La semana llega a su fin y los funcionarios de Sergio Massa no iniciaron aún su viaje a los Estados Unidos para darle las puntadas finales al acuerdo técnico con el Fondo Monetario Internacional, algo que se había anunciado para estos días. La distancia entre las partes demora el consenso para la recalibración del programa y el Gobierno tiene tiempo cada vez más escaso para contar con el desembolso antes de fin de mes que le permita afrontar los vencimientos de julio con el organismo.
El ida y vuelta técnico superó esta semana los 80 días de extensión. El proceso comenzó a mediados de abril cuando el Ministerio de Economía y el equipo técnico del Fondo acordaron llevar adelante una revisión integral del esquema de metas, desembolsos y calendario de pagos incluidos en el Extended Fund Facility (EFF) vigente. Como resultado de esa falta de acuerdo con el staff, el Poder Ejecutivo ya necesitó pagar con fondos propios -es decir, sin cobertura previa de desembolsos desde Washington- unos USD 2.700 millones.
Para eso tuvo que establecer un mecanismo ad hoc que incluyó pagar con Derechos Especiales de Giro (DEG) remanentes en las arcas del Banco Central y una parte relevante con yuanes, una moneda aceptada por el FMI porque forma parte de la canasta que compone a los DEG. Para hacerse de esos DEG, además, necesitó pedirle al Banco Central el giro de adelantos transitorios por casi $690.000 millones para hacerse de esos activos y pagarle a Washington.
En ese marco, el Palacio de Hacienda se aseguró que este mes podrá repetir la unificación de vencimientos que solicitó con acuerdo del Fondo para “patear” las tres instancias de pago previstas para julio -por poco más de USD 2.600 millones- hasta el último día del mes. Así lo dejó saber el Ministerio de Economía el miércoles y fue confirmado por Washington este jueves.
El equipo económico ganaría así tres semanas más para contar con el desembolso que le permita, eventualmente, no tener que volver a poner en marcha una ingeniería especial para pagar vencimientos sin tener los dólares desde el Fondo Monetario. El tiempo, de todas formas, no deja de ser escaso, ya que restan al menos dos instancias antes de llegar a la luz verde final que libere fondos hacia el BCRA.
La primera será el apretón de manos con el staff técnico, algo que no sucedió y que debería pasar recién cuando tenga lugar la misión presencial en la capital norteamericana. En las últimas semanas desde los despachos oficiales dejaron trascender en distintas oportunidades que ese viaje tendría lugar de manera inminente pero los obstáculos en la última milla de negociación lo impidieron. Massa quiere evitar que los enviados a Washington lleguen a esa ciudad y que la negociación vuelva a empatanarse. “No quiero que quedemos de rehenes allá sin tener acuerdo, ese es el peor de los mundos”, suele repetir el jefe del Palacio de Hacienda.
Pero una vez que tuviese lugar ese consenso técnico, hay un paréntesis entre la comunicación oficial de un acuerdo en que se cierren los números, la elaboración del staff report que deje plasmado los números y la letra chica completa y la sesión del directorio que le dé el respaldo definitivo. Típicamente ese proceso dura dos semanas, por lo que el 31 de julio es una fecha que no otorga un margen muy amplio.
Por lo pronto, el cierre del segundo trimestre -uno de las fechas claves del acuerdo con el Fondo- que terminó la semana pasada dejó números poco favorables, y que se espera que sean modificados en el tira y afloje con el staff, ya que el contexto de sequía que podó la cantidad de exportaciones y la recaudación de retenciones convirtió a algunas de las metas condiciones en objetivos fuera de posibilidad de cumplimiento.
El frente de las reservas es, es ese sentido, el más crítico. Un informe la consultora LCG reflejó que en junio las arcas del Banco Central sufrieron un recorte de USD 5.075 millones -explicado centralmente por el pago al FMI por USD 2.746 millones y otros casi USD 1.000 millones por venta de divisas en el mercado- mientras que en lo que va del año la caída de reservas acumulada fue de USD 16.672 millones.
Es un paisaje distinto al que preveía en la hoja de ruta el acuerdo con el Fondo. Para mitad de año, el programa preveía una acumulación de USD 6.800 millones netos más que en diciembre de 2021. En el caso de los objetivos de los primeros tres meses del año -los que, en rigor, están siendo monitoreados en esta quinta revisión trimestral- el Gobierno quedó unos USD 1.800 millones por debajo del mínimo de acopio de reservas, que implicaba que el Banco Central debía tener unos USD 1.900 millones sobre ese escenario base de diciembre de 2021.
“Aún con la flexibilización de la meta original del acuerdo con el FMI contemplando el impacto de la sequía, en lo que corre de 2023 la brecha de incumplimiento es muy elevada. El primer semestre cerró con un gap de USD 14.206 millones entre el valor efectivo y el acordado”, aseguró LCG.
En términos fiscales en el primer trimestre del año el Gobierno debería haber tenido un techo de déficit primario de $441.000 millones pero quedó excedido en casi $250.000 millones, más de 50% por sobre la comprometido, debido a un desplome en la recaudación de retenciones a las exportaciones a causa de la sequía.
Para el segundo trimestre ese tope era de 1,181 billones de pesos. Solo con los datos hasta mayo -la información de junio se conocerá en dos semanas- el sector público ya había superado esa cifra en $87.000 millones.
De acuerdo a una estimación de la consultora Analytica, entre agosto de 2022 y junio de 2023 hubo una caída del gasto primario en comparación con agosto de 2021 y junio de 2022 -a nominalidad constante- de 5,3 billones de pesos. Los principales rubros que tuvieron una poda fueron la obra pública (1,4 billones de pesos), subsidios económicos (1,2 billones de pesos) y jubilaciones, pensiones y PAMI (0,8 billones de pesos).
Y para el caso de la emisión monetaria, la primera meta del año fue cumplida por un margen de $9.300 millones y la segunda, que preveía un techo de $372.000 millones, fue casi duplicada, con $670.000 millones.
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