A solo 11 días hábiles para las elecciones primarias, el escenario económico no es el que hubiera preferido Sergio Massa. El dólar volvió a marcar ayer un récord nominal y recuperó todo lo que había caído hace un par de jornadas. Esa mayor turbulencia cambiaria a su vez genera más presión sobre los precios: todo indica que esta última semana de julio crecieron las remarcaciones en distintos rubros, por lo que aún no es seguro que el índice de inflación del mes consiga perforar el 7%.
La economía tampoco genera buenas noticias, ya que el nivel de actividad está en franco descenso, aunque pesa sobre todo la caída del sector agropecuario por la histórica sequía que afectó los volúmenes de la cosecha. Es una de las explicaciones que usa el ministro de Economía en cada acto de campaña: “Imagínense si de un día para el otro el negocio de ustedes perdiera un 20% de la facturación, cómo les impactaría”, repite en cada encuentro con pymes alrededor del país.
También el consumo, que fue la variable que ayudó a sostener la recuperación en 2022, está mostrando claras señales de agotamiento. Con una inflación que acumulará casi 60% en los primeros siete meses del año, es muy difícil sostener los ingresos de las familias y la capacidad de gasto. Sobre todo en aquellos hogares que dependen de ingresos informales, que quedan cada vez más rezagados.
La economía entra en un período de stress máximo, no solo por la mayor dolarización de carteras, típica de los períodos preelectorales. Además, la indefinición en relación a un acuerdo con el FMI también agrega nerviosismo.
Massa incluso tuvo que reconocer que el próximo desembolso del organismo recién llegaría después de mediados de agosto, por lo que se mantiene un alto interrogante: ¿se pagará con reservas el vencimiento del próximo lunes con el organismo, por unos USD 3.200 millones?
El FMI había informado el domingo sobre “avances medulares” en la negociación con la Argentina y anunció que se encamina la redacción del “staff report”, pero no hay demasiado tiempo por delante.
Los mercados esperan que entre hoy y el lunes haya novedades, que por un lado aporten claridad sobre las metas que deberá cumplir el Gobierno hasta fin de año. Pero la mayor expectativa pasa por los próximos desembolsos del FMI y de qué manera la Argentina enfrentará sus próximos compromisos.
Las últimas medidas anunciadas por Massa tuvieron un efecto positivo de corto plazo, ya que el Banco Central logró acumular reservas. Esto fue debido a un doble efecto: el inicio de la cuarta versión del dólar agro a $ 340, que gatilló mayores ventas de maíz. Y por otra parte, el mercado importador estuvo semi paralizado ante las dificultades para poner en marcha el nuevo impuesto del 7,5% a quienes acceden a dólares oficiales.
Según informó ayer Economía, el saldo conseguido durante la semana a favor del BCRA llegó a USD 217 millones. No se trata de una cifra espectacular, pero al menos logró revertir el fuerte balance negativo de junio y de parte de julio. La contracara es que hubo venta de divisas para controlar los dólares financieros y que no se disparen más, teniendo en cuenta que la suba del mes acumula un 12%.
La fuerte caída de acciones argentinas en Wall Street y la debilidad de los bonos de las últimas jornadas también refleja este mayor signo de preocupación por parte de los grandes inversores. No ayudó ayer el contexto general, que mostró una fuerte toma de ganancias ante la advertencia de la Reserva Federal de posibles subas de tasas adicionales, tras haber incrementado un 0,25% el último miércoles. Esto provocó mayor búsqueda de refugio y sufrieron los activos de mayor riesgo, como son los argentinos.
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