Que la Argentina atraviesa un período de elevada y preocupante inflación, la más alta en tres décadas, no es ninguna novedad para los consumidores. Con un IPC estacionado por encima del 100 por ciento anual, a partir de agosto se desarrollará una sucesión de elecciones nacionales en medio de una etapa de ascenso de los precios no visto desde los comicios de septiembre de 1991 (con una inflación anual del 115% al momento de votar) o quizás más atrás, cuando se eligió presidente en 1989 (765% anual en mayo de aquel año).
De todos modos, destacó en junio un dato positivo: la segunda desaceleración del IPC respecto del mes anterior. La inflación fue de 6% en junio, tras el 7,8% de mayo y el pico de 8,4% mensual que se había registrado en abril. En ese sentido, el IPC de julio podría traer otra noticia positiva. Si el dato que informará el INDEC el próximo 15 de agosto es inferior al 7,5% registrado en julio de 2022, la inflación anual se reducirá desde el 115,6% de junio, una reversión que no se produce desde enero del año pasado.
Para los analistas, que la inflación pierda fuerza es una tendencia que por factores microeconómicos podría continuar más allá de junio, pero que es improbable que se sostenga hasta fin de año.
El último el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) del BCRA prevé un IPC de 142,4% para todo 2023. Ylas primeras mediciones de alta frecuencia de julio marcan cierta aceleración. Según SEIDO, en la última semana los precios treparon 1,7%. Por su parte, Orlando Ferreres & Asociados registró un aumento de 3,1% en la primera semana de julio, el mayor guarismo desde que se lleva este registro (2016).
“Gran parte de este viento a favor se dio gracias a la evolución de la Carne y derivados, que pesan casi 10% en el índice general. En Gran Buenos Aires (GBA) avanzaron (en junio) apenas 0,9%, mientras que la suba en el resto del país promedió 1,7%. A su vez, fue fundamental el comportamiento de Frutas y Verduras, cuyos precios en GBA retrocedieron 3% y 5,9% respectivamente”, detalló GMA Capital en un informe.
“En la dinámica mensual, la tasa a la que crecen los precios de una economía puede verse afectada -en una u otra dirección- por cuestiones microeconómicas, como pueden ser el desequilibrio entre oferta y demanda en el mercado de algún producto relevante -en términos del gasto de las familias- o una revisión tarifaria en algún mercado sujeto a regulación del propio gobierno -caso de muchos servicios-”, comentó Juan Manuel Garzón, economista del IERAL de la Fundación Mediterránea.
Los analistas de Consultatio Financial Services precisaron que “la baja está lejos de ser generalizada y responde principalmente a factores microeconómicos que juzgamos transitorios. De hecho, la mediana de precios continúa moviéndose a un ritmo de 6,5%. Si bien es posible que la moderación se extienda algunos meses más, nos preguntamos cuánta nafta le queda a la desaceleración”.
“Los factores microeconómicos que ayudaron a la baja todavía pueden contribuir durante algunos meses, pero los factores macroeconómicos que determinan la tendencia de mediano y largo plazo terminarán ganando la pulseada. Y sin certezas oficiales de qué sucederá con la renegociación del acuerdo con el FMI, el contexto se puede tornar mucho más volátil”, añadieron desde Consultatio.
La calma del dólar y la estabilización del precio de la carne ayudó a “enfriar” la inflación de junio
Martín Calveira, economista investigador del IAE Business School, afirmó que “si bien el dato de inflación del mes de junio muestra una desaceleración respecto de los niveles que se registran desde marzo, sigue constituyendo un nivel de variación mensual alto. Esto se desprende de un abordaje ineficaz y con los excesos monetarios que se habían pautado detenerse vía una menor asistencia al Tesoro lo que aún no se evidenció. Es prácticamente imposible arribar a un sendero desinflacionario persistente sin programa, sin anclas, sin disminución del financiamiento monetario al Tesoro y en un año electoral”.
Asimismo, Calveira consideró que “se espera un nivel similar de variación de los precios en el segundo semestre del año, las expectativas de mercado plantean como piso un nivel de 7%, aunque pueden generarse nuevos impulsos de ocurrir una mayor corrección del tipo de cambio tras las elecciones PASO”.
El factor dólar
Otro punto central en una desaceleración inflacionaria tiene que ver con la suba del dólar, tanto el oficial -que es el que más influye en los productos importados o aquellos que demandan piezas e insumos del exterior-, como en los paralelos, que también son una referencia -aunque menos determinante- a la hora de remarcar precios de productos importados y especular acerca de las dificultades de reposición.
El movimiento del dólar fue otro factor “micro” que ayudó a una caída de la inflación en junio respecto de mayo y también abril. En junio el “blue” ganó solo cuatro pesos, de $490 a $494, apenas 0,8%, en contraste con el salto de 18,7% experimentado en abril. En esta línea de razonamiento, un ascenso del dólar oficial a un ritmo del 6,8% mensual también le estaría poniendo un alto piso a la inflación del mes en curso.
“La brecha cambiaria se sostiene entorno al 80% que junto a la descoordinación política, sesgan las decisiones de precios al alza o al menor sesgadas al ajuste cuando se producen movimientos en el mercado cambiario informal, pues ya sabemos que el precio oficial de la divisa se encuentra reprimido”, subrayó Martín Calveira.
“Más allá del dato más reciente, lo cierto es que a lo largo de la administración iniciada en diciembre de 2019, el IPC ya acumula una suba de 526%, mientras que durante la gestión anterior había acumulado 230% durante esa ventana temporal. Además, en caso de consolidarse lo esperado por el mercado, Alberto Fernández cerraría su gestión con un aumento del costo de vida acumulado de 808%. Dicho en otras palabras, en sus cuatro años de ejercicio, los precios se habrían multiplicado nueve veces”, consideró GMA Capital.
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