En un giro inesperado de los eventos climáticos, la Argentina enfrentará menos lluvias de las previamente proyectadas en el futuro cercano, lo que tendrá un impacto directo en la producción agropecuaria del país. La Bolsa de Comercio de Rosario se hizo eco de las últimas actualizaciones de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA) que revelan un cambio de intensidad en el fenómeno del Niño, pasando de un Niño fuerte a un Niño moderado.
José Elorriaga, consultor climático, explicó que “el océano no se termina de acoplar con la atmósfera y no se potencia la actividad de los vientos que son responsables del transporte de humedad.” La intensidad del fenómeno del Niño se define en parte por el comportamiento de los vientos y las anomalías de las temperaturas que se miden en el Pacífico Ecuatorial.
Este cambio tiene implicancias significativas para los productores agropecuarios de Argentina. Aunque el evento Niño aún estará presente durante la campaña 2023/24, y las anomalías térmicas continúan mostrando un calentamiento importante, su relevancia en determinar las lluvias de la región pampeana ha disminuido. El Niño, que inicialmente prometía un aumento sustancial en las lluvias, será ahora una variable de menor incidencia de lo que se había pensado, mientras que los efectos regionales y otras incertidumbres tomarán mayor importancia.
Hace un mes, los algoritmos mostraban un impacto del Niño fuerte en las lluvias en la región núcleo con valores que superaban las medias entre un 40 a 60%. Ahora, con un Niño moderado, las lluvias mensuales proyectadas para el período de octubre a enero estarían entre un 30 a 40% por encima de lo normal.
Este pronóstico de lluvias reducidas podría afectar a una serie de cultivos, incluyendo soja, maíz y trigo, que son fundamentales para la economía argentina. La situación resalta la necesidad de una planificación cuidadosa y adaptación por parte de los productores agrícolas.
La Bolsa de Comercio de Rosario continúa monitoreando la situación y trabajando con los agricultores para minimizar el impacto potencial de este cambio en el clima. A medida que Argentina se adentra en la temporada de crecimiento, los ojos de la nación estarán puestos en el cielo, esperando las lluvias que son vitales para la salud de su economía agrícola.
El Costo de la Sequía 2022-2023
La sequía reciente dejó una marca indeleble en la economía agrícola de Argentina. Según datos del Departamento de Informaciones y Estudios Económicos actualizados a marzo, el costo de la sequía 2022/2023 ascendió a más de USD 14.140 millones para los productores de soja, trigo y maíz, los cultivos responsables de casi la totalidad de la producción de granos en Argentina.
La caída en la proyección de cosecha para estos tres cultivos clave se estima en 50 millones de toneladas. A pesar de los mayores precios globales, la pérdida de ingresos netos para el sector agropecuario es monumental.
Las cifras describen una campaña marcada por récords históricos de condiciones climáticas adversas, incluyendo un déficit de lluvias por tercer año consecutivo, persistentes olas de calor hasta marzo, y heladas agronómicas inusualmente tardías y tempranas. La situación ha sido calificada como un “vendaval de pérdidas” que ha deteriorado semana a semana las condiciones de cultivos, animales y recursos naturales.
Las pérdidas totales para la actividad económica nacional, incluyendo el impacto en menor demanda de fletes, labores y servicios financieros, ascienden a USD 19.000 millones, representando 3 puntos del PBI argentino estimado para 2023.
Además, la retracción en las exportaciones de granos y subproductos ha tenido un impacto devastador en las finanzas nacionales. La proyección de ingreso de divisas para la campaña 2022/23 cayó a USD 21.740 millones, una disminución significativa con respecto a la anterior campaña. Esto ha resultado en una caída en la recaudación de derechos de exportación y otros impuestos, erosionando los ingresos del fisco en un total de USD 6.056 millones.
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