Aunque todavía no se acerca a los niveles que alcanzaron en la primera semana tras la devaluación post PASO, las distintas cotizaciones del dólar, particularmente del billete libre, reflejaron que la amenaza está más que latente y cualquier paso en falso puede costarle al Gobierno la pax cambiaria que, en principio, tiene en el 30 de septiembre una primera fecha de vencimiento.
Es que el fin del dólar soja, que alimenta la oferta de divisas tanto en el mercado oficial como en el financiero y refuerza la capacidad de intervención del Banco Central, combinado con una tasa de interés quieta y la confirmación de un índice de inflación en dos dígitos, puede resultar un terreno fangoso al que se sumó, en las últimas horas, el temor por el efecto de una mayor emisión monetaria para financiar los últimos anuncios económicos.
En cualquier caso, la primera prueba “de riesgo” que podría derivar en un recalentamiento del mercado ya es conocida: la inflación. Más que el dato que se conocerá en las próximas horas, la atención se pondrá también en la decisión que adopte en su próxima reunión de directorio el Banco Central, una vez conocido el índice de agosto. En virtud de la mayor calma que se advirtió durante la última semana en el contado con liquidación (CCL), el Central optó el jueves pasado por no subir la tasa de interés. La misma postura es la que, en principio, sostienen en la autoridad monetaria de cara al próximo encuentro de directores.
Sin embargo, el impacto de los anuncios respecto de la suba del mínimo no imponible en el Impuesto a las Ganancias, cuyo financiamiento se prevé implicará mayor emisión monetaria a pesar de que desde el Gobierno se asegura que se financiará con el impuesto PAIS a las importaciones, y las nuevas medidas que se esperan para monotributistas y autónomos, incrementan la incertidumbre en el mercado respecto del proceso inflacionario.
“Las medidas tomadas en la última semana implican un aumento del agujero fiscal de casi 0,6% del PBI (0,2% por el lado de ingresos, 0,4% por el lado del gasto). Casi 0,6% de déficit fiscal, a ser financiado con emisión monetaria, implica una emisión de más del 11% de la base monetaria actual, lo que generará mayor presión sobre el mercado de bienes, es decir, inflación, y sobre el mercado de dólares, con la suba de los dólares financieros”, sostuvo un breve análisis de Aurum Valores, que consideró que todas esas medidas “se presentan a contramano de una política fiscal más responsable”.
“Las medidas tomadas en la última semana implican un aumento del agujero fiscal de casi 0,6% del PBI (0,2% por el lado de ingresos, 0,4% por el lado del gasto)” (Auren)
En ese contexto, tal vez el BCRA se vea forzado en las próximas semanas, si es que ratifica el jueves el actual nivel de tasa de interés tal como tienen definido por el momento, a modificar esa postura. Por el momento, en el mercado las posturas están divididas entre quienes descartan cambios y quienes están convencidos de que en esa decisión se juega en parte la posibilidad de sostener en el tiempo –al menos hasta las elecciones de octubre– el muy precario equilibrio de una brecha cambiaria levemente por encima de 100 por ciento.
“Al mismo tiempo que acelera la liquidación en el MULC y da lugar a compras oficiales, se promueve que las divisas de libre disponibilidad vayan canalizándose por el CCL. La liquidación de las cerealeras de la semana pasada explicaría la marcada caída del CCL de $760 a $740 (hoy $736) y la consecuente baja de la brecha cambiaria a 112%, luego de haber tocado un pico de 129% el 29 de agosto”, resumió el informe semanal de PPI.