En la página 323 de su libro “Sinceramente”, Cristina Kirchner reconoció que en 2015 decidió aumentar el gasto público en 1% del PBI para favorecer la candidatura presidencial de Daniel Scioli. “Me causa mucha gracia los que dicen que no hice ningún esfuerzo para que ganara las elecciones”, remata. Ese “sincericidio” le valió una denuncia encabezada por el abogado Yamil Santoro.
Una fórmula casi calcada es la que eligió Sergio Massa para llegar con chances a las elecciones presidenciales. Su apuesta es llegar a una segunda vuelta, donde imagina dos escenarios: futuro Presidente o jefe de la oposición.
La nueva versión del “Plan Platita” tiene todos los condimentos juntos: devolución del gasto en supermercados, aumento del piso de Ganancias, bono para jubilados y beneficiarios de planes sociales, pasando por sorteos de electrodomésticos y motos para los que compren o vendan por medios electrónicos.
Fiesta de gasto
Distintas estimaciones coinciden en que casualmente esta nueva fiesta del gasto representa cerca de 1% del PBI. La consecuencia es un incremento del déficit fiscal primario, que llegaría así a 3% del PBI. Es casi imposible que ese incremento del gasto sea compensado con más ingresos a esta altura del año.
El nuevo “Plan Platita” que puso en marcha Sergio Massa para mejorar transitoriamente los ingresos de las familias cuesta 1% del PBI, prácticamente lo mismo que las medidas que dispuso Cristina Kirchner en 2015 para apoyar a Daniel Scioli, quien entró al balotaje y perdió por poco con Mauricio Macri
Por lo tanto, el nuevo programa firmado con el FMI se encamina a otro incumplimiento de todas las metas. No solo será imposible acumular las reservas comprometidas (más de USD 8.000 millones), sino que también se aleja la posibilidad de achicar el déficit a 1,9% del PBI. Al contrario, el rojo fiscal de 2023 será más alto que el año pasado.
Nada de esto parece importarle demasiado a Massa, que precisa ganarle a Patricia Bullrich, pero además necesita que Javier Milei no supere el 40% para no quedar a tiro de consagrarse Presidente en la primera vuelta electoral.
El deterioro económico es negativo para la candidatura de Massa y funcional a la de Milei. Eso significa que el enojo de la gente ante la pérdida de poder adquisitivo y el deterioro social favorece de manera directa al libertario.
Llegar al balotaje
En Juntos por el Cambio confían en llegar al balotaje, a partir de un mayor caudal de votos de mayores de 50 años que no fueron a votar en las PASO. También esperan recuperar votos de grandes ciudades del interior en las que ganó Milei. “En agosto fue una elección de tercios, más allá de la sorpresa que generó el resultado”, explicó Mauricio Macri en su reaparición para apoyar explícitamente a Patricia Bullrich.
Está claro que la apuesta de Massa es cortoplacista. Por un lado apunta a que los congelamientos de precios alcancen para devolver la inflación a un dígito en septiembre, tras el récord de 12,4% registrado en agosto. Y al mismo tiempo busca mejorar los ingresos al menos de manera momentánea. Pero todo sirve para llegar con una “foto” mejor para las elecciones. Todo esto sumado a un piso de votantes kirchneristas de alrededor del 25% más el tradicional voto peronista.
Massa juega con fuego, en medio de una inflación que se acelera peligrosamente, reservas negativas en el Central y una brecha cambiaria arriba del 100%. Todo confluye a una situación que se pondrá todavía peor a medida que se acerque fin de año
Se trata de una olla a presión que hierve más que nunca. Cristina Kirchner también dejó un déficit alto y un Banco Central vaciado de reservas, pero el punto de partida era mucho menos complejo que el actual. En 2015 también había congelamientos, especialmente de tarifas, pero la inflación terminó en 25%. La brecha cambiaria no superaba el 30% y la deuda en pesos y dólares se ubicaba en niveles bajísimos.
Ahora el punto de partida es mucho más dramático que hace ocho años, cuando le tocó asumir el gobierno a Macri. Acelerar la emisión monetaria sobre una inflación que ya acumula 125% en los últimos doce meses resulta altamente peligroso.
El dato más devastador es el aumento acumulado por la canasta básica alimentaria, que creció 146% interanual. Son 20 puntos más que la inflación general, confirmando que el devastador efecto sobre los más pobres de los fenómenos de alta inflación como el actual.
El plan del Gobierno tiene objetivos muy austeros y de corto plazo. Se trata de pasar esta cinco semanas que restan hasta las elecciones sin grandes sobresaltos cambiarios, con la inflación desacelerando levemente y que mejoren al menos en octubre los ingresos de las familias. Después de las elecciones arranca otra historia
El dólar soja 4 está aportando más oferta de divisas y le dio descanso a la cotización de la divisa, que el viernes cerró a $ 730. Pero el 30 de septiembre finaliza y en octubre, pleno mes electoral, habrá fuerte presión de inversores minoristas y también de empresas para dolarizarse. El peligro latente para Massa es volver a enfrentar un escenario similar al previo a las PASO, cuando el dólar libre subió casi 20%, empujando luego a la devaluación del tipo de cambio oficial. El plan es dejarlo congelado a $ 350 por lo menos hasta las elecciones.
Por supuesto que si el balotaje llega a darse entre Milei y Massa (hoy parece el escenario más probable) se extenderán los congelamientos y el “Plan Platita” llegará recargado entre fines de octubre y la tercera semana de noviembre. Se trata de una jugada de altísimo riesgo. No es casual que los analistas económicos vean un pico inflacionario en diciembre y enero próximo cercano al 14 por ciento. Otra vez la Argentina se enfrenta a un verano muy caliente, hoy con un altísimo nivel de incertidumbre tanto económica como política.
Fin de ciclo
La Argentina se encamina rápidamente a un fin de ciclo, que no solo incluirá fuertes cambios políticos, sino también de política económica. La búsqueda del equilibrio fiscal, casi una obligación para evitar que se dispare todavía más la inflación. La calificadora Moody’s no es optimista respecto a cómo será la evolución del 2024: pronosticó una contracción de 2,5% y una inflación superior al 280 por ciento.
Milei concentró las discusiones sobre el futuro de la economía en la dolarización, contra gran parte de los economistas que consideran inviable su propuesta. Se trata, sin embargo, de una cuestión de segundo orden.
Las urgencias que enfrentará el próximo gobierno aún antes del 10 de diciembre son enormes y exceden largamente la discusión respecto a si es factible dolarizar. No es casual que los inversores busquen cubrirse de un escenario de caos, con desborde del tipo de cambio, incluyendo el peligro de una hiperinflación.
El próximo Presidente deberá asegurar gobernabilidad, mostrar rápidamente equilibrio en las cuentas públicas a partir de una baja real del gasto y trabajar en recuperar la confianza de los inversores.
Mientras tanto, Alberto Fernández tendrá mañana su triste despedida de Wall Street, cuando se reúna con inversores convocados por el Consejo de las Americas para escucharlo. Cuentan algunos socios de la institución que costó encontrar ejecutivos interesados en participar.