Santiago Peña asumirá el 15 de agosto como nuevo presidente de Paraguay. Tiene 44 años y antes fue director del Banco Central, ministro de Hacienda y en 2017 ya había sido candidato por el Partido Colorado.
Llega al poder con aires de renovación. “La del Paraguay creo que puede ser la gran historia de éxito para América Latina los próximos años. Es el resurgir de un gigante”, resumió Peña en diálogo con Infobae.
Peña, quien tuvo como padrino política a Horacio Cartes, ex mandatario paraguayo sancionado por Estados Unidos, se recibió de economista en la Universidad Católica de Asunción, donde también fue profesor, y luego realizó una maestría en Administración Pública en la Universidad de Columbia, en Nueva York. En EEUU trabajó en el Fondo Monetario Internacional (FMI), en Washington, donde fue parte del Departamento Africano.
— ¿Cuál es la foto del país que comenzará a presidir en pocos días?
— El Paraguay de 1850, el de Carlos Antonio López, era el país más desarrollado de América Latina: tuvimos el primer tren a vapor, industrias de acero y fuimos los que más rápido eliminamos el analfabetismo. Luego vino la guerra y perdimos 60% del territorio y 90% de la población masculina. Fue una guerra de exterminio que nos dejó afuera del proceso migratorio europeo; el país era una tumba a cielo abierto. La primera mitad del siglo pasado fue inestable políticamente: tuvimos 50 presidentes en 50 años, golpes de Estado y asesinatos. En 1954 llegó Alfredo Stroessner, por medio de un golpe militar y se quedó 35 años. Fue la dictadura más larga de Sudamérica. Recién en 1989, con el advenimiento de la democracia, se empezó a desarrollar el modelo de instituciones que permiten también el desarrollo privado. El país está mucho mejor que hace 30 años, pero es insuficiente.
— ¿Cuál es el potencial?
— Geográficamente somos más grandes que Alemania y tenemos el 100% del territorio cultivable. Tenemos la capacidad de producir energía limpia y renovable y una población pequeña, de 7 millones de habitantes. Pero somos una isla rodeada de tierra, como decía el gran escritor Augusto Roa Bastos. Paraguay se aisló de la región y del mundo. Hoy veo una generación nueva de paraguayos, con la visión de que es inaceptable que tengamos gente pobre. ¿Cómo puede ser que un país que genera alimentos para 80 millones de personas en el mundo tenga 500.000 que están por debajo de la línea de pobreza? Tenemos que mejorar nuestras políticas públicas en educación, salud e infraestructura. El país puede dar mucho más. Ganó la idea de que podemos estar mejor.
— Usted suele decir que Paraguay tiene el mejor escenario para radicar inversiones extranjeras. ¿Por qué cree que eso es así?
— Estamos un escalón debajo del grado de inversión hace una década y tenemos inversores extranjeros que cuando llegan se sorprenden. Parece que somos un gran secreto y eso hace que la oportunidad de ganancia en la valoración de activos sea tremenda en los próximos años. El valor de nuestra tierra es mucho más bajo que el de Argentina, Bolivia y Brasil, y tenemos una de las agriculturas más modernas del mundo. El inversor busca retorno alto y hoy no hay en América Latina otro país que pueda ofrecer las condiciones para generar ese retorno y de manera tan rápida como Paraguay.
— ¿Cuáles son las claves de la estabilidad cambiaria que tiene Paraguay?
— El gasto público y la responsabilidad fiscal. El manejo serio y responsable. Y esto no es de este gobierno, es de la sociedad paraguaya. Somos una cultura conservadora y eso es bueno para algunas cosas. El guaraní está cumpliendo 80 años. En ese período, Argentina le quitó trece ceros a su moneda y Brasil cambió varias veces la denominación. Tenemos una moneda fuerte porque hay responsabilidad fiscal, no se gasta más allá de lo razonable. Tenemos la menor deuda de la región y eso es un activo público que tiene Paraguay, que se ve en el gobierno, las empresas y las familias. Medimos los pasos, no somos aventureros.
— ¿Va a seguir con la estrategia 10-10-10, de 10% de IVA, de impuesto a la renta y de utilidades a los no residentes?
— Sí, claro. Vamos a seguir teniendo un sistema tributario bajo y atractivo. Somos un país sin litoral marítimo y costos de transporte altos, tenemos un mercado pequeño y hay que ser competitivos. Debemos compensar y el sistema tributario es una de las formas. Entendemos que un sector público pequeño permite tener un sector privado grande; la experiencia mundial así lo muestra. Además, con un sistema tributario bajo obligamos al sector público a que haga cada vez más y mejor con los recursos que tiene. El aumento de los ingresos tributarios alimenta una burocracia que, al final, se vuelve más resistente a los cambios. Adaptarnos a esos cambios es lo que nos va a permitir ser un centro de producción y un hub logístico y tecnológico en los próximos años.
— ¿No va a aumentar los impuestos, entonces?
— Prohibí la discusión... a no ser que vayamos a bajar alguno, pero no hay ninguna posibilidad de aumentarlos.
— ¿Con la macro resuelta en gran medida, cuál es el principal problema económico que tiene el país?
— El aumento de la productividad. Además, estamos atrasados en salud y educación. Tenemos que mejorar el capital humano de alto nivel, gente con posgrados en ciencia y tecnología. Hay mucha mano de obra que quiere trabajar, mandos medios, y ahí hay un espacio para la capacitación rápida. El acceso a la vivienda es algo a lo que estamos apostando mucho, porque va a permitir repatriar paraguayos. Argentina ha recibido a muchos en los últimos años, en rubros como la construcción, por ejemplo. Entonces, debemos dinamizar este sector. Hay que resolver problemas de corto plazo, pero también seguir construyendo capital humano de alto nivel para las futuras generaciones.
— En los últimos años hay muchos argentinos que están invirtiendo en Paraguay. ¿Qué le dice a los que están evaluando hacerlo?
— Que Paraguay está abierto a la inversión extranjera, que tenemos condiciones. Se van a sorprender. Tenemos estabilidad macroeconómica y política, y una sociedad muy abierta, sencilla y amable. El principal mensaje es que vengan a Paraguay. Vengan, van a encontrar un país maravilloso.
— Usted fue ministro de Economía y ahora va a ser presidente. ¿Conoce a Sergio Massa?
— Lo conozco. Lo conocí en enero, en Buenos Aires, y estuvimos en la Cumbre del Mercosur, en Iguazú.
— ¿Cómo ve el proceso electoral argentino?
— Con el próximo presidente argentino, el que sea electo, vamos a trabajar. No quiero mirar ni a la derecha ni a la izquierda, quiero mirar para adelante. Paraguay necesita avanzar y eso se construye con relaciones respetuosas. Tengo un afecto enorme por el país, soy hijo de una argentina, así que miro con mucha atención lo que ocurre allí. Disfruto de sus éxitos y sufro los dolores argentinos. Espero que este proceso electoral sea lo mejor posible. Lo conozco a Sergio y también a Horacio Rodríguez Larreta y a Patricia Bullrich.
— ¿Si usted fuese ministro de Economía o Presidente en este momento de Argentina, qué haría?
— Argentina necesita construir un camino hacia adelante. El problema no es de este gobierno, ni del pasado; lleva unos 50 años. Tienen que hacer un mix, contener a los sectores más vulnerables, pero también aumentar la competitividad de la economía y eso pasa por un ajuste cambiario y ajuste del gasto público. Pero el ajuste jamás puede hacerse sobre los sectores más vulnerables. Nunca. Y hablamos de medidas que requieren de consenso político. Paraguay hizo un paquete de reformas importantes en 2003: en un momento muy difícil se bajó el impuesto a la renta del 30 al 10 por ciento. Mucha gente se escandalizó y pensó que iba a ser una debacle, decían que se necesitan más recursos. Pero está demostrado que en nuestros países cuando aumentamos los costos lo que aumentan son los incentivos para evitar esos impuestos. Si la Argentina hace un sinceramiento tributario va a aumentar la recaudación. Son un país tremendamente rico, pero las políticas que se implementaron en los últimos 50 años no son las adecuadas. Insisto, el cambio requiere de consenso político y de la sociedad, difícilmente un presidente puede hacer las cosas solo.
— ¿Tiene que haber una moneda común para el Mercosur?
— La moneda común no le conviene a nadie porque la condición básica para que funcione es que los países estén en los mismos ciclos económicos, y eso no pasa. Paraguay tiene una inflación del 4% anual y Argentina de más del 100 por ciento. El tipo de cambio es una gran herramienta: los países que se dolarizan generan beneficios de corto plazo, pero a la larga son un problema. Ocurrió con la convertibilidad.
— ¿Prefiere un Mercosur más abierto?
— Sí, quiero un Mercosur más abierto. Paraguay está en el medio de dos economías muy grandes, le pasa también a Uruguay. Cuando el presidente de Uruguay dice que podrían negociar por separado con China, lo que hace es levantar la voz y decirles “señores, o flexibilizamos el Mercosur para nosotros o tenemos que salir a buscar otros mercados”.
— ¿Qué va a pasar con la Hidrovía?
— Hay un problema grande. Somos cinco los países y Argentina está hacia el final y ejerce un peso mucho mayor en el manejo. Estamos realmente muy preocupados porque es una gran oportunidad, son 3.000 kilómetros por los que se movilizan 40 millones de toneladas. El río Mississippi (en EEUU), que es mucho más pequeño, moviliza 500 millones de toneladas. Tenemos que tener seguridad sobre la navegabilidad y confiabilidad sobre el manejo. Y si hay una parte que quiere cobrar un peaje que no está contemplado, o que no está reconocido, se vuelve una situación de mucha preocupación. Voy a pedir que sea un tema central en la agenda del Mercosur.
— Usted habla del potencial energético de Paraguay y ese es un tema sensible para muchos países de la región.
— Uno de nuestros grandes activos es la generación de energía limpia, renovable. Somos el mayor exportador de energía per cápita del mundo. Y esto se da por las dos represas enormes que tenemos con Brasil y con la Argentina, pero tenemos que pensar en nuevas fuentes de generación. Hay que volver sostenible la situación financiera y económica de Yacyretá, que es la empresa que tenemos con la Argentina. Paraguay ratificó un acuerdo firmado años atrás, pero Argentina no. Si lo resolvemos podemos pensar rápido en la construcción de una nueva hidroeléctrica, algo que por la geografía no puede hacerse en muchos lugares del mundo. Tenemos que avanzar.
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