En una obra del gran grupo teatral “El Descueve”, el genial Carlos Casella hacía reír hasta las carcajadas al público con su deliberada ambigüedad. En cuestión de segundos, el actor podía afirmar algo y desdecirse al instante sin perder la seriedad de su expresión.
Del mismo modo, el acuerdo técnico alcanzado por el equipo económico y el staff del Fondo Monetario Internacional (FMI) admite todas las lecturas posibles en forma simultánea, según el interlocutor que se elija:
– El Gobierno, como sostuvo el ministro de Economía y precandidato presidencial, Sergio Massa, pudo afirmar que logró una parte de lo que quería: algunos recursos para pagarle al propio Fondo y algunos para intervenir, en forma limitada, en el mercado cambiario, para que los dólares paralelos no se escapen más. “Nos permite recorrer la segunda parte del año con mucha más tranquilidad”, indicó Massa ayer en su gira por San Juan.
– La oposición podrá cuestionar al FMI por “blando” y, a la vez, al Gobierno por no haber logrado todo lo prometía inicialmente, sobre todo giros adelantados por USD 12.000 millones. Apenas conocido el acuerdo, el ex ministro de Macri y referente económico de Horacio Rodríguez Larreta, Hernán Lacunza, afirmó: “Hay que pagar USD 3.400 millones lunes y martes, con -USD 8.500 millones de reservas netas. 2. No hay fondos adicionales, ni ahora ni más adelante 3. Solo desembolsos -desde mediados de agosto- para cubrir FMI (USD 4.000 millones postergados junio y otros USD 3.400 millones originalmente de septiembre)”. Además, sus referentes podrán sentirse reivindicados porque el Fondo confirmó que ellos no pidieron frenar los desembolsos al país, como mencionaron varios funcionarios del Gobierno.
– Los analistas privados podrán seguir pensando, según su matiz ideológico, que el acuerdo fue demasiado suave o demasiado duro. El FMI no quiere entrar en ese debate: entiende que tenía que garantizar la estabilidad de la economía en la campaña electoral y que le ha exigido medidas correctivas fuertes al Gobierno para asegurar el desembolso de USD 7.500 millones en agosto, en el plano fiscal y monetario. Esto significa, inclusive con acciones previas al desembolso: mantener las tasas del Banco Central positivas en términos reales y la devaluación del tipo de cambio oficial; ajustar el gasto vía menores subsidios a las tarifas –tal como lo observan estos días los usuarios de electricidad-; garantizar más recaudación con más impuestos y desacelerar el nivel de emisión, entre otras medidas.
Hay otras promesas más complejas de cumplir, como contener el gasto público para cumplir con el target del 1,9% del PBI y acumular reservas en el BCRA hasta llegar a USD 1.000 millones, cuando la cuenta actual marca –USD8.000 millones. ¿Se concretarán en medio del calendario electoral cuando no se concretaron en la primera mitad del año? De hecho, un informe de la consultora PxQ de Emmanuel Alvarez Agis señaló que “el anuncio deja la puerta abierta para no realizar los desembolsos en caso de que la PASO o la economía así lo justifique”.
”La meta de reservas sigue siendo exigente y confirma la posición del FMI a favor de una devaluación sustantiva del tipo de cambio oficial. Es de esperar que las acciones requeridas para cumplir con los desembolsos sean nuevos aumentos de tarifas, una tasa de interés arriba de la inflación, un crawling-peg en el nivel de la inflación, una morigeración de la paritaria del sector público, reducción de los planes sociales y, tal vez, nuevos aumentos de impuestos”, explico.
Desde otra latitud, en Nueva York, Jaime Reusche, vicepresidente de la calificadora Moody’s, brindó un concepto parecido: “Si bien esto le otorga un margen de maniobra al gobierno previo a las elecciones generales, cumplir con las nuevas metas fiscales y de acumulación de reservas será muy desafiante, sugiriendo que las condiciones macroeconómicas tenderán a continuar deteriorándose hasta fin de año. Esto dejará un ambiente muy complicado para el siguiente gobierno, sea cual sea, que se verá presionado a realizar un ajuste brusco, en línea con nuestra visión de que habrá una muy alta probabilidad de que se dé un evento de incumplimiento en pagos de deuda en 2024 o 2025″, explicó.
En Washington, un importante diplomático agregó ante una consulta de Infobae: “Nosotros hacemos locuras, pero podemos financiarlas. Ustedes no”.
¿Un acto de fe?
Sin hacer un acto de fe, el Fondo sabe que no tiene muchos más instrumentos para presionar en 2023, dado que ya pasaron seis meses del año y que, como lo señaló en el acuerdo conocido este viernes, las metas del primer semestre fueron incumplidas. El organismo comparte con el Gobierno que una parte de este mal resultado se debió a la fuerte sequía, pero también lo responsabilizó por demorar demasiado el ajuste del gasto, en particular el ajuste de las tarifas. Y, en este sendero intermedio, volvió a avalar un tipo de cambio diferencial para el agro porque sabe que en esta coyuntura no será posible acumular reservas por otra vía, aunque haya cuestionado este esquema transitorio en varias ocasiones. “Es temporal”, dice el reporte, pese a la certeza de que si una medida ya lleva cuatro ediciones, es algo más que temporal.
“Si bien esto le otorga un margen de maniobra al gobierno previo a las elecciones generales, cumplir con las nuevas metas fiscales y de acumulación de reservas será muy desafiante2 (Reusche)
¿Por qué eligió el Fondo este esquema heterodoxo de juntar dos revisiones y desembolsar en agosto? Afirman que la revisión del primer trimestre se demoró demasiado, 10 semanas, y que era necesario adelantar el giro de septiembre para que a nadie se le ocurra, en el medio de la campaña, cuestionar un pago al FMI como herramienta para atraer votos. De este modo, se “calzarán” pagos y desembolsos hasta fines de octubre y, si hay segunda vuelta, habrá que barajar y dar de nuevo.
“No nos queremos meter en medio de las elecciones”, indicaron fuentes familiarizadas con esta cuestión.
¿Lo lograrán? Desde 2019 Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa afirmaron que el FMI le “financió” la campaña a Mauricio Macri para apoyar su reelección y para “fugar” divisas, pese a que sin cepo no hay fuga y a que hubo más salida de divisas en el primer gobierno de Cristina Kirchner que en 2019. Ahora, parte de la oposición jura lo contrario: que el Fondo sostiene un esquema insostenible y que debería ser más implacable con un Gobierno que no ha cumplido sus promesas, porque de lo contrario estaría financiando la campaña oficialista de 2023.
El FMI, animal técnico pero sobre todo político, opta por dar algo pero no todo, ni romper lanzas con el país, a la espera de poder dialogar más tranquilamente con el próximo Jefe de Estado. Mientras tanto apuesta a que nadie lo culpe por entrometerse en la carrera electoral o por contribuir con un eventual empeoramiento de la crisis en un contexto de equilibrios muy inestables.
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