Las fuerzas políticas que dirimirán la elección presidencial el 22 de octubre, o tal vez el 19 de noviembre, coinciden en que la Argentina necesita desesperadamente dólares. La carencia de reservas internacionales en el BCRA, vía la restricción de importaciones, ahoga la producción, presiona los precios vía el aumento del tipo de cambio -reflejo, precisamente, de la escasez de divisas- y deja al país crónicamente al borde del default. Una combinación que los economistas definen como “insoportable”.
Quienes aspiran a gobernar en los próximos cuatro años prometen aumentar las exportaciones y lograr una balanza comercial positiva, de modo de pagar las importaciones necesarias para producir, reconstituir reservas, eliminar las restricciones cambiarias y alejar el fantasma de un nuevo impago internacional. Una combinación virtuosa.
En ese contexto puede resultar sorprendente el siguiente dato de un informe de la consultora Quantum: desde 2002 hasta julio de 2023 la Argentina acumuló una balanza comercial positiva de USD 183.000 millones. En los años en que hubo superávit, el promedio anual fue de USD 11.025 millones y en los de déficit negativo en USD 4.430 millones. El cuatrienio 2019-2022 exhibió los mayores superávits, a un ritmo anual de USD 12.549 millones, de los más altos de los últimos 20 años.
Estos últimos registros se debieron a recesiones (2019, 2020), la instauración de cepos cada vez más estrecho sobre el acceso a divisas la aprobación de importaciones (2021, 2022) y, en general, precios mundiales a favor.
“Lo notable es que esta buena performance fue lograda con volúmenes de exportación prácticamente estancados, pero con valores crecientes producto de la importante mejora de los precios de nuestros productos de exportación. Este último efecto permitió generar recursos para afrontar importaciones en volúmenes crecientes. Si bien los precios de las importaciones también aumentaron, su recomposición fue menor al aumento de los precios de las exportaciones. Esta situación llevó a una mejora del 39% en los términos del intercambio (comparando 2023 con 2004)”, explica el informe de Quantum.
El cuatrienio 2019-2022 exhibió los mayores superávits, a un ritmo anual de USD 12.549 millones, de los más altos de los últimos 20 años
Entre 2004 y 2023 las cantidades importadas aumentaron 138%, mientras que las exportadas casi no variaron y -peor aún- entre 2011 y julio 2023 cayeron 22%. En este último período el único rubro que aumentó las cantidades exportadas fue Combustibles y Energía (10% de las exportaciones totales); las de productos primarios y sus manufacturas (63% del total) cayeron 20% y las de origen industrial 33 por ciento.
Por cierto, la sequía asestó un golpe a las exportaciones de este año (también lo había hecho en 2009 y 2018). Pero en vez de lamentar la relación entre los precios de los bienes que el país exporta y de los que importa y del efecto de la guerra en Ucrania (en 2022 la Argentina tuvo los mejores términos de intercambio desde 1986 (diferencia entre los precios de exportación y los de importación), cuando el Indec empezó a elaborar ese índice), lo que el país necesita es aumentar las cantidades exportadas. Si los precios ayudan, tanto mejor.
¿De dónde puede provenir el envión exportador? En eso también hay coincidencias en la máxima dirigencia política: del campo y el sector agroalimentario, de mayores ventas (amén de menores compras) de energía y de la revitalización de la minería, con la producción y exportación de litio como vector inicial.
Agroexportaciones
Según una proyección del Banco Central para el período 2024-2030 en base a, entre otros, estudios del área de Desarrollo Productivo, arroja que el año próximo, luego de la sequía que afectó la producción agrícola en 2023, “las exportaciones de los principales granos y derivados retornen a un nivel en torno a USD 35.400 millones y presenten un leve crecimiento hasta llegar a USD 37.000 millones en 2030, en un sendero de crecimiento de volúmenes y caídas de precios. Para 2024, el cálculo oficial es que USD 22.100 millones provendrán de exportaciones del complejo sojero, USD 9.000 millones del complejo maicero y USD 4.300 millones del triguero.
La proyección del BCRA coincide, al menos para 2024, con estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario, que calculó que la producción de la actual campaña será 70% superior a la de la previa, golpeada por la sequía.
Además, al discriminar los usos de los granos en la nueva campaña, el departamento de Estudios Económicos de la BCR concluyó que la exportación sería el rubro de más aumento. “Se prevé que el envío al exterior de granos se duplique, de la mano de la recuperación de la producción, con un total proyectado de 63,6 millones de toneladas”, dice un informe, que sumando las ventas de aceites y subproductos calculó el despacho total al exterior de los complejos cerealeros y oleaginosos en casi 100 millones de toneladas, un aumento de más del 75% entre campañas.
En dólares, eso se traduciría en un ingreso de USD 34.300 millones, casi 10.000 millones más que en 2022 y tercero mejor de la historia, detrás de los años 2021 y 2022 (razón para que el actual gobierno achique el llanto; antes de la sequía, dispuso de los dos mejores años de exportaciones agropecuarias de la historia argentina hasta el momento).
Esos cálculos, claro está, dependen mucho de dos factores. Por un lado, de los precios internacionales, que según la BCR “se vislumbran algo por debajo de los de la campaña actual, pero el aumento en volumen más que compensa esta caída”. El otro factor será el desarrollo y efecto final de “El Niño”, el ciclo de mayor humedad que seguiría a “La Niña”, que produjo la pasada sequía.
En principio, la Argentina es uno de los países en desarrollo que sería positivamente afectado por El Niño
En principio, la Argentina es uno de los países en desarrollo que sería positivamente afectado por El Niño. Distinto, por ejemplo, es el caso del Perú, origen del nombre de este fenómeno climático, que afecta no solo a la agricultura (en 2015, las fuertes lluvias hicieron caer fuertemente la producción de litio de Chile).
Un estudio del FMI sobre el impacto económico del pasado ciclo de El Niño muestra que sobre 21 países agrícolas o cuyos principales socios comerciales son países agrícolas, la Argentina fue el cuarto más beneficiado, detrás de Tailandia, México y Arabia Saudita (gráfico).
No hay ahí, sin embargo, tanto para celebrar: Christopher Callahan, de la Universidad de Stanford, y Justin Mankin, del Dartmouth College, calcularon en una investigación recientemente publicada por la revista Science que los ciclos de El Niño 1982/83 y 1997/98 redujeron el PBI global de modo permanente, en USD 4,1 billones y USD 5,7 billones respectivamente.
Energía
Según las proyecciones del BCRA, las exportaciones de petróleo crudo no convencional “tendrán un gran desempeño en los próximos años”. Nueva infraestructura de transporte, como gasoductos y oleoductos, afirma, “contribuirán a sustituir importaciones y a desplegar el potencial exportador. Las exportaciones totales de combustibles pasarán de USD 10.400 millones en 2024 a USD 36.700 millones en 2030.
En cuanto a lo inmediato, las ventas externas del sector para el año próximo se compondrían de USD 6.500 millones de exportaciones de petróleo y USD 3.900 millones de otros combustibles.
La Argentina ya exporta unos 120.000 barriles diarios de petróleo, de los cuales unos 40.000 barriles diarios se destinan a Chile. Del lado del gas el principal beneficio serán las menores importaciones, tanto desde Bolivia (que ya casi no puede enviar, debido al declino constante de su producción) como desde otros orígenes vía buques “metaneros” en forma de Gas Natural Licuado (GNL).
Según el experto Daniel Gerold, la Argentina pasaría en 2024 a tener una balanza comercial energética positiva de unos USD 2.500 millones, lo que significaría una reversión de más de USD 7.000 millones respecto del déficit de USD 4.470 millones registrado en 2022, en que por imprevisión oficial aumentaron fuertemente las importaciones de gasoil y el aumento de los precios internacionales de la energía hizo que las compras de GNL insumieran USD 1.700 millones más que en 2021, pese a una disminución de 131 a 100 de millones de BTU (unidad térmica en la que se cotiza el precio del gas) importados en forma de GNL.
Concretar el potencial exportador y de saldo comercial positivo requerirá superar la escasez de divisas que empezó a atenazar la producción de Vaca Muerta, por falta de insumos, repuestos y equipos.
Un reciente estudio de Jorge Day, del Ieral de la Fundación Mediterránea, mostró la tendencia de largo plazo: mientras entre 2015 y 2023 la producción petrolera de Neuquén (sede del corazón de Vaca Muerta) aumentó de 3 a casi 10 millones de barriles por mes, la de Chubut (segunda provincia petrolera del país) cayó de 5 a menos de 4 millones y la de Santa Cruz de 3,5 a poco más de 2 millones mensuales.
La tendencia reciente, por las dificultades para importar, tampoco fue positiva. Julián Rojo, experto del Instituto Argentino de Energía (IAE General Mosconi) subrayó en un posteo en X (ex-Twitter) que la producción petrolera total lleva 4 meses consecutivos de declive y que la neuquina es la única de las cuencas del país que aumentó su producción en los últimos años (como se ve previamente).
Para concretar su enorme potencial energético, la Argentina deberá emular el ejemplo de Brasil, que en los últimos 40 años pasó de productor petrolero menor a número uno de América Latina, al punto de casi duplicar al segundo, México.
Según un informe de Bloomberg Línea, mientras en 1980 Brasil producía 245.000, Argentina 508.000 y México 1,94 millones de barriles de petróleo por día, hoy las cifras son 3,8 millones, 787.000 y 2 millones, respectivamente. La producción brasileña aumentó 1.450%, la mexicana casi no varió y la argentina creció 55% respecto de 1980, pero está 15% por debajo de los 917.000 barriles diarios que había alcanzado en 1998. Si la macroeconomía no ayuda, potencial y realidad pueden ir por lados diferentes.
Minería y litio
En cuanto al sector minero, las proyecciones del Banco Central, “en base a proyectos en marcha y otros planificados en la explotación de litio, cobre, oro y plata principalmente”, señala que “cuando se concreten estos proyectos, las exportaciones mineras totales pasarán de USD 6.100 millones en 2024 a USD 15.600 millones en 2030. Para el año próximo, el Banco Central proyectó, siempre en base al “Plan Argentina 2030″ y otros documentos del área de Desarrollo Productivo que actualmente encabeza José Ignacio de Mendiguren (quien exhibió uno de esos documentos en el último “Latam Forum 2023″), unos USD 3.300 millones de exportaciones de litio (cifra que según algunos expertos es exagerada), USD 2.100 millones de oro y USD 600 millones de plata.
Según un resumen de Gonzalo Fernández y Jorge González, respectivamente directores nacionales de Transparencia e Información Minera y de Promoción y Economía Minera de la secretaría de Minería de la Nación, existen 21 proyectos en producción y 8 en construcción, en base a lo cual el área que encabeza la catamarqueña Fernanda Ávila proyecta USD 18.600 millones de exportación hacia 2030.
De hecho, Vaca Muerta y la minería permitieron que 4 provincias argentinas esquiven este año el declive exportador del país.
El complejo litífero, en Jujuy, Salta y Catamarca, podría decuplicar las exportaciones de cloruro y carbonato de litio en los próximos años, según cuáles sean los precios internacionales
De hecho, el complejo litífero, en Jujuy, Salta y Catamarca, pasó de explicar el 6% de las exportaciones mineras en 2021 al 18% en 2022 y podría decuplicar las exportaciones de cloruro y carbonato de litio en los próximos años.
Más aún, según un estudio de la Bolsa de Comercio rosarino, el complejo del litio podría pasar a ser el quinto complejo exportador del país, aportando más de USD 7.000 millones anuales a partir de 2025. La reciente entrada en producción de la tercera operación litífera del país permitió que la producción de litio aumente nada menos que 80% en julio y 18,7% en el acumulado de los primeros siete meses del año con respecto a igual mes y período de 2022.
Más allá de la producción, la principal variable aquí será el precio internacional del carbonato de litio, que de más de USD 80.000 la tonelada a fin de 2022 retrocedió a cerca de USD 33.000 en el primer trimestre de 2023 y se recuperó en parte luego, para oscilar en la actualidad entre los 35.000 y los 40.000 dólares la tonelada.
Los principales determinantes serán allí cómo sigue la política china en materia de subsidios a favor de la electrificación de su parque automotor y su economía en general. La economía del gigante asiático atraviesa un momento crítico, que incluyó la fuerte caída de su propia moneda, de las exportaciones e incluso de las importaciones, lo que según la consultora internacional Oxford Economics podría afectar el precio internacional de las materias primas.
Otros rubros dinámicos
En cuanto a los demás sectores, las proyecciones del Banco Central apuntan un crecimiento de los sectores automotor y petroquímico, con lo cual las exportaciones totales de la Argentina llegarían a USD 89.545 millones en 2024: unos USD 10.000 millones del sector energético (principalmente, combustibles y lubricantes), USD 6.000 millones de minería, USD 35.000 millones del sector agroexportador y USD 38.000 millones del “resto de los bienes”.
Dado que se proyectan importaciones del orden de poco más de USD 67.000 millones, quedaría un saldo comercial de casi USD 22.500 millones.
Se llegaría así a un nuevo récord de exportaciones, unos USD 1.000 millones por encima de los USD 88.446 millones de 2022, aunque ese año las cantidades despachadas habían caído 2,3 por ciento.
El “boom exportador” parece posible, pero para que se concrete es clave enderezar la macroeconomía y comenzar de verdad a exportar más, en vez de festejar como si fueran goles propios cuando los precios juegan a favor y pedir el VAR cuando se vuelven en contra, alertan los especialistas.