Luego que comenzar a disiparse la hojarasca de los anuncios del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Gobierno de los últimos días, quedó claro cuál es la hoja de ruta que debe seguir el equipo económico en materia de inflación, dólar, acumulación de reservas y déficit fiscal, entre otras variables, más allá de las declaraciones de los funcionarios.
El informe del staff resultó bastante más tajante que en otras ocasiones en términos retóricos (al mencionar que el programa se descarriló), aunque quedará en manos del Gobierno cumplir o no con esos objetivos hasta que se realice la siguiente revisión para el último desembolso del año. ¿Qué piensa el FMI sobre la inflación, el dólar, la devaluación y de los candidatos presidenciales?
Algunos ejes claros: no hay ningún acuerdo escrito para mantener el tipo de cambio fijo hasta noviembre, no hubo ningún pedido para devaluar un porcentaje determinado ni nada determinado sobre bandas cambiarias. En el terreno político, las conversaciones con los candidatos de la oposición fueron constructivas y nadie pidió obstruir el actual acuerdo o el cronograma de desembolsos al Gobierno.
Estas conclusiones surgen de lo que dice y de lo que no dice el staff report. Las especulaciones en on u off the record no cuentan en esta instancia.
-La inflación subirá antes de, eventualmente, bajar: será del 10% este mes y seguirá en dos dígitos en septiembre. Podría bajar al 5% mensual en diciembre solo si se adoptan las medidas comprometidas en el acuerdo. Si bien la meta del Fondo está muy por debajo de lo que esperan los analistas privados (120 versus 180), las estimaciones son al alza.
“Las expectativas de inflación han aumentado aún más, en consonancia con un nivel alto y creciente de títulos del BCRA en un contexto de debilitamiento de la demanda de dinero (4% del PBI base monetaria en mayo), y crecientes expectativas de devaluación”.
“El rol del tipo de cambio oficial en el anclaje de la inflación se ha debilitado significativamente”, explicó el informe de 120 páginas del staff que dirige el auditor regional Rodrigo Valdés.
“Entre abril y julio, las estimaciones de inflación anual esperada crecieron del 147 al 155 por ciento”, precisó el Fondo. El FMI destacó la fuerte suba de tasas adoptada por el Banco Central para dejarla en el terreno positivo.
“Durante la mayor parte de este periodo, la tasa de interés oficial efectiva anual se ha mantenido por encima de la tasa de referencia de inflación y de la tasa de inflación esperada a 12 meses”
“Estas políticas también fueron acompañadas de un conjunto de medidas administrativas destinadas a la contención de los precios”, señaló la evaluación que dio lugar al giro de USD 7.500 millones la semana pasada.
“Tras la devaluación nominal escalonada, se prevé que la inflación pase inicialmente de alrededor del 6% en julio a alrededor del 10% mensual en agosto y descienda por debajo del 5% mensual a finales de 2023″.
“Esta dinámica, que está sujeta a incertidumbres inusuales dada la inflación elevada y no anclada, supone una aplicación estricta de políticas monetarias y fiscales rigurosas, así como una coordinación eficaz de los precios y salarios que permita una rápida reducción de los márgenes empresariales inusualmente elevados tras la racionalización del régimen cambiario y una cierta relajación de los controles administrativos de divisas”, expresó el Fondo.
“También se supone que la gran proporción de bienes comercializables que ya se cotizan al tipo paralelo limita la transmisión a la inflación. Más allá de este año, se prevé que la inflación disminuya gradualmente a medida que se aborden los desequilibrios en el contexto de la persistente debilidad de la demanda de dinero y de los mecanismos de indexación existentes”, indicó. Esta tendencia ya dependerá del nuevo gobierno y de un eventual nuevo programa que se firme más adelante.
Sobre la evolución del tipo de cambio, el informe de ningún modo consiente un congelamiento del mercado oficial hasta noviembre, como señaló el Ministerio de Economía. Tampoco menciona que se pueda instrumentar un sistema de bandas cambiarias. En cambio, hay un guiño a las intervenciones sobre los tipos de cambio paralelos, que deben ser temporales, limitadas y solo cuando haya un aumento desordenado de la brecha. Si bien en Buenos Aires se dijo que se había acordado que el tipo de cambio oficial quedara en $350, esa cifra no consta en el acuerdo y, en cambio, sí se aclara que la devaluación posterior a las PASO no debería ser carcomida por la alta inflación, por lo que hay que mantener un sistema de crawling peg.
“Es fundamental reforzar y armonizar el régimen cambiario para reconstituir de forma duradera las reservas y resolver los desajustes de los precios relativos”, indicó.
“La devaluación nominal escalonada (del 27% en relación con los niveles de finales de julio) se adoptó a mediados de agosto, acompañada de una fuerte subida de los tipos de política monetaria (2.100 puntos básicos) para limitar la transmisión del tipo de cambio a la inflación”.
“Las autoridades también han aplicado impuestos temporales a determinados bienes y servicios y un tipo de cambio preferencial temporal a los productos agrícolas”.
“La política monetaria seguirá siendo un instrumento clave para contener las presiones del mercado, y las intervenciones en los mercados de divisas paralelos y de futuros se centrarán exclusivamente en abordar las condiciones desordenadas y ayudar a orientar las expectativas de tipo de cambio e inflación, garantizando al mismo tiempo la coherencia con los objetivos de acumulación de reservas”, explicó.
Reservas y meta fiscal
El informe deja claro que las reservas líquidas son de -14.000 millones de dólares y las netas de -10.000 millones. Dada la dinámica de los primeros ocho meses, a muchos analistas les resulta complejo creer que el Gobierno, como plantea el Gobierno, pueda lograr una acumulación neta de reservas hasta fin de año de USD 8.000 millones, aunque la pauta sea bastante más modesta que hasta hace unos meses.
Una paradoja similar se observa en el terreno fiscal: el acuerdo plantea que para cumplir con la meta del déficit fiscal del 1,9% para todo el año, el gasto debe caer el 11% en términos reales en los últimos 5 meses del año. Esto incluye más ajuste de tarifas y aumentos salariales más suaves en el sector público, aunque el paquete lanzado este fin de semana –sobre el que el FMI no se pronunció porque lo está evaluando aunque algunos observadores creen que no lo esperaba en estos términos- parece ir en el sentido opuesto.
La brecha entre lo que se dijo en Buenos Aires y lo que figura en el acuerdo no termina en el plano técnico. Tanto el ministro y candidato presidencial oficialista Sergio Massa como el candidato libertario Javier Milei -cuyos asesores se reunirán el 7 de septiembre en Connecticut con inversores de EEUU- afirmaron que la oposición de Juntos por el Cambio liderada por Patricia Bullrich le planteó al FMI que frene los desembolsos al Gobierno. El informe no da cuenta de esa actitud y, por el contrario, considera que el diálogo preliminar con los referentes de ambos espacios ha sido positivo para que el directorio aprobara el desembolso de USD 7.500 millones de la semana pasada.
De hecho, más allá de admitir que el impacto de la sequía fue mayor al esperado, el staff indicó en su informe que las metas de este año hasta ahora no se cumplieron por “restricciones políticas y consideraciones electorales, incluido el hecho de que el Ministro de Economía, Sergio Massa, es también candidato presidencial”.
Además, el staff indicó que “las garantías políticas son adecuadas (y las plataformas de política pública de la oposición también se alinean en general con este enfoque)” como para haber hecho el mencionado desembolso. En noviembre o diciembre, cuando haya que volver a hacer otra evaluación luego de las elecciones para destrabar un nuevo desembolso, el panorama político –más que las metas técnicas- generará un nuevo pulgar hacia arriba o hacia abajo.
Seguir leyendo: