En el súper-inflacionario 2023 el stock de títulos de deuda que coloca el Banco Central (BCRA) para absorber el excedente pesos no para de crecer. Al 11 de septiembre contabilizaban $20 billones ($20.042.492 millones), una cifra astronómica equivalente a unos USD 57.272 millones al tipo de cambio oficial, más de dos veces las actuales reservas brutas en divisas de la entidad que preside Miguel Pesce.
También representan tres veces la Base Monetaria, que es la cantidad de dinero con la que funciona la economía, en $6,6 billones. Esto significa que de cuatro pesos emitidos, hay tres fuera de circulación colocados en deuda del BCRA para intentar limitar su efecto inflacionario.
A la vez, el crecimiento de estos pasivos remunerados del BCRA (Letras de Liquidez -Leliq-, Pases pasivos y Notas del BCRA -Nobac-) potencia las ya exacerbadas expectativas devaluatorias e inflacionarias, ante el serio riesgo de que esos pesos sean liberados y se vuelquen al mercado.
En la actualidad, la “bomba” de las Leliq es uno de los principales escollos para una eventual unificación cambiaria en el próximo gobierno, pues la fuerza expansiva y destructora de la montaña de pesos emitidos es dos veces más grande que la de cinco años atrás.
Junto con la devaluación, el Banco Central tomó una decisión firme para dar una señal al mercado en medio de la volatilidad financiera. La entidad que preside Miguel Ángel Pesce decidió el 11 de agosto elevar la tasa de interés de política monetaria, que se traslada a las de plazo fijo, del 97% a 118% nominal anual a 30 días, como medida de emergencia.
Esto significa una tasa efectiva anual -por el interés compuesto generado en la reinversión de capital e intereses a lo largo de doce meses- superior a 209%, para hacerle frente a la inflación con rendimientos reales positivos, y para desincentivar la búsqueda de cobertura en el dólar libre y en las paridades bursátiles hasta las elecciones de octubre.
Desde la pandemia de Covid-19, el Banco Central viene emitiendo pesos masivamente para cubrir el déficit fiscal de la Administración Central. Retirar ese dinero excedente de la calle y retenerlo dentro del sistema es un procedimiento fundamental para evitar una hiperinflación; se trata de unos $13,8 billones que salen del consumo y son colocados a plazo fijo tradicional y, en una cantidad menor, indexados por UVA.
Estos depósitos que captan los bancos de sus clientes son inmediatamente devueltos al BCRA -cuando no encuentran una salida a través de las diferentes líneas de crédito- que entrega a cambio sus Leliq. En términos sencillos, la mayor parte del ahorro privado en pesos está encajado en la deuda “cuasi fiscal” que emite el Central.
Pero los efectos nocivos también son palpables. Por una parte, el enfriamiento de la economía, pues la actividad se resiente si se retiran pesos que podrían ir a crédito privado y demanda de bienes y servicios.
Por otra parte, el elevado costo mensual que paga el Banco Central para apuntalar los plazos fijos. Con esta tasa de interés, se crea una Base Monetaria -en deuda remunerada- cada cuatro meses meses solo por los intereses que se pagan, a razón de cerca de dos billones de pesos mensual, una dinámica de crecimiento geométrico que parece insostenible, pese a la represión impuesta por cuatro años de control de capitales.
Además, el stock de Leliq, Nobac y Pases registró un incremento anual de 178% desde $7,05 billones del 5 de septiembre del 2022, es decir, unos 60 puntos porcentuales por encima de la inflación.
Diana Mondino, candidata a diputada porteña de La Libertad Avanza, el partido de Milei, aseguró que “para liberar la brecha y el dólar hay que resolver antes el tema de las Leliq” e insistió en que la meta es “liberar el cepo y lograr la unificación cambiaria lo antes que se pueda”.