Ya lo dijo alguna vez la hoy vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner: la Argentina es el lugar donde se queman todos los manuales de la economía. La definición pareció confirmarse en las últimas dos semanas. A contramano de lo que podría indicar el sentido común de la práctica económica, según el cual una devaluación que mejore el tipo de cambio oficial para las exportaciones incentiva la liquidación y por ende el ingreso de divisas para el Banco Central, en el país funciona al revés. Literalmente fue lo que ocurrió tras la devaluación aplicada el lunes 14 de agosto, post las elecciones primarias, que llevó el precio del dólar oficial a $350, cifra que superó incluso los $340 que ofrecía hasta el viernes anterior el “dólar agro”, que se implementó con relativo éxito.
Contra todo pronóstico, el ajuste cambiario tuvo un efecto contraproducente. El ingreso de dólares por la liquidación del agro se derrumbó en los primeros diez días después de la devaluación en comparación con el flujo anterior.
“Luego de la devaluación, el sector agro ingresó menos dólares que la semana previa a las PASO. Ingresaron USD USD 228 millones, que se compara con los USD 744 millones de la semana anterior. Es una caída del 70%”, advirtió el economista Alfredo Romano, director de Romano Group, con datos hasta el miércoles. La liquidación del campo de ayer, por unos USD 56 millones, no cambia la ecuación.
Hasta que no se derogue el dólar agro, hay mercadería que debe liquidarse por decreto a $340 cuando el dólar oficial se fijó en $350, lo que desalienta al sector
Los motivos de semejante anomalía, que en la práctica determinará la imposibilidad de acumular reservas salvo con endeudamiento del exterior -altamente improbable- antes de fin de año, se centran esencialmente en las sostenidas expectativas de devaluación en el mediano plazo aunque también intervienen ciertas dosis de mala praxis oficial.
“La devaluación vino con una fuerte suba de los demás tipos de cambio y eso siempre congela el mercado de granos. Además, el día que devaluaron terminó el dólar agro, por eso no se ven ingresos de divisas”, explicaron fuentes del sector exportador. En otros términos, la brecha cambiaria y cierta desprolijidad en el manejo de las regulaciones cambiarias que se superponen se combinaron con un escenario en el que también tallan las expectativas de devaluación que marcan las cotizaciones del dólar futuro y también la política, con la promesa de los espacios opositores de eliminar las retenciones si triunfan en las próximas elecciones presidenciales.
En cualquier caso, en el sector explican que influyen en los bajísimos niveles de liquidación motivos operativos como el vencimiento formal del Programa de Incentivo Exportador. En ese sentido, explicaron operadores de granos, hasta que no se derogue el PIE IV por el que se implementó el dólar agro, hay mercadería que debe liquidarse por decreto a $340 cuando el dólar oficial se fijó en $350, lo que desalienta al sector.
Más allá de eso, explicaron, la brecha es la principal enemiga. A medida que aumenta, menor es el incentivo a liquidar, ya que el interés de los productores es siempre volver a dolarizarse, particularmente en medio del proceso electoral de alta incertidumbre. En definitiva, ahí reside la clave del fracaso de la devaluación como mecanismo de estímulo al ingreso de dólares: no sólo el traspaso a precios del salto del dólar fue prácticamente inmediato sino que la brecha cambiaria no sólo no se redujo sino que aumentó respecto del nivel previo a la corrección cambiaria. Corolario: en campo frenó las ventas.
“La realidad también es que hay pocos granos por la sequía y el productor tiene que administrarlos hasta el año que viene, ése es su capital. Mientras existan expectativas de devaluación tan altas, es difícil que quienes tengan granos quieran vender algo que puede subir mucho de precio en las próximas semanas”, explicó el economista experto en el mercado agropecuario del IERAL, Juan Manuel Garzón. “La brecha cambiaria de más del 100% y los mercados de futuro que marcan una expectativa de fuerte devaluación para octubre y noviembre los mantiene a la espera. También la cuestión político electoral mete su ruido, por la incertidumbre general y por cual puede ser la política en materia de retenciones”, agregó.
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