Agustín Gerez tiene 35 años y es presidente de Energía Argentina, Enarsa, la empresa del Estado que estuvo a cargo de la construcción del primer tramo del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner, que se inaugura hoy en Salliqueló con la presencia de Sergio Massa, Cristina Kirchner y Alberto Fernández.
Santacruceño, abogado de la UCA, con un posgrado en Derecho del Petróleo y Gas Natural de la UBA y experto en Regulación Energética e Hidrocarburífera, Gerez tiene muy buena relación con la vicepresidenta y fue blanco de algunos de los hombres de confianza del Presidente que terminaron fuera de Gobierno, como Matías Kulfas y Martín Guzmán.
En una extensa charla con Infobae, Gerez no disimuló su alegría y orgullo por la finalización de la primera parte del GPNK, una obra a la que define como “un proyecto transformador que permitirá ahorrar USD 4.400 millones por año”.
“Dijeron que era una obra de 24 meses. Y era imposible hacerla en 8. Esta obra estaba planificada en el 2015. Se paró años por falta de visión estratégica y por falta de coraje”, tuiteó Massa. Según el Gobierno, se usaron 47.700 caños de acero de 12 metros de largo, se realizaron alrededor de 12.000 viajes de camión para transportar los caños y se generaron 10.000 puestos de trabajo directos.
“El de hoy va a ser un acto histórico, creo que estará a la altura de lo que fue la ejecución de este proyecto. Con los actores públicos y privados que estuvieron este tiempo involucrados. Vamos a celebrar algo que pocos, o que casi nadie, creía que podíamos hacer”, enfatizó Gerez.
“Como cabeza del equipo de Enarsa lo vivo con mucha felicidad y expectativa. No sé si la historia va a ser justa con todo este proceso y con todo el esfuerzo que realizamos. Cumplimos un sueño. Tantas veces me preguntaron si íbamos a llegar o no. Bueno, llegamos. Las promesas a veces quedan en la nada y en un país como Argentina, con contextos tan complejos y con coyunturas tan difíciles, poder decir ‘acá está, cumplimos con algo histórico’ es algo que me genera mucha felicidad”, agregó el funcionario.
— ¿Por qué cree que quizás la historia no será justa con este proceso?
— No sé si la historia. Lo decía en términos de tiempos, de valorar el enorme esfuerzo que hicieron muchos sectores para que esto sea posible. Una vez que la obra se termina, quizás en una semana nadie se acuerde del gasoducto. Es así. Ojalá que todos los argentinos lo recordemos como algo muy bueno que se pudo hacer, que sea un vector y un modelo para los proyectos que vendrán.
— ¿Por qué hubo tantas dudas e idas y vueltas para hacer la obra?
— Lo importante es que se realizó y que vamos tomando noción de la importancia de la energía en el desarrollo industrial, humano y productivo del país. Este proyecto refleja eso. Después, las demoras...
— Hubo muchas demoras y tensiones.
— Este proyecto nació en un contexto mundial muy particular. A la semana que licitamos la compra de caños estalló la guerra en Ucrania. Rusia es uno de los principales proveedores de chapa y acero del mundo. Luego hubo temas con la provisión de equipamientos y materiales con China que por entonces estaba todavía con restricciones por la pandemia. Los inconvenientes y desafíos fueron varios, pero el foco fue el objetivo y la promesa que habíamos hecho.
— También hubo temas políticos en el medio.
— Una vez dictado el DNU hubo conflictos y situaciones políticas que quisieron entorpecer la ejecución del proyecto. Se resolvió con trabajo. Dio resultado.
— ¿Qué cambió cuando llegó Sergio Massa a Economía?
— Sergio le aportó dinámica a la gestión; al proyecto en sí, pero en términos generales a toda la gestión. Trabaja mucho y su ritmo se hace sentir. Es la autoridad del sector y para acompañarlo hay que estar a la altura. Sabe trabajar en equipo y generar sinergias. Massa fue un vector clave para cumplir con el objetivo de terminar el gasoducto.
— ¿Una vez comenzado el proyecto, cuál fue el momento de más tensión?
— Hubo dos semanas, allá por diciembre del 2021, en las que el suministro de caños se había ralentizado por algunos inconvenientes que hubo en la planta de Valentín Alsina. Le exigimos al contratista que tome las medidas en términos técnicos y contractuales para poder recuperar esos días y lo pudimos superar sin ningún problema. No hubo situaciones que pusieron en crisis al proyecto. Argentina venía de muchísimos años sin obras grandes de infraestructura gasífera. Fue un desafío encontrar soldadores y la cadena de pymes para el abastecimiento de bienes y de servicios para este tipo de proyectos había desaparecido: después el 2015 no se construyó un solo kilómetro de gasoducto de transporte. Antes se hacían hasta 300 kilómetros por año. Nos enfrentamos a un sector paralizado.
— ¿Qué representa y cuál cree que será su principal aporte del gasoducto?
— Representa una enorme transformación para Argentina. Es un antes y un después en términos macroeconómicos y de suministro energético. Nos va a permitir ahorrar 4.400 millones de dólares por sustitución de importaciones de energía. Podremos reducir el costo de la energía eléctrica porque las generadoras van a poder acceder al gas a un precio mucho más competitivo. Es un proyecto que genera riqueza, tanto en el sector público como en el sector privado. Para llenar este primer tramo del gasoducto, los productores van a facturar millones y van a generar empleo. El Estado va a ahorrar en subsidios. Es un proyecto transformador desde donde se lo mire.
— ¿Cómo sigue la obra?
— El gasoducto está operativo desde el 20 de junio al 100 por ciento. Lo que se está haciendo ahora son las etapas de llenado, la obra ya está terminada. El “apto para funcionar” (APF), el hito que propusimos, está completamente terminado. Ayer abrimos la válvula del kilómetro 285, el gas ya está fluyendo y va hacia el kilómetro 573. Además, ya estamos planificando la reversión del gasoducto Norte, una obra que interconecta el gasoducto Centro-oeste con el del Norte y nos permite enviar gas desde Vaca Muerta hacia las provincias norteñas. Es una inversión de 800 millones de dólares que se realiza íntegramente en la provincia de Córdoba y que va a permitir sustituir importaciones por otros 1.700 millones de dólares.
— ¿Cuándo va a estar listo?
— Para fines de marzo del año que viene debería estar. Otra obra en tiempo récord que habla de la visión de los líderes políticos de este Gobierno que hacen proyectos que podrían beneficiar a políticos de otro signo. Hacemos sin que importe el futuro en términos políticos, sino pensando en los beneficios para el país. En la planificación energética de este Gobierno no hay mezquindad política.
— Y después está el segundo tramo del GPNK.
— Calculamos que en agosto estará la licitación para la compra de caños. Quien quiera venderle los caños a la Argentina va a tener que aportar el financiamiento. Para el último trimestre del año tenemos prevista la licitación de la obra, que se hará con fondos parciales del Tesoro y privados. Aún resta definir los porcentajes y esas las herramientas de financiamiento. Este mandato presidencial terminará con dos proyectos licitados y ejecutados, uno de ellos en pleno funcionamiento, y la reversión del gasoducto Norte en ejecución con tres meses restantes de obra. Esos dos proyectos le van a generar ahorros a Argentina por 6.100 millones de dólares. Por eso digo que es transformador de verdad. Y aún no estoy calculando el potencial exportador. Se puede tener una balanza comercial energética superavitaria el año que viene.
— Hubo tensión en la contratación de Techint. Las manifestó Cristina Kirchner hace un año en el acto del centenario de YPF. ¿Cómo fue trabajar con la empresa para un área del Gobierno que está vinculada con el sector más duro del kirchnerismo?
— Fue un vínculo de muchísimo respeto y de exigencias mutuas a la hora de cumplir con el contrato, como corresponde. Me tiene sin cuidado cuál es la posición política de los contratistas. Mantuvimos durante toda la ejecución del contrato el respeto profesional.
“Hacemos proyectos sin importar el futuro en términos políticos, sino pensando en lo beneficioso para el país. En la planificación energética de este Gobierno no hay mezquindad política”
— Ese acto selló la salida del ex ministro Matías Kulfas, que señaló a los funcionarios K del área energética, entre los que estaba usted, y dijo que hubo direccionamiento hacia Techint.
— Nunca hice valoraciones personales o acusaciones peyorativas a otros funcionarios. Hubo un off a la prensa que salió de su ministerio con una acusación hacia mi persona y me defendí. Hay algunos límites que no se pueden cruzar. Pero siempre ejercí mi función con el mayor respeto hacia quienes confiaron en mí y hacia mi propio país. Nunca fui eje de debates ni de conflictos, salvo cuando me agredieron de manera personal.
— ¿Volvió a verlo a Kulfas?
— No.
— Kulfas habló en su carta de despedida de un “internismo exasperante”. ¿En qué se manifestaba?
— Yo nunca percibí tensiones. Si hay diferencias o matices en los criterios, se define como se debe definir todo en la administración de un país, con la política.
— Fue muy duro con otro ex ministro, Martín Guzmán, por una reciente columna que escribió en Infobae hablando del gasoducto. Dijo que era un sinvergüenza y un caradura y que tuvo 84 días paralizado el decreto del gasoducto.
— Hay procesos exitosos y fracasos. Cada uno se tiene que hacer cargo, cada uno sabe qué es lo que aportó y lo que dejó de aportar para que este proyecto pueda salir adelante.
“Este éxito es fruto de una decisión política, de la disciplina en el trabajo y del amor por el país. Cada uno aportó lo que le tenía que aportar”
— ¿Cree que Guzmán “cajoneó” por casi tres meses el proyecto?
— Eso se lo tienen que consultar a él.
— Guzmán dice que no.
— Están los registros electrónicos de los trámites, los expedientes. Las resoluciones son públicas. Ahí es donde se terminan las subjetividades. Insisto: el dinamismo que le puso Massa a la gestión fue muy importante. El éxito de este proyecto es por una multiplicidad de actores, pero el ministro del área tiene una preponderancia muy importante. Este éxito es fruto de una decisión política, de la disciplina en el trabajo y del amor por el país. Cada uno aportó lo que le tenía que aportar. No hay mucho más para evaluar, está a la vista.
Seguir leyendo: