Sequía: a costa de reservas, aseguran que la economía resistió mejor que lo previsto pero ahora se profundiza la recesión

Si se excluye el agro, la actividad se mantuvo durante el primer semestre pero a un alto costo de pérdida de dolares para el Banco Central. Tras la devaluación, la caída se prevé inexorable.

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La nueva mejora interanual de la producción industrial argentina en junio cierra un segundo trimestre -abril (55,9 %) y mayo (30,2 %)- con un marcado rebote respecto al mismo periodo de 2020. EFE/Juan Ignacio Roncoroni/Archivo
La nueva mejora interanual de la producción industrial argentina en junio cierra un segundo trimestre -abril (55,9 %) y mayo (30,2 %)- con un marcado rebote respecto al mismo periodo de 2020. EFE/Juan Ignacio Roncoroni/Archivo

La economía tiene razones que la razón no entiende. A pesar de los durísimos datos públicos de los últimos tres meses de la actividad económica, que determinan que en el primer semestre se haya acumulado una caída de 1.9% respecto al mismo período del año pasado, los datos también indican que el derrape podría haber sido mayor. Al menos así lo aseguran algunos informes privados que destacan una resiliencia a la fuerte sequía mayor a la esperada por parte de los distintos sectores productivos aunque, advierten, esa performance se sostuvo a costa de perder muchas reservas y de que el Banco Central se quedara sin dólares.

Esa condición, la falta de dólares en las reservas, expone ahora todas las variables a una fragilidad extrema, consecuencia de la devaluación ya implementada y las posibles nuevas correcciones que espera el mercado.

“El impacto de la devaluación luego de las PASO tendrá un efecto recesivo sobre la economía real. Incidirá negativamente sobre sectores de la actividad que hasta el momento habían sido relativamente menos golpeados (industria, construcción, comercio), como consecuencia del encarecimiento de costos, moderación del consumo y contexto de mayor incertidumbre y complicaciones en el pago de importaciones”, advirtió el último informe de Ecolatina.

La consultora recordó que la actividad económica cayó un 4,8% interanual en el segundo trimestre y exhibió una contracción de 1,9% anual en los primeros seis meses del 2023 mientras que en junio (último dato publicado por INDEC), el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) se ubicó un 4,4% interanual por debajo del mismo mes de 2022, con lo que acumuló tres meses consecutivos de caídas. Pese a eso, sostuvo, “excluyendo al agro, la actividad económica ha venido mostrando cierta resiliencia: en el segundo trimestre se mantuvo estable respecto a un año atrás (0,5%), al tiempo que creció un 1,6% en el primer semestre. Esto deja en evidencia que el efecto de la sequía tuvo un traslado menor al esperado al resto de los sectores de bienes y servicios en el segundo trimestre, que era el periodo donde se proyectaba el impacto más significativo”.

Actividad económica
Actividad económica

Esta línea de razonamiento ya había sido abordada por el ex viceministro de Economía durante la gestión de Martín Guzmán, Fernando Morra, socio del ministro en la consultora Sudamericana Visión, hace más de dos meses. “Lo que se puede observar es que cuando uno saca al agro del análisis, el neto de la economía está creciendo un 1%. Obviamente que no es una buena noticia que el PBI esté cayendo y tener semejante impacto en el agro y en los productores, pero lo que se puede observar es que el resto de la economía se está moviendo a un ritmo que no tiene que ver con la caída del agro”, afirmó en su momento el ex funcionario.

En su informe reciente, Ecolatina retomó la idea pero identificó que ese crecimiento de la actividad económica -sin contar al agro- se debe a varios motivos, entre ellos la aceleración inflacionaria y el fuerte cepo cambiario que incentiva a priorizar el consumo de bienes y servicios como resguardo ante la suba de precios. Es decir, como contracara de bajos niveles de ahorro. El punto más relevante para los analistas es, sin embargo, la utilización de yuanes y un incremento en el crédito comercial para sostener el pago de importaciones, que permitieron transitoriamente una mayor oferta de bienes necesarios para no frenar la producción.

Sin embargo, señaló que ese sostenimiento del nivel de actividad económica (excluyendo al agro) ocurrió a costa de una reducción de las reservas internacionales, cuya escasez ahora deriva en el efecto contrario. “Si bien la incidencia de la sequía se irá diluyendo a partir del tercer trimestre, desde agosto comenzaron a impactar los efectos negativos de la suba del dólar sobre la economía real y la inflación. Más en detalle, los pagos a las importaciones están siendo restringidos nuevamente con mayor intensidad, sumado a la necesidad de profundizar el sesgo contractivo de la política fiscal y monetaria, al tiempo que se advierte un mayor impacto negativo de la aceleración inflacionaria sobre los ingresos”, afirmó y advirtió que “esto tiene como resultado una profundización de la recesión económica”

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