El fin de la jornada dejó el viernes un saldo mixto desde el punto de vista económico: al mismo tiempo que se confirmaba el acuerdo técnico alcanzado con el FMI, lo que aportó relativo alivio a los mercados, también se empezaron a hacer realidad los pronósticos que anticiparon mayor inflación a partir de la implementación de las medidas para, precisamente, cerrar la sexta revisión de las metas comprometidas con el organismo.
No sólo por la aplicación del impuesto a los bienes y servicios importados (7,5% y 25%, respectivamente) sino esencialmente por la inclusión del maíz en el incentivo para exportar, el denominado “dólar agro” que tuvo un correlato inmediato: alimentó el flujo de divisas para el Banco Central pero también disparó los precios de la carne. El mercado de Cañuelas cerró la semana con subas de entre 17% y 20% en el precio del ganado.
Ese salto, atribuido por los analistas del mercado en parte a que el precio de la carne se atrasó desde abril de este año, y esencialmente al encarecimiento del alimento a base de maíz para los animales se trasladará en los próximos días a las carnicerías con el consecuente impacto en el índice de precios al consumidor.
El precio de la carne y sus derivados es altamente sensible en la medición oficial de la inflación. “Pondera entre 7% y 13,2%″, advirtió el economista del Centro de Estudios Económicos del Sur (Cesur), Amílcar Collante, en base a la planilla explicativa del Indec en la que se detalla que la incidencia calculada para el Gran Buenos Aires es de 6,98%, pero de casi 10% para el centro y sur del país, mientras que se eleva a un promedio de 12% para el resto del país.
En síntesis, cada 10% que sube la carne, hay un impacto de al menos 1 punto porcentual en la tasa de inflación, explicó el economista.

De ahí que los pronósticos privados, y también el de los funcionarios del Gobierno, acusan una nueva suba de la inflación. Para julio, el piso volvió al 7% tras haber tocado en junio un valor de 6% gracias, esencialmente, a que alimentos y bebidas fue la categoría que menos subió ese mes. No volverá a pasar.
El relevamiento semanal de la consultora LCG detectó que en la cuarta semana de julio la suba de precios de los alimentos promedió 3%, lo que implicó una aceleración de 0,7 puntos porcentuales en los días posteriores a la aplicación de las nuevas medidas.
“El índice de alimentos y bebidas presentó una inflación mensual de 5% promedio en las últimas cuatro semanas y 7,4% punta a punta en el mismo período”, advirtió LCG.
El informe destacó que, para el mes a punto de terminar, la suba de panificados en la última semana explica la mayor parte de la variación.
Coincidió en las cifras el economista Camilo Tiscornia, cuya consultora también lleva un relevamiento mensual. “Julio viene bastante arriba de 7% y agosto podría pasar lo mismo. La última semana subieron mucho los panificados y la carne”, explicó, a lo que se agregará el mes próximo el aumento de combustibles, electricidad y 20% para el servicio doméstico.
La medición de EcGo, la consultora de Marina dal Poggetto, arroja 7,3% de suba para los alimentos de julio y una tasa de inflación general de 6,7%. “Podría ser más alta”, aseguraron en el estudio privado, al tiempo que un índice en 9% se perfila para el mes próximo.

Es que, en agosto, también impactará de lleno la suba del dólar blue en las últimas semanas. “La brecha es más preocupante que el impacto de las medidas, El salto de 10% en pocos días va a tener impacto”, afirmó una fuente oficial. Esa preocupación es compartida también en el sector privado.
“Las medidas refuerzan la mirada de que la baja de la inflación en junio (6% mensual) fue transitoria, influenciada por la estabilidad en los dólares financieros y la muy leve suba en productos estacionales (1,8% mensual). Asumiendo que no se da una caída adicional en la demanda de dinero, estimamos la inflación en la zona de 7% para julio y entre 7,5% y 8% para agosto”, apuntó la consultora Anker.
El estudio privado, tras analizar el acuerdo difundido con el FMI en la tarde del viernes, llegó a la conclusión de que “cualquier intento de acumulación de reservas es inflacionario. Este es el caso, por ejemplo, de la extensión del impuesto PAIS a las importaciones y del dólar especial de exportación al maíz, insumo relevante en la producción de carnes y en gran cantidad de alimentos industrializados”.
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