Tal como se esperaba desde hace varios meses, cuando la inflación en Brasil comenzó dar claras señales de consolidación a la baja, el Comité de Política Monetaria (COPOM) del Banco Central de ese país decidió ayer recortar, por primera vez en tres años, la tasa de política monetaria.
El recorte de medio punto, que dejó la tasa de referencia en 13,25% anual, fue mayor al esperado en medio de fuertes tensiones entre el ala política del gobierno de Luiz Inacio “Lula” Da Silva y la autoridad monetaria que conduce Roberto Campos Neto, a quien desde el Partido de los Trabajadores (PT) acusan de “sabotear el desarrollo” económico del país.
El debate respecto del nivel de la tasa de interés y su impacto sobre el crecimiento de la economía permite encontrar puntos de contacto con una discusión similar que se plantea entre los industriales en la Argentina y la renuencia del Gobierno a sostener tasas de interés positivas a pesar del recurrente reclamo del Fondo Monetario. El contexto en que se producen, sin embargo, marca un enorme contraste entre ambos países.
Mientras la economía argentina no logra fijar anclas para los precios, con reservas netas negativas, tipo de cambio oficial atrasado, precios relativos distorsionados y una inflación que retomó en julio la tendencia alcista y se encamina a superar el 120% en los próximos meses, el Banco Central de Brasil avanzó en la reducción de la tasa de interés tras registrar índices de inflación cada vez menores, incluso negativos. Así ocurrió en junio, último dato disponible, cuando los precios cayeron 0,1%, el nivel más bajo en tres años.
En ese marco, una realidad en las antípodas de lo que ocurre en la economía local, el COPOM brasileño inició lo que se prevé será un ciclo de flexibilización de la política monetaria, tal como reclamó insistentemente el presidente Lula.
Según evaluó la entidad, “la mejora del cuadro inflacionario” generó la “confianza necesaria para iniciar un ciclo gradual de flexibilización monetaria”. Aún así, la decisión dejó disconforme al propio gobierno, donde consideraron que el recorte fue insuficiente en pos de fomentar el crédito para el consumo y la inversión. Esa pretensión era contraria a la expectativa del mercado que esperaba una caída de apenas un cuarto de punto. Lo concreto es que la tasa de referencia en Brasil es, tras el recorte, más 10 puntos porcentuales mayor a la inflación, que se ubica en 3,16% en términos interanuales.
“El recorte de medio punto en la tasa Selic no cambia el hecho de que el Banco Central sigue imponiendo a Brasil la tasa de interés más alta del planeta. Debería haber reducido sustancialmente la Selic hace mucho tiempo”. se quejó la diputada federal y presidenta del PT, Gleisi Hoffman. “Estamos pagando un precio muy alto por las actividades políticas del bolsonarista Campos Neto. Ha mantenido las tasas de interés en la estratosfera a pesar de toda la evidencia de que envenenan la economía. El Banco Central de Bolsonaro, Guedes y Campos Neto, derrotado por Lula en las urnas, sabotea el desarrollo del país. Tienen que rendir cuentas”, acusó.
Por el contrario, el propio ministro de Hacienda, Fernando Haddad, celebró la decisión, a la que consideró producto de un “diálogo de naturaleza absolutamente técnica”.
En cualquier caso, la medida del Banco Central de Brasil se produce días después de que Chile, también en función de datos alentadores de baja de inflación, impusiera un recorte de 1 punto de la tasa de interés. Lo mismo había hecho ya Uruguay y se espera ahora la decisión de México, prevista para la próxima semana. En ese pelotón de economías latinoamericanas que están logrando torcerle el brazo a la suba de precios y comienzan a relajar las severas políticas monetarias incluso antes que los países desarrollados, desentona la Argentina que, aunque tiene tasas por encima del 100% anual en términos efectivos, no logran sostenerse por encima de la inflación.
Seguir leyendo: