Cambio al impuesto a las Ganancias: la reacción de los economistas a las modificaciones para el tributo

Si bien sindicatos y empresas de sectores como el petrolero se ven beneficiadas, los analistas, y en particular los especializados en tributación, consideran que va a contramano de las “buenas prácticas” en materia impositiva. Los partidarios celebran la caída en la cantidad de personas sujetas al impuesto

Sergio Massa hace el anuncio sobre Ganancias

Los cambios en el impuesto a las ganancias de los empleados formales de la economía, estableciendo el nuevo umbral a partir del cual se paga el tributo para llevarlo a $1.770.000, valor equivalente a 15 salarios mínimos, y actualizándolo cada seis meses, recibió una reacción mayoritariamente negativa de los economistas profesionales.

Como informó Infobae, el cambio por decreto en el impuesto se utilizará como “puente” hasta discutir en el Congreso el proyecto de ley para afirmar la modificación, que hará que unos 800 mil empleados dejen de pagar. Economía estudia también cambios para los autónomos que pagan Ganancias y beneficios para monotributistas. E incluso, a pedido de la CGT, alguna medida a favor de los trabajadores en la base de la pirámide salarial, aunque todavía no se conoce nada al respecto.

Por cierto, la medida de Economía fue respaldada por la CGT, y en especial por los gremios con más altos niveles de remuneración formal, como petroleros, camioneros, bancarios y judiciales. Anoche, en un cóctel en la primera jornada de la Expo Oil & Gas 2023, la gran tenida anual del sector, organizada por el Instituto Argentino del Petróleo y el Gas (IAPG) había cierto alivio, pues la medida les despeja a las empresas los frecuentes conflictos y negociaciones con los gremios del sector para que “absorban” la incidencia del impuesto sobre la remuneración de bolsillo de los empleados.

Distinta fue la reacción de los economistas y probablemente también lo sea, aunque está enmudecida, la de las provincias, pues Ganancias es un impuesto coparticipable y la reforma reducirá en principio las “transferencias automáticas” que reciben de la Nación.

Mirada electoralista

“Es una medida con mirada electoralista, tiene un costo fiscal de 0,3% del PBI, que se suma al 0,5% de costo del paquete de medidas que ya había anunciado Economía. Es un problema, porque el gobierno se había comprometido a reducir el déficit fiscal. Esto significa más déficit y, en un país que no tiene financiamiento y ya agotó el crédito doméstico, más emisión inflacionaria. Lo que le da a un pequeño sector lo van a pagar todos”, dijo a Infobae María Castiglioni, socia de C&T Asesores Económicos.

Es cierto, dijo la economista, que es necesario atender el efecto de la inflación, “pero no como se presentó; más allá de que la inflación, por falta de ajuste, genera mayor presión en algunos sectores, esta no es la manera de resolverlo: una ley que afectará la recaudación del año que viene, y tomada en el fin de mandato. Plantear medidas que amplían el déficit fiscal es algo totalmente negativo”.

Quién salió en defensa de los cambios propuestos fue Hernán Letcher, vicepresidente de YPF Litio, que destacó que gracias al impacto de las modificaciones anunciadas por Massa el porcentaje de empleados que seguirá pagando el impuesto pasará de 9,5% a sólo 0,9 por ciento. Lo mismo destacó otra economista cercana al oficialismo, como Julia Strada.

En tanto, el economista Isidro Guardarucci, experto en temas tributarios y políticas sociales señaló que la reforma propuesta por el gobierno “nos consolidaría como ‘los estatistas más locos del mundo’. Si queremos mucho estado empecemos por imitar a los que mejor lo hacen: menos carga sobre la producción y más progresividad”, escribió en X (ex Twitter), con un gráfico que compara el 8,3% del PBI que en los países de la OCDE recauda el impuesto sobre las ganancias personales contra el 2,5% que recauda en la Argentina, y que será más bajo aún con los cambios propuestos por Economía.

Cuánto recauda

Argentina, en cambio, recauda más por el IVA 7,1% del PBI, contra 6,7% en los países de la OCDE (mayormente desarrollados) y 5,6% en impuestos con efecto “cascada”, como Ingresos Brutos y Cheques, y 2% en retenciones a la exportación, tributos inexistentes en la OCDE. El único ítem en que parece estar en línea con el promedio OCDE es la recaudación del impuesto a las ganancias (rentas) corporativas (sobre las empresas), que recauda 2,8% del PBI en la Argentina y 2,9% en los países de la OCDE. Por eso, según Guardarucci, la reforma propuesta es económica y socialmente regresiva.

Algo parecido notó Julián Folgar, profesor de Finanzas Públicas de la Universidad de Buenos Aires y economista del Banco Mundial para la Argentina. En la Argentina, observó, muchas menos personas pagan impuesto a las Ganancias que en el mundo, incluidos los países vecinos, incluso antes de la reforma que ahora propone Economía. El país, destacó, tiene el mínimo del impuesto a los ingresos personales, que aquí se conoce como “impuesto a las Ganancias”, más alto de de la región y muy por encima de los países desarrollados.

Esa comparación, explicó a Infobae, se hace en relación al PBI por habitante de cada país, porque comparar valores absolutos de ingresos no tendría sentido, debido a las diferencias de desarrollo y de poder adquisitivo. “Con mil euros no comprás lo mismo en cada país”, explicó a Infobae. “Por eso se compara en términos relativos al PBI por habitante. Ahí encontrás que en promedio en la OCDE se paga Ganancias a partir de 0,4 o 0,5 veces el PBI por habitante y en la Argentina actualmente la relación es de dos veces y con la reforma se iría a cerca de tres veces”.

Entre los países de América Latina, precisa el Panorama Fiscal para América Latina de la Cepal, solo Honduras tiene un umbral de pago de Ganancias más alto que la Argentina (gráfico).

En un posteo en redes sociales, Folgar destacó además que en solo cuatro países del mundo no se paga impuesto a las Ganancias: Arabia Saudita, Omán, Qatar y Emiratos Árabes Unidos; esto es, todos países petroleros de alto PBI per cápita y altísima desigualdad.

“La mayoría de los países desarrollados usa este impuesto (más conocido como “impuesto al ingreso” que como “impuesto a las ganancias”) como base de la tributación y así lo recomiendan las buenas prácticas y los especialistas en tributación de los organismos internacionales”, dijo Folgar, quien además precisó a Infobae que en promedio en el mundo desarrollado de la recaudación total del impuesto a las Ganancias (o Ingresos), el 60% proviene de su aplicación a las personas físicas y 40% a las empresas, contra el miti-miti que se da hasta ahora en la Argentina.

“Creo que las medidas anunciadas por el ministro van en contra de la necesidad de la política fiscal, las finanzas públicas y las tendencias internacionales en términos tributarios”, señaló por su parte Juan Pablo Jiménez, exfuncionario del área fiscal de Cepal, profesor de finanzas públicas y vicepresidente de la Asociación Iberoamericana de Financiación Local (Aifil).

“Alergia” al tributo

Jiménez es coautor (con la economista Andrea Podestá) de un paper sobre la “alergia” latinoamericana a la tributación sobre la renta personal.

“El impuesto a la renta (o a las ganancias como se lo llama en Argentina) o impuesto a los ingresos (o “income tax” como se lo conoce en el resto del mundo) es un tributo que grava las rentas del contribuyente, ya sean del trabajo o del capital suele tener ventajas con respecto a otros tributos, tanto en términos de estabilización macroeconómica, como “estabilizador automático” por el lado de los ingresos fiscales, como en su rol distributivo, por su mayor impacto redistributivo”, dice el estudio.

Sin embargo, señalan los autores, en América Latina, el tributo ha tenido “bajo impacto macro y redistributivo” con lo cual “se da la paradoja de que el principal instrumento de redistribución tributaria haya sido severamente cuestionado en términos de su resultado sobre la equidad horizontal y vertical del sistema”. Esto se debe, explican, a tres factores: la evolución de las alícuotas, la estrecha base imponible “consecuencia de un gran número de exenciones, deducciones permitidas, regímenes simplificados y por los niveles de mínimo no imponibles que dejan fuera del gravamen a una cantidad importante de contribuyentes e ingresos” y los altos niveles de incumplimiento (evasión y morosidad).

De muchos a pocos

El exministro de Economía Hernán Lacunza también fue crítico de los cambios anunciados por Massa. “Pagan Ganancias el 10% de asalariados con sueldos superiores a $ 700.000. Pagan inflación el 100% de trabajadores con salario medio $ 140.000. Con déficit 4% PBI, emisión 11% PBI, inflación 150%, Gobierno propone bajar Ganancias (1% PBI) para que los pobres alivien a los ricos”, posteó en la red X (ex Twitter).

Parecida fue la reacción de Eduardo Levy Yeyati, otro economista de Juntos por el Cambio: “En un mundo sin magia en el que los recursos no caen del cielo, menos impuesto a las ganancias es más impuesto inflacionario”, subrayó.

Otro crítico de la iniciativa fue el historiador económico Roy Hora. “Difícil imaginar una medida que, en nombre de la justicia social (’el salario no es ganancia’), es tan contraria a este principio. A contramano del modelo tributario de los países más desarrollados y más igualitarios. Del arsenal del peor populismo”, posteó el profesor de la Universidad di Tella.

Pese a ser usualmente muy activo, quien no hizo ninguna referencia al tema en redes sociales fue el gobernador bonaerense (y economista) Axel Kicillof, cuya provincia sería perjudicada por la menor recaudación de Ganancias.

Años atrás, quién sí hizo referencias negativas a la suba del mínimo no imponible fue uno de los economistas del equipo original de Kicilllof, Germán Feldman, actual economista jefe del Banco Central.

En 2007, como investigador de Cippec, Feldman publicó un paper titulado “A no engañarse: la suba del mínimo no imponible de Ganancias es regresiva”. Si bien, consideró entonces, el aumento del mínimo no imponible parecía “una lógica corrección a las distorsiones que pueda estar generando la inflación”, tenía víctimas. “¿Quiénes se perjudican?”, se preguntaba. Y respondía: “el sistema previsional, la recaudación nacional, las transferencias automáticas a las provincias y la posibilidad de generar un sistema tributario más equitativo”.