El duro dato de inflación que confirmó el Indec durante la semana para agosto, que se ubicó en 12,4%, ratifica la presunción instalada entre economistas, analistas y operadores del mercado respecto de las casi nulas posibilidades de sostener la corrección cambiaria tras la devaluación aplicada el 14 de agosto, el lunes posterior a las PASO. Es más, ese registro tiende a indicar que el dólar real llegará a octubre y noviembre con un atraso mayor a la que tenía antes de la devaluación.
El salto de 22% en el precio del dólar oficial mayorista logró, en un primer momento y de un plumazo, cumplir con la exigencia del Fondo Monetario de recuperar el nivel de tipo de cambio real vigente a fin de 2021, fecha que se usó de referencia en el acuerdo firmado primero por el ex ministro de Economía, Martín Guzmán, y luego revisado y modificado por su sucesor, hoy también candidato a presidente, Sergio Massa.
Pero la velocidad del traslado a precios de ese ajuste cambiario que fue inédita, incluso en comparación con los más recientes episodios devaluatorios y que llevó la inflación del mismo mes en que se aplicó la medida a los dos dígitos, amenaza con no sólo dar por tierra rápidamente con los efectos buscados -al menos por el FMI, que en rigor el Gobierno estaba centralmente preocupado por obtener un giro de USD 7.500 millones- sino con empeorar las condiciones previas.
La velocidad del traslado a precios de ese ajuste cambiario fue inédita, incluso en comparación con los más recientes episodios devaluatorios
Igual que el gran consenso del mercado, que ya da por descontado que la inflación no bajará de los dos dígitos por mes hasta fin de año, los analistas de la consultora 1816 calcularon que para la fecha de las elecciones de octubre el tipo de cambio real estará 1% debajo del que se registraba la jornada previa a la devaluación de agosto; mientras que si el Gobierno logra sostener congelado como prometió del precio del dólar oficial (hoy en $350), acumulará un retraso de casi 10% respecto del nivel anterior a las elecciones primarias cuando, según el Fondo, ya se acumulaba un retraso de 25% respecto de la fecha de referencia.
Claro que ese presupuesto implica que el candidato oficialista, es decir, Sergio Massa, accedió al balotaje y de ahí la firme vocación de sostener fijo el tipo de cambio. Ese escenario, sin embargo, en el que se descuenta que su contrincante sería el líder de La Libertad Avanza, Javier Milei, es el que provocaría mayor tensión en el mercado y, por ende, mayores chances de devaluación.
“Dado el IPC de agosto, ya se perdió cerca de la mitad de la competitividad ganada con la devaluación post PASO. Asumiendo un IPC mensual de 10% promedio hacia adelante y el A3500 (dólar mayorista que marca el BCRA) fijo en $350, para la primera vuelta electoral el tipo de cambio real ya estará 1% debajo de su nivel previo al salto cambiario, y 9% para la segunda vuelta electoral”, sostuvo la consultora financiera en su último informe, que planteó el interrogante de cuándo ocurrirá la segunda devaluación, entre ambos turnos electorales o después de definida la elección presidencial en noviembre. En eso, claro, será determinante la suerte del oficialismo en los comicios.
Dado el IPC de agosto, ya se perdió cerca de la mitad de la competitividad ganada con la devaluación post PASO (1816)
Pero, en cualquier caso, el mercado da por descontado un nuevo salto devaluatorio antes de fin de año, lo que hace que los pronósticos de inflación se ubiquen en torno 190%, tal como confirmó JP Morgan durante la semana, cuyas analistas también advirtieron sobre la apreciación de la moneda local en los próximos meses que derivaría en la necesidad de un nuevo ajuste del tipo de cambio.
Pero no sólo el dólar presiona ahora sobre la inflación. En Delphos Investments también llevaron sus proyecciones de inflación al nivel de 180% a 190% para este año en función de una dinámica que dependerá crucialmente de la velocidad de descongelamiento de precios clave (tipo de cambio oficial, combustibles y tarifas).
El día después de las elecciones de octubre
En este aspecto, remarcaron los analistas, los resultados de las elecciones generales del 22 de octubre serán determinantes. “En caso de que el candidato oficialista logre pasar a la segunda vuelta, los incentivos políticos impulsarán un lento descongelamiento” de precios para aumentar las chances electorales, lo que mantendría la inflación en niveles cercanos a los actuales”.
Pero en el escenario opuesto, las chances de que se produzca una nueva aceleración inflacionaria durante fines de octubre y noviembre son altas por la debilidad política del oficialismo y también por las expectativas, ya sea de dolarización o de unificación del mercado de cambios, dadas las propuestas que impulsan los candidatos de la oposición. “Esto aliviaría parte de la “herencia” de la nueva administración, pero la tasa de inflación resultante sería mucho más alta por la falta de un plan antiinflacionario”, afirmó Delphos en su balance semanal.