren, en hasta 8 a 9 puntos del PBI, su eficiencia recaudatoria para “financiar objetivos de desarrollo”. Incluía referencias a un estudio de 2022 en el que tres especialistas del área fiscal analizan la evolución e importancia de lo que en el mundo suele llamarse “impuesto al ingreso personal”.
En base a datos de 157 países para el período 2006 a 2018, el estudio, realizado por Dora Benedek, Juan Carlos Benítez y Charles Vellutini, especialistas del área fiscal del Fondo, afirma que este tributo (PIT, por su sigla en inglés) “juega un importante rol en la redistribución del ingreso”, con un aporte promedio en torno del 9% del PBI en los países desarrollados, pero mucho más bajo en las economías emergentes, donde su peso en la recaudación aumentó de 1,9 a 3,1% del PBI en el período estudiado, y en los países de bajos ingresos, donde pasó de apenas 1 a 2,1 por ciento.
Según el Fondo, el PIT tiene 3 características: 1) está positivamente asociado con el crecimiento y el nivel de desarrollo de una economía; 2) también incide positivamente sobre la recaudación total, que aumenta más que proporcionalmente a medida que lo hace el PIT; y 3) su capacidad redistributiva es menor en las economías emergentes y en las de bajos ingresos, debido a su muy inferior incidencia respecto de la que tiene en los países desarrollados.
Historia de un tributo
Estas diferencias tienen, a su vez, raíces históricas. El impuesto a los ingresos personales (en la Argentina llamado “a las Ganancias”) se desarrolló a partir de mediados del siglo XIX en los países más avanzados, inicialmente como “tasa plana” (flat tax) y fue luego adoptando carácter progresivo (tasas más altas a medida que aumenta el ingreso), proceso que se aceleró en el siglo XX y más aún desde el fin de la segunda guerra mundial, cumpliendo un rol clave en la financiación del llamado “Estado del Bienestar” y los sistemas de educación y salud públicas.
En las economías emergentes y de bajos ingresos, dice el documento del FMI, esa posibilidad fue limitada por el hecho de que el tributo “se enfocó en un muy pequeño segmento de la población, usualmente trabajadores del sector público o un reducido número de personas empleadas en grandes empresas o empresas multinacionales”.
El aumento del mínimo no imponible aprobado por Diputados, que eleva el umbral desde el cual se paga el tributo a 15 veces el Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM), llevándolo de $700.000 a $1.770.000 (y a fin de año a cerca de $2 millones) implica, calculó un estudio del Ieral, que en Argentina se empezará a pagar el impuesto al doble de ingreso que en Chile, que tiene hoy un ingreso por habitante superior.
Discusión semántica
“Que el argentinismo de llamarle “Impuesto a las Ganancias” no nos pierda en una discusión semántica. En todo tiempo y lugar se llama impuesto a los ingresos o a la renta personal”, escribió por su parte Isidro Guardarucci, economista asociado de FIEL y experto en temas tributarios y programas sociales, en un hilo por Twitter, en el que se calificó a la reforma como “pésima política económica”.
“El mínimo no imponible no es bajo y queremos aumentarlo a niveles ridículamente altos. En USA, una de las economías más ricas y pro-mercado del mundo, se comienza a tributar el impuesto a la renta personal aproximadamente a partir de los US$1.000 mensuales”, subrayó el especialista, adjuntando un gráfico comparativo del PBI por cápita de Argentina, EEUU y varios países del mundo (Gráfico)
Una investigación de Guardarucci y los economistas Jorge Puig y Diego Fernández Felices en base a datos de la AFIP y de Encuestas de Hogares del Indec encontró que, aún con sus imperfecciones, el “Impuesto a las Ganancias” en la Argentina es progresivo. “El decil más rico absorbe más del 90% de la recaudación total del impuesto (99% en el caso del ordenamiento de acuerdo al ingreso per cápita familiar). La presión tributaria resulta prácticamente nula para toda la distribución, con excepción del último decil. La fuerte progresividad del impuesto se ve levemente atenuada para el caso del consumo per cápita familiar”, dice un pasaje del trabajo.
Guardarucci también aportó un gráfico comparativo de la estructura tributaria argentina y de los países de la OCDE, que muestra que mientras en estos el impuesto a los ingresos personales explica el 8,3% del PBI, en la Argentina aporta solo el 2,5%, pero es más parejo el peso del impuesto a las Ganancias de las empresas. En la Argentina es levemente mayor la incidencia del IVA, pero la mayor “originalidad” es el aporte de dos impuestos distorsivos como Ingresos Brutos (de nivel provincial) y al cheque, que aportan 5,6% del PBI, pero no existe en los países de la OCDE, y el impuesto a las exportaciones (retenciones), que aporta 2% localmente y tampoco existe en los países de la OCDE (Gráfico)
“La reforma implica transferirle al segmento de trabajadores formales de más altos ingresos un monto que casi duplica el costo total de la Asignación Universal por Hijo (0,47% del PIB en 2022) y según la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC) tendría un costo de 0,83% del PIB; implica más déficit. Y más déficit es más emisión y más inflación. Todo esto sucede en un país que tiene en un mes más inflación de lo que casi cualquier otro tiene en un año”, enfatizó Guardarucci, apuntando a la paradoja de que una reforma que casi elimina el impuesto más progresivo y contribuirá al aumento del más regresivo e injusto (el impuesto inflacionario, haya tenido el masivo acompañamiento del peronismo y de la izquierda.
Costo fiscal
En pesos, el cálculo de la OPC es que el costo total de la reforma será de $2.927.126 millones (esto es, 2,9 billones), de los que $1,7 billones se les escurrirán a las provincias.
Economistas internacionales supuestamente respetados por el actual gobierno, como Thomas Piketty, Joseph Stiglitz y Jeffrey Sachs, han señalado en distintos estudios el carácter progresista del impuesto a los ingresos personales (en la Argentina, “Ganancias”).
Por caso, un paper de Piketty y Emmanuel Sáez sobre el nivel “óptimo” de imposición sobre los ingresos del trabajo refiere 58 veces la palabra redistribution y 25 veces redistributive. Stiglitz, por su parte, dijo en un reportaje al diario inglés The Guardian que es partidario de llevar la tasa marginal más alta del impuesto a los ingresos personales al 70%, el doble que la tasa máxima sobre “las Ganancias” en la Argentina. En EEUU, una crítica generalizada al Personal Income Tax es la complejidad burocrática, que según el tributarista Joel Slemrod insume millones de horas de los contribuyentes y genera miles de millones de dólares de ingresos a los especialistas en liquidación de impuestos.
La reforma que envió el Ejecutivo y ayer aprobó Diputados tiene una característica que desfigura aún más el tributo: el mínimo no imponible es muy alto, pero apenas se empieza a pagar la alícuota es ya del 27% y rápidamente escala al máximo, del 35%, cuando el nivel de ingresos supera los 22 Salarios mínimos (esto es, a partir de 2.596.000 pesos). Un impuesto que no llega a las personas de piernas largas, pero si llega, rápidamente se les sube a la cabeza.