Como parte de la sobre-oferta de inmuebles que se comercializan en la ciudad de Buenos Aires, hace pocos días salió a la venta una de las viviendas más antiguas de lo que hoy se conoce como Palermo SoHo: se trata de la llamada casa El Bosquejo que hizo construir en 1887 el exintendente porteño Torcuato Antonio de Alvear y Sáenz de la Quintanilla. Tal fue el impacto de la construcción que entonces la zona pasó a ser conocida como Villa Alvear.
Es una construcción que se esconde detrás de su frente multicolor, con gran presencia de árboles sobre el Pasaje Santa Rosa, entre Borges y Thames, en una callecita empedrada que mantiene vigente su mística de antaño cerca de otras edificaciones que renovaron este barrio multifacético.
Expertos sostienen que este pasaje es un tesoro escondido de CABA. Los actuales dueños de la vivienda se la compraron a la actriz y cantante Natalia Oreiro, quien la habitó junto a su marido, el músico de rock Ricardo Mollo. Además de los Alvear, Oreiro y familia, también residieron en ella Diego de Alvear, y su esposa, la actriz, productora de cine y guionista, Julia Von Grolman.
Villa Alvear, génesis palermitano
Desde el siglo XIX varios hechos contribuyeron a que Palermo se consolide como barrio. En 1855 la empresa Moreno Mosconi & Cia. compró una amplia fracción de terreno delimitada por las Avenidas Scalabrini Ortiz, Santa Fe, Córdoba y la calle Godoy Cruz, lugar donde se iba a emplazar la “Ciudad de los Obreros”.
Ese mismo año Torcuato de Alvear colocó la piedra fundamental bautizándola como Villa Alvear. Años después el Banco Inmobiliario, creado en 1888, propiedad del empresario Antonio Devoto, recibió la propuesta de vender 200 hectáreas de ese predio. El banco compró esas tierras y el reconocido arquitecto Juan Antonio Buschiazzo se encargó del fraccionamiento de los lotes y trazado de calles.
Con el pasar de los años el barrio dejó de llamarse Villa Alvear para ser primero Palermo Viejo y actualmente Palermo SoHo.
Marta García Falcó, arquitecta UBA e investigadora independiente, además de responsable del Archivo Histórico de la Sociedad Central de Arquitectos, destacó que Villa Alvear “es una de las tantas villas desaparecidas, que hoy forma parte de Palermo”.
“La idea de edificar para los obreros y otras obras más ambiciosas habían sido pregonadas desde 1874 por Santiago de Estrada y por los médicos higienistas Guillermo Rawson y Eduardo Wilde. Los arquitectos Raymundo Battle y Augusto Plou también enfocaron el asunto desde distintos puntos de vista, destinados a solucionar el problema de la vivienda obrera”, dijo a Infobae.
En 1888 Villa Alvear ocupaba un área de ocho manzanas, cuyo ejes eran las calles Serrano y Honduras. Pero ya no no quedan testimonios de aquellas construcciones, donde se ubicó la plaza Intendente Alvear, luego llamada Tte. Gral. Eduardo Racedo y en la actualidad conocida como Julio Cortázar.
“Se dividieron las manzanas por pasajes, como sobrantes de terrenos considerándose el tipo de trazado más conveniente para los barrios obreros. Los estrechos pasajes fueron los de Santa Rosa y Russel, hacia la Avenida Santa Fe; Soria y Cabrera, hacia la Avenida Córdoba, que se atribuyen a algún camino interior de algunas quintas que al ser loteadas quedaron como fajas de terrenos sin dueño, otorgándoles una fisonomía particular al sector; con el tiempo, sus calles aledañas se convirtieron en una importante zona comercial (y locales gastronómicos, sobre todo)”, sintetizó García Falcó.
La región estaba rodeada de grandes quintas, como las de las familias patricias Pirán y Pacheco.
El escritor Jorge Luis Borges definía a Villa Alvear como un sector de Palermo, limitado por la Avenida Córdoba, Godoy Cruz, Charcas y Julián Álvarez
Alberto Fernández Balzano, periodista e historiador de Palermo, destacó la impronta que los Alvear dejaron en el barrio. “Sobre todo después de la década del ´20 la zona pasó a ser un punto donde los guapos eran protagonistas. Muchos tangos remiten a Palermo”, dijo a Infobae.
Según el historiador, “nadie imaginaba que Villa Alvear, cuando el barro era protagonista de sus calles pasaría a ser un lugar tan cotizado como lo es hoy. De hecho Torcuato de Alvear pensó en poblar el barrio y lo logró atrayendo a inmigrantes de Italia y España”.
Cómo es la vivienda
Entre los últimos propietarios de la familia Alvear que la habitaron está Jorge Emilio Ituzaingó de Alvear Santamarina, descendiente en línea directa de Diego de Alvear y Julia Von Grolman.
Martín Pinus, de Martín Pinus Real Estate, precisó que la casa tiene una superficie cubierta de 480 metros cuadrados cubiertos, está emplazada sobre un lote de 26 x 23 metros y distribuida en 2 plantas. “La fachada es una obra de arte por sí misma, con mosaicos blancos y donde cada columna representa a un integrante de la familia. El parque tiene una cantidad muy variada de especies de árboles y plantas, una palmera y como protagonista en la puerta de acceso hay un caballo multicolor. También tiene una pileta climatizada, un deck, y una hermosa galería con mesa y sillas”, puntualizó.
El inmueble posee 7 ambientes, 3 baños, 3 dormitorios y dos cocheras. Se comercializa a razón de USD 4.500 por m2. Sorprende por su variedad de estilos, porque se combinan lo ecléctico con lo italianizante y está muy bien conservada.
El Ingreso vehicular es por portón automatizado y tiene espacio para dos autos y motos
“Al ingresar a la casa el palier de acceso conserva los pisos de mármol originales de la época y una escalera caracol turquesa que lleva a los dormitorios. En la planta baja conviven un amplio living, un comedor, un segundo espacio de estar con biblioteca y la cocina con un comedor diario de hierro y vidrio. También el lugar más histórico de la casa, el bar, con una barra donde se encuentra tallado en madera el escudo de la familia Alvear. En el descanso de la escalera caracol encontramos un toilette con pisos de mosaicos turquesas”, detalló Pinus.
En el primer piso se encuentra el dormitorio principal con ventana balcón tanto al frente como al contrafrente, dos grandes vestidores, el baño en suite con una gran bañadera de mármol antigua y una mesada de madera turquesa con varios cajones de guardado y doble bacha. Hay un mural, obra de la actual propietaria de la casa.
Pinus agregó: “siguiendo el recorrido, encontramos dos dormitorios más, uno de ellos en suite y el segundo también cuenta con un baño de apoyo con bañera antigua de patas de metal y una bacha original. Hay un cuarto espacio de descanso con altos ventanales”.
La vivienda cuenta con un cómodo espacio para lavadero y dependencia de servicio. Tiene mucho sol y luz en todos los ambientes y amplios balcones. Hermosos pisos de pinotea, mosaicos, mármoles, molduras, aberturas y herrajes originales en excelente estado de conservación.
La fachada es exótica y se hizo con amplio foco en el arte. Con mosaicos blancos. Y entre los rasgos distintivos está la columna que identifica al nuevo dueño con los colores del Club San Luis de La Plata y otra con un muñeco de una fábula ecuatoriana. Otras tienen reminiscencias asturianas propias de la dueña de casa y las fechas de nacimiento de los hijos y algo que los representa: llevan una corona por una hija, un perro por la otra, un Batman por el personaje favorito de un hijo, y el extracto de un texto de Marcel Proust para su otro hijo, y el número 22 de la camiseta del jugador Andrea Pirlo por el otro. La artífice del mural es Graciela Barreto, artista reconocida y profesora en La Plata quien estuvo ocho meses diseñando la pieza y cuatro fines de semana para su instalación.
“Por su distribución es ideal para una familia numerosa o ensamblada. Para alguien que disfrute del arte y lo pintoresco. El único agregado que tiene la casa es el comedor diario íntegramente construido en hierro y vidrio con una hermosa vista al parque y a la piscina”, concluyó Pinus.
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