En una presentación organizada este semana por Puente Hermanos, Ricardo Arriazu, uno de los economistas más respetados de la Argentina, relató una anécdota que lo tuvo como protagonista y que Emilio Ocampo, el principal asesor de Javier Milei en materia de dolarización, cuenta para darle lustre a la principal propuesta económica del candidato libertario.
Arriazu explicó que existen básicamente tres sistemas para organizar el sistema monetario y cambiario. En todos ellos, dijo, hay que fijar una variable nominal. Uno es fijar la cantidad de dinero y dejar flotar la tasa de interés y el tipo de cambio, lo que se conoce como “flotación” de la moneda. El segundo es fijar el tipo de cambio y flotar la cantidad de dinero y la tasa de interés, lo que el economista equiparó a una caja de conversión o, en su variante extrema, una dolarización. Y el tercero es fijar la tasa de interés y dejar flotar la cantidad de dinero y el tipo de cambio, como hace EEUU.
¿Cuál conviene? Según Arriazu, el que afecta más directamente el precio clave, que en la Argentina es el dólar. Pero advirtió que en este momento no es posible hacerlo. “Sin reservas no puedo dolarizar, aunque lo ideal es estabilizar el tipo de cambio el primer día. Es el mejor ancla, es lo que quiere hacer ahora Massa, pero sin reservas y sin confianza. La dolarización es un caso extremo de eso”, explicó.
Según Arriazu, la flotación de la moneda “definitivamente no sirve en la Argentina, aunque la mayoría de los economistas argentinos la apoyan; yo comencé como flotador –explicó– hasta que vi cómo funciona. Las únicas dos hiperinflaciones que tuvimos fueron con flotación: el final de Alfonsín y el final de la (experiencia como ministro) de Erman González (durante el gobierno de Carlos Menem)”.
Brasil puede
Otros países de la región sí usan la flotación porque sus habitantes no piensan en dólares. Como ejemplo Arriazu señaló el caso de Brasil, que en 2015 devaluó su moneda el 61% y tuvo una inflación de solo 6 por ciento. Lo pudo hacer, dijo, porque la gente allí “no piensa en dólares”. En cambio, prosiguió, “Argentina es un país dolarizado de hecho, pero no de derecho y eso genera un montón de problemas de política económica”.
Fue allí que el prestigioso economista recordó una anécdota de hace 50 años.
En 1973, relató, “fui invitado por el gobierno de EEUU en mi época académica a opinar sobre sistemas cambiarios; yo ya había abandonado la flotación y estaba diciendo que eso dependía de las características de cada país y (Milton) Friedman (padre del monetarismo y de la “Escuela de Chicago” y premio Nobel de Economía 1976) me interrumpió para decirme que él creía en la flotación para países grandes y con buena política monetaria, pero que un país como la Argentina, con su pésima política monetaria, no debería tener moneda”.
Arriazu contó que esa anécdota “totalmente cierta” está siendo contada “en todos lados” por Ocampo, el principal asesor de Milei en materia de dolarización, para subrayar que incluso “el padre de la flotación” (por Friedman) no sugería flotación para la Argentina”.
El consultor explicó que desde los ‘80s es partidario de la dolarización, porque “desde el punto de vista político y operativo en la Argentina el sistema de dolarización de hecho y no de derecho nos genera enormes problemas”. La gran oportunidad para dolarizar fue en la década del noventa, “porque no había pasivos, era fácil hacerlo”, dijo. ¿Por qué dejaron el peso?, se preguntó. Y respondió: “para usarlo y estafar, que fue lo que hicieron, porque la devaluación es una estafa”.
¿Y en la Argentina?
Situándose en el presente, Arriazu planteó si es posible dolarizar ahora. “Si tomo la cantidad de reservas y de pasivos, la respuesta es no, a menos que hagan un tipo de cambio estrafalario que incendiaría el país”, respondió. Sin embargo, prosiguió, la propuesta que está haciendo Ocampo “es mucho más sofisticada, tipo plan Brady: toma los activos del Estado, los pone en un fideicomiso en el exterior, valuado a precios de mercado, alguien administra en el exterior, puramente contra cambio de pesos y de a poco. Yo no hice los números. No sé si alcanza; hasta que no sepa si alcanza, diría que es una solución desde el punto de vista económico y político, pero no está claro que se pueda”.
Arriazu concluyó su presentación recordando el caso de Israel que –dijo– “trató de dolarizar cuando tenía inflación de 600% y no le duró 6 horas, porque la gente no lo aguantó, porque piensa en la moneda como soberanía, cuando en realidad uno tiene que ganarse el derecho a tener una moneda”.
La cuestión de fondo, subrayó, es que “con la inflación no se puede convivir, hay que matarla; a Israel le funcionó porque los dos principales partidos políticos, liderados por el laborismo, propusieron y aplicaron un ajuste fiscal y anti-inflacionario hasta que la gente se olvidó del dólar”.
A diferencia de Milei, dijo Arriazu, ni Bullrich ni Massa están a favor de dolarizar. Quieren estabilizar de inmediato el tipo de cambio, pero para hacerlo se necesitan USD 20.000 millones. Por eso, concluyó, deberían conformarse con el “gradualismo”, y bajar la inflación de a poco.
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