Tal vez, si la audiencia cerraba los ojos, costaba a priori saber quién era quién en el panel entre los economistas de las tres fuerzas que compiten para las próximas elecciones presidenciales. Con matices, Enrique Szewach, Darío Epstein y Gabriel Rubinstein destacaron la importancia de lograr un rápido superávit fiscal como paso inicial para estabilizar la economía en 2024.
Los referentes de los candidatos Patricia Bullrich, Javier Milei y Sergio Massa hablaron por separado n un panel que formó parte del Día de la Industria organizado por la UIA.
En este sentido, los tres expertos afirmaron que, a diferencia del pasado, ahora hay más consenso en torno de la imperiosa necesidad de lograr el ahorro primario para que crezca la inversión y mejoren las condiciones socioeconómicas.
Aunque disertaron por separado y por zoom –con la moderación del economista jefe de la UIA, Diego Coatz- los tres se escucharon y no dejaron de elogiar ese núcleo de coincidencias, aunque sin omitir las diferencias. Pero fue un “debate” mucho menos histriónico que en la arena política y apuntó a generar certezas ante el auditorio de 500 empresarios reunidos en Paraná.
Szewach hizo hincapié en el fuerte trabajo desarrollado por Carlos Melconian desde la Fundación Mediterránea, admitió las dificultades que habrá para que la economía retorne a la normalidad y subrayó que, a diferencia del 2015, ya no hay economistas cerca del candidato a presidente que digan que “hay que estar relajados porque no pasa nada”. Así, apuntó en forma directa a los expertos de Cambiemos que le dieron, a su juicio, un diagnóstico optimista a Mauricio Macri, lo que selló la suerte de ese gobierno.
Epstein buscó llevarles tranquilidad a los empresarios al afirmar que, antes de abrir la economía, hace falta que baje la inflación y crezca la economía. Aclaró, pese a los fuertes enunciados retóricos de Javier Milei, que esa apertura de mediano plazo no puede pulverizar a las pymes.
Por su parte, Rubinstein destacó que buscarán el superávit primario en 2024, una meta más exigente que la que acordaron con el FMI, porque el país necesita recomponer sus reservas. Al respecto, mencionó como ejemplos a seguir los primeros años de la convertibilidad y los de Néstor Kirchner, cuando se logró que el estado equilibrara sus cuentas. Sin embargo, admitió que en ambas ocasiones las oportunidades se desperdiciaron y que en el futuro inmediato hay que lograr un superávit gradual pero sustentable.
En primer término, el colaborador de Melconian y ex director del Banco Central explicó que “estamos trabajando en un cambio de régimen, para que sea el sector privado el que produzca, genere empleo y riqueza, tras 10 años de estancamiento”.
“Para eso no alcanza la estabilidad. Es clave saber de dónde viene la inflación, el exceso de peso de pesos de la Argentina, que es por el déficit fiscal. Sin equilibrio fiscal no para el agua y entonces no se frena el problema. Debe ser sustentable el equilibrio fiscal”, indicó Szewach.
Los ejes de Melconian
Los ejes del plan, explicó, serán cambios en el “régimen monetario, cambiario, la deuda, la reforma del estado y la desobstrucción al sector privado, con mayor integración al mundo”.
“Las ventajas competitivas del país están por debajo de la tierra; solamente con reglas estables y creíbles se pueden aprovechar como lo hizo Chile”, indicó.
“El cambio de régimen es clave para que suba la inversión y vuelvan los dólares del colchón”, afirmó.
“El primer impuesto que hay que sacar es el impuesto inflacionario y eso exige ir al equilibrio fiscal de inmediato”, subrayó.
“Hay que bajar la presión impositiva sobre el sector formal y eso requiere reformar la AFIP para que no pesque solo en la pecera, con mucha tecnología, del siglo 21″, indicó.
“Vamos a un régimen normal de comercio exterior, con licencias automáticas, que tenga acuerdos comerciales y reconozca que hay sectores sensibles”, aclaró.
“El Mercosur hay que relanzarlo, no dinamitarlo”, se diferenció de Milei.
“Hay que ir con una agenda concreta, y lograr nuevos acuerdos comerciales, abriendo mercados con responsabilidad”, indicó.
“Vamos a hacer una reforma laboral para bajar primero la litigiosidad, no solo por los juicios, sino también tener otro esquema de relaciones laborales, con nuevos contratos para los nuevos tipos de trabajo que hay”, expresó.
Para lograrlo, detalló, “hay condiciones diferentes al pasado: el 60% de la población es consciente de que esto no va más, con inflación de 3 dígitos y 40% de pobreza, hay un clima para cambiar. Además, en Juntos por el Cambio todos coinciden en esta cuestión de la necesidad del cambio de época”.
“En 2015, cuando se dio otra de las oportunidades, había economistas que le decíamos al presidente Mauricio Macri que había que cambiar y otros que le decían que no tenía que preocuparse. Ya no hay nadie que le diga Don’t worry, be happy a los oídos del presidente”, lanzó, no sin ironía.
Milei: apertura graudalista
Luego, Epstein destacó que “la Argentina para salir adelante necesita un shock de inversiones. Si no logra reponer el stock que se viene consumiendo, seguirá estancada”.
“Pero en este marco, los empresarios no van a invertir porque además no tienen los recursos”, aclaró. Una y otra vez, lanzó sentencias para mostrar que, si bien Milei quiere un cambio, contemplará la situación de los empresarios.
“Es al revés que el círculo virtuoso. Viene el populismo como el justicialismo kirchnerista que se consume el stock. No hay que culpar a los empresarios, aunque sí puedo decir que en este proceso el más perjudicado termina siendo el consumidor. No se asusten, es análisis”, se atajó Epstein.
“La reacción natural de un liberal, es abrir la economía. Pero abrir la economía ya implicaría que el 50% de las pymes quebraran. Y los empresarios son víctimas de este estado porque no tienen seguridad jurídica. Hay un exceso de regulaciones”, explicó.
“Hay que eliminar de una sola vez 500 regulaciones que no hay en otras partes del mundo. El costo financiero también es altísima y es de corto plazo. En cuanto al tema cambiario, no hay más MULC”, indicó.
“Sí creemos en una economía abierta, pero no en esta situación de desventaja respecto del mundo. Primero hay que eliminar las inconsistencias, cuando baje la inflación a un nivel razonable, una ley laboral buena, menor tasa de interés, ahí, con un par de años de por medio, habrá una apertura importante. Y ahí van a tener que competir”, les aclaró.
“Hoy el incentivo no es a invertir, sino a prestar plata de corto plazo por la apreciación cambiaria y luego ocurre lo contrario y todo vuela por el aire. No queremos un tipo de cambio atrasado”, indicó.
Para los primeros seis meses del próximo gobierno, aclaró, habrá que esperar un período difícil, de normalización de todas las deudas que el estado tiene con el sector privado.
“La clave es el déficit fiscal; el gasto es 40% del PBI versus el 25% histórico. Eso no se puede financiar, gane quien gane. Hay 5% de déficit fiscal. Hay que estar en cero rápidamente, con un shock de confianza. Eso no quiere decir suspender la inflación, pero si empezar a bajar por el control de la emisión”, dijo Epstein.
“No les pido ni fe ni esperanza, miren los hechos y luego actúen”, aclaró, mitad como analista y mitad como referente de Milei.
Puntos en común
Por su parte, Rubinstein elogió que “haya un ambiente de muchas coincidencias para favorecer el diálogo, con políticas comunes”.
“Una es la idea de ir al superávit fiscal, como queremos para 2024, ya que es un requisito clave para acumular reservas en el Banco Central”, explicó el viceministro de Sergio Massa.
“Cuando el sector público puede ahorrar, con superávit gemelos, como al principio de la convertibilidad, y entre 2003-2005, llegamos a tener USD 40.000 millones de reservas netas que nos permitían pensar en fondo anticíclico para tener estabilidad cambiaria”, recordó.
“A nadie le hacen gracia las restricciones pero hubo condiciones muy negativas cuando mejoraba todo a fines de 2022; llegó la sequía. En cambio, en 2024 habrá USD 25 mil millones, pero hay que liberar el cepo en forma gradual para que sea sustentable”, explicó.
“Si hay superávit fiscal habrá más reservas y eso generará condiciones de normalidad para que las empresas puedan desempeñarse mejor”, subrayó.
Rubinstein admitió que “la sequía este año provocó efectos complicados, hay que hacer lo que se puede en términos fiscales, porque hay muchos gastos que parecen discrecionales pero no lo son y muchos están indexados”.
“Tenemos que ir a una economía más formal para que se reduzca la carga tributaria. Y hay que revisar la razonabilidad de todas las exenciones impositivas”, indicó ante el pedido de bajar impuestos.
“El peor es el impuesto inflacionario, hay que lograr estabilidad cambiaria, sin ese éxito básico con una situación fiscal más sólida, aunque sea más sobre impuestos que sobre gastos, entonces es clave. Hay que lograr primero el superávit fiscal para que la baja de impuestos no sea un salto al vacío”, sentenció.
Luego, claro está, se diferenció de sus colegas: “Hay que fortalecer al estado para dar más derechos”. Pero quedó en el ambiente la tranquilidad de que, al menos en el plano discursivo, el rumbo parece claro, aunque haya divergencias en materia del camino y la velocidad para alcanzarlo.
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