Las consultoras económicas ya proyectan que el índice de inflación de este mes de junio podría cerrar entre 7% y 7,5%, y de esta forma continuar con la leve desaceleración de mayo, donde se registró una baja en el índice mensual luego de cinco meses consecutivos de alza. Aunque, claro, reconocen que en un contexto de alta volatilidad económica es cada vez más difícil realizar las estimaciones. Con todo, algunos relevamientos privados realizados en las primeras semanas de este mes mostraron señales de baja en el ritmo de suba de los precios de los alimentos.
Desde la consultora EcoGo, aseguran que en las primeras semanas de junio observaron menores subas en los productos estacionales y los servicios regulados. “También los alimentos vienen a la baja, en principio. En el caso de fruta y carnes hay subas de la oferta, por la entrada de cítricos y abundante oferta de hacienda, que reducen el ritmo de crecimiento de los precios”, señaló Sebastián Menescaldi, socio de la consultora.
“Por otro lado, desde la demanda parece que existen límites a las subas, en particular en el canal tradicional donde caen con fuerza las ventas”, explicó el economista. Para la segunda parte del año, anticipó un escenario más complicado, con restricciones de oferta y pérdida de ingresos en términos reales, en particular en el segmento informal.
El relevamiento de precios semanal de EcoGo mostró para la segunda semana de este mes una variación de 0,7% en los precios de los alimentos con respecto a la semana previa. Con este dato -y considerando una proyección de variación semanal del 1,6% para las próximas dos semanas del mes-, la inflación estimada de alimentos consumidos en el hogar en junio treparía a 7,3% mensual.
Para la consultora, la inflación de junio se ubicaría así en 7% mensual, como consecuencia de una inflación en alimentos menor a la esperada. “La poca volatilidad que mostraron carnes, frutas y verduras, contribuyó en este sentido y junto con los contados aumentos que se registraron en regulados, traccionaron el indicador a la baja”, ampliaron.
“En estos niveles de inflación es muy difícil proyectar el índice mes a mes y los márgenes de errores son mucho más importante que cuando la inflación estaba en la zona de 3,5% o 4% y eso se ve en los últimos meses porque se amplió la diferencia entre el dato oficial y las proyecciones y mediciones del sector privado”, indicó Martín Vauthier, de la consultora Anker Latinoamérica.
“Por el desequilibrio monetario y los factores de expansión monetaria que proyectamos en el corto plazo y en los próximos meses vemos que la inflación tiene un piso en la zona de 7%, que se va a mantener elevado y dado por la emisión proyectada, vinculada a los intereses de los pasivos remunerados y la emisión para financiar al Tesoro vía adelantos transitorios en forma directa y el financiamiento indirecto vía la compra de bonos en pesos en el mercado”, detalló. A partir de ese piso de 7%, el número final va a depender, en gran medida, de lo que ocurra con la demanda de dinero.
Los datos de la primera quincena de junio del relevamiento de precios de C&T para el Gran Buenos Aires también sugieren que hubo una moderación respecto de mayo, tanto porque no hubo aumento del gas como porque los alimentos están creciendo a menor ritmo debido a bajas en las verduras. Con esta evolución, la inflación del mes podría reducirse a cerca de 7%, proyectaron.
Para la consultora LCG, en tanto, la inflación se instaló en un 8% mensual de acuerdo a las mediciones de las últimas semanas. El economista Guido Lorenzo aseguró que por el momento no encuentran factores que estén desacelerando el índice. “Básicamente toda la nominalidad de la economía -el dólar, las tasas- está navegando a esa velocidad”, destacó.
“El dato de inflación de mayo podría aportar algo de alivio, por mostrar una desaceleración respecto al mes anterior. Ya se ha observado que la aceleración de la inflación trae nerviosismo, ya sea por el canal de expectativas de pérdida de valor del peso, como también por el canal de la necesidad de mantener un crawling peg (pequeñas devaluaciones controladas) más acelerado. Pero más allá de este dato puntual, el nivel seguirá siendo alto y una reversión posterior sumará más inestabilidad”, explicó el último informe de la consultora.
En la primera semana de junio el relevamiento de alimentos y bebidas de LCG marcó un incremento del 0,6% semanal, desacelerando 2,9 puntos porcentuales respecto a la semana previa. La inflación promedio mensual también desaceleró, ubicándose en un 7,3 por ciento.
En tanto, el índice de precios de la Fundación Libertad y Progreso aumentó 5% en las primeras dos semanas de junio. Con esta suba, la dinámica de precios mostró una desaceleración respecto a mayo y se ubicó en los niveles que se registraban en la primera mitad de abril. “Teniendo esto en cuenta, el IPC de junio apunta a cerrar alrededor del 7,5%. Todo esto asumiendo que no hay eventos disruptivos como la corrida contra el peso de la última semana de abril”, advirtió Eugenio Marí, economista Jefe de la Fundación Libertad y Progreso.
“Entre los factores que ayudan a la moderación es que se erosiona el efecto arrastre que dejó la última semana de abril, la desaceleración en la suba del tipo de cambio oficial, que coadyuva a la desaceleración en los precios del rubro de alimentos y bebidas, que en la segunda semana de junio tuvo subas similares a las de principios de año, y el menor impacto de regulados. En mayo, por ejemplo, hubo actualizaciones en las tarifas de gas”, destacó Marí.
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