El ministro de Economía Sergio Massa tendrá esta semana dos frentes, uno local y otro externo, que dominarán la agenda. El miércoles se conocerá el dato de inflación de mayo, que consultoras privadas midieron en un rango de cerca de 8% a más de 9 por ciento. En ese contexto, el Palacio de Hacienda seguirá, todavía de modo virtual, el tira y afloje con el Fondo Monetario Internacional, a 10 días de la fecha original del pago de vencimientos con el organismo que, se descuenta, será pospuesto al menos hasta fin de mes.
Respecto a la inflación, el consenso del mercado es que el índice de precios será más alto que en abril y estará cerca del 9%, según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central. En Economía, la semana pasada, se encendió una tímida esperanza de que la cifra podría no ser tan crítica pese a que mayo recibió el impacto pleno de los últimos reajustes de tarifas y la reverberación de la crisis cambiaria de mediados de abril.
Esa hipótesis, empujada en los últimos días desde Hacienda, se apoya en el dato de inflación de la Ciudad de Buenos Aires, que marcó en el quinto mes del año un 7,5%, por debajo del 7,8% que había registrado abril. Ese movimiento de desaceleración de precios le dio la pauta al equipo económico de que no hubo una disparada de precios tras haber contenido el tipo de cambio mediante la venta de reservas y bonos. La inercia, de todas formas, ofreció una resistencia a la baja. Despejado, de momento, el riesgo de un índice mensual de dos cifras, en Economía se esperanzan con un IPC similar o apenas superior al de abril.
El dato de inflación de mayo, que de todas formas será con claridad el más crítico en términos interanuales de toda la gestión del Frente de Todos, es matizado en los despachos oficiales con cifras de la primera semana de junio. Según mediciones preliminares de la Secretaría de Comercio, que encabeza Matías Tombolini, en los primeros días del mes la suba de precios en los supermercados habría sido de 0,2%, “la mejor semana desde que asumió Sergio”.
Ese 0,2% contrastaría con el 2,3% que tuvo la primera de mayo y se explicaría por incrementos leves en alimentos y bebidas (0,1%), harinas y derivados (0,2%), aceites y mantecas (0,8%), azúcar y dulces (0,8%), entre otros. Si bien en Comercio aclararon que no implica un guarismo global a comparar con el IPC, en las consultoras, con sus propias mediciones, los números de la primera semana son más altos de los que midieron en los despachos oficiales.
Para LCG, por ejemplo, “en la primera semana de junio la suba de precios de los alimentos promedió 0,57%, desacelerando 2,9 puntos porcentuales respecto la semana anterior”. Con un número más elevado para la primera semana, también detectó, como Comercio, una desaceleración en la comparación con mayo. En detalle, LCG midió: comidas para llevar (3,5%), frutas (1%), productos lácteos y huevos (0,9%), panificados (0,5%), verduras (0,3%) y una baja en carnes, de 0,1 por ciento.
EcoGo, por su parte, registró que en la primera semana del mes “el relevamiento correspondiente a la primera semana de junio exhibió una variación de 1,8% con respecto a la semana previa”. La primera de mayo había sido de 2%, indicaron, como comparación. Esta consultora detectó que “en el comienzo del mes las carnes experimentaron una suba de 2,2% impulsada por la carne vacuna que, traccionada por los cortes traseros (2,6%) y delanteros (2,2%), registró un aumento del 2,2%”, indicaron.
Frutas y verduras
Por su parte, “las verduras marcaron, en la primera semana del mes, un aumento del 2,7%. En el caso de las frutas, la caída de los cítricos por la mayor oferta no fue suficiente para compensar la suba en otras frutas (5,6%) y el indicador se ubicó al alza, con un aumento del 2,6%”, concluyó EcoGo.
El Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO), que también hace una medición semanal en supermercados, consideró que en los primeros días de junio la suba de precios fue de 1,5%, con un fuerte peso de los alimentos frescos y secos (1,8%), bebidas (0,8%), hogar (1,4%) y limpieza (0,8%). También observó desaceleración respecto al 2,5% de los primeros días de mayo.
En ese contexto, Economía apuesta a que la próxima semana sea la última de negociaciones con el FMI. Aunque en un principio la cartera había dejado saber que los funcionarios que encabezan la discusión (el viceministro Gabriel Rubinstein y el jefe de asesores Leonardo Madcur) iban a viajar el jueves a Washington para dar las puntadas finales al acuerdo técnico y dejar el terreno listo para la llegada y el anuncio de Massa -inicialmente previsto para la semana del 19 de junio- ahora el timing del viaje del ministro dependerá del momento “en que terminen las conversaciones virtuales”.
En diez días tendrá lugar el vencimiento de casi USD 2.700 millones previsto en el calendario de devolución del préstamo que sigue vigente con el Fondo Monetario. Pero los tiempos no dan para llegar a tiempo a esa fecha con el acuerdo cerrado con el staff, con la elaboración del informe y su giro al directorio para su discusión, un proceso que demora al menos dos semanas desde el apretón de manos entre Economía y el equipo técnico del Fondo.
Cerca de Massa plantearon como una opción en los últimos días anticipar una parte de ese pago con los Derechos Especiales de Giro (DEG) remanentes en el Banco Central como gesto de buena voluntad ante una negociación que se extendió. Una práctica común a lo largo de la vigencia del Extended Fund Facility (EFF) es postergar los vencimientos -los que son trimestrales y más onerosos típicamente tienen fecha el 21 y 22 de marzo, junio, septiembre y diciembre- hasta fin de mes, por lo que esa herramienta estará a mano en la mesa.
Aunque, de todas formas, como indicó Infobae este domingo, el paréntesis necesario entre el consenso técnico y el tratamiento en el directorio podría estirar el plazo hacia los primeros días de julio. A grandes rasgos, el acuerdo con el Fondo deberá incluir tres aspectos vertebrales.
En primer lugar si habrá anticipos de desembolsos, en qué cuantía y si también incluirá un cambio en el cronograma de devoluciones; luego, a cambio de qué aceptaría el FMI esa concesión -nuevas metas, medidas contra la inflación, alguna señal fiscal o que contemple el atraso cambiario-; y por último, que asoma como la principal discusión, si el FMI permitirá utilizar una porción considerable de esos dólares para intervenir en los tipos de cambio paralelos para evitar fogonazos antes de las elecciones.
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