Los dólares paralelos continuaron ayer en alza tras el salto devaluatorio que habilitó el Gobierno y que fijó el precio en $350 con la intención de aflojar la presión sobre las reservas, aún con los costos que tiene el movimiento repentino del tipo de cambio de referencia. Una segunda parte de la estrategia que persigue el equipo económico, tras la devaluación, es la de dejar al dólar como “ancla” para los próximos dos meses.
En lugar de sostener algún ritmo mínimo de crawling peg (depreciación administrada) del tipo de cambio tras el salto de casi 22%, decidió dejarlo fijo hasta las elecciones de octubre. Hay una serie de razones que esgrimen en el Palacio de Hacienda sobre por qué a la devaluación le seguirá un congelamiento en el dólar oficial, y están explicadas en la perspectiva de aceleración de la inflación.
Según aseguran en los despachos oficiales, el número que se decidió como nuevo precio de referencia para el dólar oficial “no se trata de un número mágico”, sino que lo que hizo el BCRA fue “anticipar” el ritmo de depreciación cambiaria que tenía previsto para las próximas semanas. Y aunque aseguran que no fue “consensuado” previamente con el FMI para que sea una medida concretada el día después de las PASO, en los papeles el organismo aseguraba que la sobrevaluación del peso rondaba el 25%, una cifra cercana a la suba que permitió la autoridad monetaria.
El establecimiento de un “ancla” tras el salto responde, argumentan en Economía, a que ese tipo de cambio quieto pueda -tras el inevitable primer fogonazo en los precios que se prevé como primer síntoma del movimiento cambiario- contener subas adicionales más adelante. Esto es: que tras el primer impacto, haya algún fundamento para no alimentar una inercia inflacionaria aún mayor de la que ya se registra.
Hay una serie de razones que esgrimen en el Palacio de Hacienda sobre por qué la devaluación le seguirá un congelamiento en el dólar oficial, y están explicadas en la perspectiva de aceleración de la inflación
Un funcionario cercano a Sergio Massa consideró que la forma en que decidieron devaluar es “proactiva” y con una “mejor técnica” para “provocar una liquidación de divisas y que haya incentivos para liquidar más rápido”. Prefieren, por ahora, mantener bajo siete llaves una estimación de cuántos dólares esperan que ingresen a las flacas arcas del Banco Central. Entre lunes y martes, por lo pronto, la autoridad monetaria compró unos USD 345 millones. Un riesgo eventual de mantener fijo el dólar tras la suba sería que en un tiempo corto el avance de la nominalidad pueda hacer volver a foja cero la devaluación y obligar a otro movimiento cambiario.
Con un ancla tras el salto, insisten, “podés controlar el traspaso a precios de otra manera”. En el diagnóstico oficial anterior a la decisión de la devaluación, los funcionarios del equipo económico midieron que como una serie de productos están más referenciados en los tipos de cambio paralelos, la suba del dólar oficial no debería cambiarles la ecuación de costos. Es un argumento que disputan entre las empresas del sector privado.
Un trabajo privado buscó responder esa cuestión. La consultora PxQ de junio pasado había hecho un estudio en profundidad para analizar a qué dólar siguen los precios de distintos productos. La conclusión había sido si se devaluaba el tipo de cambio oficial “el 30% del IPC sufriría un traspaso de la devaluación a precios, mientras que un 19% podría no verse afectado. Pensando solo en los efectos de primera vuelta de una unificación cambiaria, que implica una devaluación del tipo de cambio oficial de 100%, lo de arriba implica una aceleración de la inflación de 20 puntos porcentuales”, ejemplificó. En ese grupo de los productos afectados directamente, asegura PxQ, hay algunos clave para los índices de inflación: los alimentos.
En el sector privado el análisis sobre los potenciales beneficios que podría tener la devaluación y sus costos deja a estos últimos, a priori, con mayor relevancia. “Massa echó mano a los dos instrumentos más potentes que tiene: la devaluación y las tasas de interés. El efecto buscado con estas medidas es desalentar la expectativa de devaluación e incentivar la demanda de pesos. Ambas cosas deberían actuar en favor de reducir la brecha cambiaria y desalentar la demanda de importaciones. Si no se obtienen estos resultados, la macroeconomía de muy corto plazo podría resultar inmanejable”, consideró la consultora Abeceb.
“En la experiencia argentina las devaluaciones son recesivas e inflacionarias. Es importante estar atentos a cómo reaccionará el candidato Massa. Es razonable anticipar que habrá intentos por controlar precios activamente, al menos en los meses que restan hasta las elecciones. Es poco probable que la devaluación sirva para recomponer reservas de manera relevante. Por lo tanto, es difícil que se flexibilicen los cepos y racionamientos sobre importaciones. Esto también puede resultar recesivo. No descartamos devaluaciones fiscales, mayores intervenciones en el MEP o devaluaciones sectoriales”, apuntaron.
“El riesgo más importante asociado a la devaluación y la suba de las tasas de interés es que se hicieron de manera aislada y no en el marco de un plan de estabilización. Devaluar sin plan es riesgoso porque es clave anclar las expectativas para evitar que el mercado lea que este es sólo el primer paso de correcciones importantes del tipo de cambio”, concluyó Abeceb.
Un funcionario cercano a Sergio Massa consideró que la forma en que decidieron devaluar es “proactiva” y con una “mejor técnica” para “provocar una liquidación de divisas y que haya incentivos para liquidar más rápido”
Por su parte, Claudio Caprarulo, economista de Analytica, aseguró que con el movimiento cambiario “el Gobierno buscó contener el salto en los dólares paralelos adelantándose con una devaluación del dólar oficial, estimando seguramente que de no hacerlo hubiese tenido que más tarde convalidar un salto superior al 21,8% que realizó sobre el dólar mayorista. El interrogante ahora es si será suficiente, si con esto el mercado cambiario llegará a un frágil equilibrio hasta octubre”, dijo a Infobae.
“Ya que la posibilidad de que Milei sea presidente obliga a los tomadores de decisión a incorporar escenarios más extremos y buscar posiciones de cobertura que pueden en el corto plazo profundizar los desequilibrios. El Gobierno así como Milei y Bullrich tienen que ser muy claros y realistas respecto a sus planes a partir de diciembre corriendose de los slogan de campaña para que podamos descartar situaciones de borde”, concluyó.
En tanto, la consultora LCG mencionó que “el dólar más alto intentará incentivar la liquidación de exportaciones y desalentar la demanda de importaciones. Sin embargo, la brecha, aún en 90%, deja interrogantes acerca de la capacidad de que el nuevo tipo de cambio modifique el comportamiento del comercio exterior”.
“En este contexto, el valor de $350 podría todavía no alcanzar para equilibrar la cuenta corriente. Hay que tener en cuenta que casi la mitad de los votos eligieron propuestas ora de devaluación ora de unificación cambiaria. Con lo cual la presión sobre el dólar seguirá en las próximas semanas mientras la posibilidad de un sinceramiento cambiario se vuelve palpable”, completaron desde esa consultora.
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