La cercanía de las elecciones primarias y el recuerdo de lo ocurrido hace cuatro años están gatillando lo que se esperaba: una mayor cobertura de los inversores en moneda dura. En un contexto todavía plagado de incertidumbre política, pero también en medio de la pérdida de reservas del Banco Central, era más que esperable una mayor presión sobre los dólares financieros.
Con la suba de ayer hasta $ 503 (un récord en términos nominales), el dólar libre acumula un alza de 45% en lo que va del año. No suena exagerado, si se tiene en cuenta que la inflación del primer semestre llegaría a poco más del 50% cuando el INDEC divulgue hoy el dato correspondiente a junio.
La suba de las últimas jornadas (que por ahora resulta leve) coincide con un rescate gradual de fondos comunes en pesos de corto plazo, básicamente los conocidos como money market. Los administradores de estos instrumentos reconocen que tuvieron más rescates en los últimos días, lo que también podría coincidir con la necesidad de hacer frente a los vencimientos anuales de Ganancias y Bienes Personales.
El dólar libre a $ 503 acumula una suba de 45% en el año, algo por debajo de la inflación en lo que va del primer semestre, apenas por encima del 50%. La cotización está alta en relación al promedio de los últimos diez años, pero por debajo de los picos de octubre de 2020 y julio de 2022
Por otra parte, también se conocieron casi simultáneamente varios informes de sociedades de Bolsa aconsejando evitar el “carry trade”, es decir la búsqueda de ganancias a través de inversiones en pesos a tasas atractivas, aprovechando la tranquilidad cambiaria. En esos análisis resaltan que sería esperable que se registre una mayor dolarización de carteras por parte del público y de las empresas. El objetivo sería esperar con mayor cautela el resultado de las elecciones primarias.
Pero existen además otros condimentos que también generan presión sobre el dólar. Las ideas y vueltas para llegar a un acuerdo con el FMI no son gratuitas y también provocaron cierto nerviosismo en los últimos días.
La posibilidad de un desembolso extra por parte del Fondo para darle al Gobierno mayor margen de maniobra para intervenir en el mercado cambiario parece haberse diluido en los últimos días. Sergio Massa, sin embargo, sostiene que esa posibilidad sigue existiendo y habla de unos USD 2.600 millones adicionales para la Argentina, algo que todavía está por verse.
Un dólar a poco más de $ 500 puede parecer caro en el promedio del tipo de cambio libre de los últimos diez años, que en realidad está en alrededor de $ 340. Sin embargo, la cotización está barata respecto al pico que tocó en octubre de 2020 (los $ 195 de aquel entonces serían equivalentes a una cotización de más de $ 760 hoy) y el pico de la crisis de mediados del año pasado serían unos $ 680 de hoy.
Por supuesto que para Sergio Massa, en su doble rol de ministro de Economía y precandidato presidencial por el oficialismo, hará todo lo que esté al alcance para actuar rápido si así se requiere. Si el tipo de cambio se escapa, con el consiguiente aumento de la brecha, el impacto sobre la inflación se sentiría casi de inmediato. Por eso es esperable que aumente con la venta de más bonos dolarizados y de reservas en caso de ser necesario.
El problema es que al Banco Central se le va agotando el poder de fuego para influir en el mercado. Las reservas que podrían utilizarse para intervenir en el mercado apenas llegan a los USD 4.000 millones y tal vez parte haya que destinar para pagar los vencimientos con el FMI en diciembre.
Con la cuenta regresiva para las elecciones en marcha, seguramente las presiones dolarizadoras irán en aumento, junto con la intervención del BCRA para evitar saltos bruscos en las cotización. Será clave alcanzar lo antes posible el acuerdo con el FMI, sobre todo para afrontar un histórico proceso político con los menores dolores de cabeza posible en el frente económico.
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