A solo una hora de que se abrieran las puertas de la 135° Exposición Rural de Palermo, el campo dejó en claro que es lo que quiere: un cambio del actual modelo productivo. Una docena de entidades, organizaciones e instituciones del sector agropecuario y agroindustrial confeccionaron un documento, al cual después tuvo más de medio centenar de adhesiones, en el cual se propone un cambio de rumbo económico y de políticas aplicadas hacia el agro, que permitirá no solo el despegue de la actividad, sino también transformar la matriz productiva del país “hacia un nuevo modelo de desarrollo” que aumente la producción de granos en un 43%, la de carnes en un 57% y las exportaciones sumen USD 48.800 millones adicionales en solo una década.
“El magro desempeño socioeconómico argentino marcado por un estancamiento económico que lleva más de 10 años, niveles crecientes de pobreza y deterioro de la calidad de vida conduce a realizar una revisión del actual modelo productivo”, marca el documento “Hacia un nuevo modelo de desarrollo” presentado hoy en la sala de conferencias del predio ferial de la Sociedad Rural Argentina (SRA), que lleva la firma de esta entidad, sumada a Coninagro, Confederaciones Rurales (CRA), Federación Agraria (FAA), la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Maizar, Fundación Barbechando, el Grupo CREA, Aapresid, la Asociación Forestal Argentina (AFOA), la Fundación Producir Conservando y la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA).
Buscan que se aumente la producción de granos en un 43%, la de carnes en un 57% y las exportaciones sumen USD 48.800 millones adicionales en una década
Según el escrito, existe un desbalance entre el “puñado de actividades dinámicas genuinamente competitivas globalmente”, como la agrobioindustria, los servicios basados en conocimientos, las energías fósiles no convencionales y, entre otras, las primeras fases de la minería, con otras que “tienen limitadas inserciones internacionales, desintegraciones productivas y acotadas sus posibilidades de crecimiento al empobrecido mercado local”, por lo cual “los impulsos al crecimiento encuentran recurrentemente un límite en el estrangulamiento externo”.
Así, según la concepción de estas entidades, “el grueso de los sistemas de promoción vigentes –con costos fiscales explícitos o traslaciones de recursos implícitos–, apuntalan a varias de estas actividades que, en las últimas décadas, han menguado su capacidad de producir puestos de trabajo, generar encadenamientos productivos y de equilibrar los crecientes desbalances externos y territoriales”.
En esta misma línea, indicaron que “una perspectiva de conjunto indica que estos sistemas de promoción junto con sus transferencias de ingresos son sustentados y financiados gracias a las regulaciones y tributos que recaen sobre actividades dinámicas limitando su pleno potencial y desarrollo futuro”.
Agrobioindustria
Es ante este panorama que las entidades, organizaciones e instituciones rurales plantean dejar atrás estos sistemas, ya que “la magnitud de la crisis interna, los cambios en el contexto internacional y la potencialidad de un conjunto de actividades abre las posibilidades de ingresar tempranamente a un modelo de desarrollo basado en la transformación integral y sustentable de los recursos naturales”.
Es allí donde el peso e importancia de la agrobioindustria podría crecer y “liderar, en forma coordinada y concurrente con otras actividades de igual dinamismo, un modelo de desarrollo superador al actual”. Para ello, destacaron que hoy este sector representa el 18% del PBI. A su vez, posee relevancia en el comercio mundial de granos, carnes, lácteos, subproductos y alimentos los cuales suman el 64% de las exportaciones argentinas. Aporta, de mínima, el 19% del total de la ocupación productiva –2,6 millones personas– siendo, además, “un factor de arraigo poblacional en el territorio y el eje de varias economías provinciales”.
Así, el escrito especifica que “con la mirada al futuro, las proyecciones ilustran sobre su potencial” y que solo en una década, “de eliminarse las limitaciones que generan las políticas públicas actuales”, la producción de cereales y oleaginosas podría incrementarse un 43% superando los 185 millones de toneladas, mientras que la producción de carnes (aviar, bovina y porcina) crecería un 57% alcanzando las 9,4 millones de toneladas anuales. Asimismo, la producción de leche lo haría en un 32% llegando a las 15,3 millones de toneladas. De esta manera, “el complejo está en condiciones de generar exportaciones adicionales por USD 48,8 mil millones y un millón de puestos de trabajo adicionales”.
Actividades
Para llegar a tamaña meta, el trabajo también destaca otras actividades de la red agrobioindustrial que “ya están teniendo un alto impacto positivo en la economía”. Así, “sobresalen en las fases iniciales la producción de insumos, maquinarias, equipos, tecnologías e innovaciones –genética vegetal y animal, insumos biológicos, e incluso maquinarias y equipos específicos– en las que se desarrollaron capacidades que trascienden los mercados locales”.
Además, en las fases de segundas transformaciones “resalta el potencial de la industrialización plena de biomasas y semielaborados en tres áreas: la industria alimenticia (incluida la logística y distribución hasta llegar al consumidor), los complejos bioenergéticos (uso integral de subproductos y desechos como insumos industriales y energía) y el desarrollo masivo de la denominada química verde (basada en insumos biológicos renovables y destinado a la producción de materiales reciclables)”.
“O sea, una actividad basada en la producción sustentable de biomasa y una industrialización integral de bases biológica que revitalice –coordinadamente con otras actividades– el futuro tramado productivo. La sociedad está frente a la oportunidad de lograr un nuevo camino hacia el desarrollo sostenible de nuestro país. Argentina tiene futuro y la Agrobioindustria está preparada para aportar a su construcción”, concluyó la propuesta.
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