En materia de deuda, el éxito del actual Gobierno se convertirá en un lastre para el próximo a la hora de administrar los vencimientos en pesos, una variable más que condicionará al futuro equipo económico en su definición de política cambiaria.
Los ajustes necesarios para corregir el atraso cambiario que el mercado da por descontado a partir de fines de diciembre, fecha para la cual los principales bancos de Wall Street como el Bank of America o el Morgan Stanley ya anticipan un valor del dólar oficial por encima de los $510, serán más complejos en virtud de la composición de la deuda en pesos que configuran las últimas operaciones financieras llevadas adelante por la Secretaría de Finanzas a cargo de Eduardo Setti.
El funcionario celebró ayer el resultado de la licitación en la que logró renovar vencimientos por $420.000 millones y obtuvo otro tanto, $432.000 millones, de financiamiento adicional con una participación de “86% de la colocación” en manos privadas, según destacó.
Pero lo que alegró a Setti, y a todo el equipo económico que conduce el ministro de Economía, Sergio Massa, será un dolor de cabeza para sus sucesores. En la operación de ayer se consolidó una tendencia que se ratifica desde fines del año pasado: el peso de la deuda indexada, esto es, ajustada tanto por inflación como por tipo de cambio en el caso de los célebres bonos duales, que ajustan por inflación o devaluación, el rendimiento que sea mayor, es cada vez mayor. En la colocación de ayer alcanzó 94% del total emitido, de acuerdo al propio detalle que brindó Economía.
Con esa cifra, el total de la deuda indexada alcanza el 98% del total. Es decir, casi la totalidad de la deuda en moneda nacional que heredará el próximo gobierno está atada a la evolución de la inflación o bien, a la suerte del dólar oficial.
Del desglose informado ayer por Economía, 47% de la emisión de deuda estuvo compuesto por instrumentos en moneda dual, el 42% indexados por CER, el 5% por instrumentos ajustados al tipo de cambio oficial y sólo el 6% restante por instrumentos a tasa fija,
Un detalle, sin embargo, otorgará algo de margen de maniobra sobre el manejo de la deuda, producto del defecto más que de la virtud. Ante la cada vez menor predisposición de los inversores privados de prestarle al Tesoro dado, precisamente, el cambio de gobierno y la casi certeza de que la próxima administración avanzará rápidamente en reformas monetarias, los organismos del propio sector público aumentan su participación y tenencia de la deuda.
De esta manera, según los cálculos del Salvador Vitelli, analista y operador de Romano Group, la deuda en pesos ya está “estatizada” al 75% del monto total. Ese porcentaje era apenas superior a 65% hacia fines del año pasado pero, en la medida que avanza el calendario electoral, las recompras del Banco Central y la activa presencia de los bancos públicos y del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la Anses en las licitaciones del Tesoro fueron desplazando a los privados, esencialmente los fondos comunes de inversión. En cuanto a los bancos privados, su compromiso con el devenir de la deuda es más apremiante, con lo cual suelen acompañar las operaciones oficiales.
En ese sentido, los temores a una imposibilidad de renovar los próximos vencimientos, por un total de $3,8 billones, son cada vez más aislados, de acuerdo a la mirada de la consultora fundada por el ex secretario de Finanzas, Miguel Kiguel, Econviews. “Esos temores son un poco exagerados, como en algún momento eran los temores de reperfilamiento del próximo gobierno, algo que parece haberse evaporado”, sostuvo en un informe reciente, en el que destacó que el Banco Central sigue demostrando que está dispuesto a comprar títulos en el mercado #caiga quien caiga” y que habrá suficiente combustible para renovar los vencimientos de los próximos meses, “a menos que el Tesoro cometa el error de no querer remunerarlos a una tasa atractiva”.
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