Quienes pasen por la Avenida Belgrano y Perú ya pueden apreciar como quedó la restauración que se le hizo a la fachada de uno de los edificios más icónicos de la ciudad de Buenos Aires: el Otto Wulff. Los trabajos comenzaron en febrero de 2020 y se concluyeron recientemente.
Se trata de un inmueble de oficinas que es una auténtica joya de la arquitectura, enigmática y misteriosa, en cuyo frente se aprecian raíces masónicas. Es obra del arquitecto danés Morten F. Rönnow para el empresario Otto Wulff, un próspero alemán dueño de quebrachales en la provincia del Chaco y socio del empresario naviero Nicolás Mihanovich. La edificación es de estilo Jugendstil, el sello germano del Art Nouveau, pero posee también rasgos renacentistas, del neogótico, del eclecticismo y hasta algunos trazos esotéricos propios del arquitecto Mario Palanti, quien hizo el Palacio Barolo.
Es un inmueble que tiene una fachada donde acechan los 680 ojos de un bestiario creado a imagen y semejanza de su autor. “Cóndores, querubines, insectos, serpientes, lechuzas, pingüinos pero también dioses y calaveras parecen mirarnos si nos colocamos en la esquina opuesta de este edificio ubicado en el barrio de Monserrat”, reseñó a Infobae Mariela Blanco, autora del libro Leyendas de ladrillos y adoquines.
La refacción de la fachada de esta construcción que se inauguró en 1914 –pertenece al Patrimonio Arquitectónico Protegido– se llevó a cabo dentro del marco del Plan Integral Casco Histórico del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana de la Ciudad de Buenos Aires. El proyecto consistió en la puesta en valor, con distintos grados de intervención, del polígono integrado por las Avenida Hipólito Yrigoyen, Avenida Juan de Garay, Tacuarí y Avenida Paseo Colón.
Clara Muzzio, ministra de Espacio Público e Higiene Urbana de la Ciudad, dijo a Infobae que “durante meses realizamos un trabajo minucioso, manual y detallista para recuperar el aspecto original de la fachada; manteniendo su protagonismo y esplendor tradicional”.
Las obras contemplaron la intervención de 1.410 metros cuadrados de superficie, la restauración de 8 “Atlantes” de la fachada –figuras humanas de 5 metros de altura que funcionan como columnas y fueron esculpidas en Europa por Franz Metzner, un maestro de la Escuela de Viena– y la incorporación de luminaria LED en todo el edificio.
“Es importante destacar que la reposición de ornamentaciones como de terminaciones originales se hizo en base al archivo fotográfico existente. En los casos en donde hubo materiales originales perdidos y no se contaba con la documentación fotográfica suficiente se optó por refaccionar sin agregar, inventar o imitar ornamentaciones y/o terminaciones”, dijo Muzzio.
Hitos y datos
Sus Atlantes parecen sostener desde el segundo piso el resto de la obra. Otras ocho figuras de hombres que rodean el edificio se distribuyen las tareas involucradas en la construcción: un albañil, un herrero, un carpintero, un electricista, un pintor, un aparejador, un forjador y un escultor.
También en la proyección y construcción del edificio trabajaron los ingenieros holandeses Pieter Jacobus Dirks y Willem Hendrik Johannes Dates. La mayoría de los materiales de terminaciones exteriores e interiores se trajeron de Europa.
Algunos datos sorprenden en el Otto Wulff:
● La construcción inició en 1912 y fue inaugurado en 1914.
● El edificio Otto Wulff fue también llamado La casa de la vieja virreina, aludiendo a la casona que había existido en el lugar que fuera adquirida en 1801 por el octavo virrey del Río de la Plata Joaquín del Pino y Rozas para albergar a su familia.
● Fue una de las tantas obras realizadas en el país por el arquitecto Morten F. Rönnow y es una de las pocas construcciones realizadas en ese año en hormigón armado.
● En su fachada se observan imágenes del primer emperador chino de la dinastía Yuan, búhos, ojos de Horus (por el dios del antiguo Egipto), pingüinos, cóndores, sapos, mulitas, cobras, víboras, bebés gateando, yaguaretés, abejas y panales, libélulas.
● El empresario Wulff fue propietario del edificio sólo 4 años. En 1918 le vendió la propiedad a la familia Harteneck y comenzó a viajar por el mundo.
Se estiman que para su restauración se invirtieron más de 100 millones de pesos.
Cómo es el icónico edificio
Tiene casi 60 metros de alto y llegó a ser uno de los más elevados de Buenos Aires una vez inaugurado.
Al margen de su original fachada, el edificio cuenta con 56 unidades funcionales que suman una superficie total de 2.845 m2, mientras que las áreas comunes (acceso, circulación, servicios sanitarios y cúpulas) totalizan 1.550 m2.
Así sorprende que de los 4.395 m2 cubiertos del Otto Wulff (con fachadas que se despliegan en 3.527 m2), un 35% se hayan definido como “áreas no vendibles”, un porcentual alto para superficies comunes.
El arquitecto Fernando Lorenzi, del estudio INFILL, quien también supervisó obras y hace años que impulsa la recuperación de este inmueble, dijo a Infobae que se trata del edificio privado con mayor valoración patrimonial porteño según la ley de Patrimonio Cultural de Buenos Aires. “Se dice que fue erigido para ser la sede de la Embajada del Imperio Austrohúngaro, pero no fue así. Porque Nicolás Mihanovich,que además de empresario fue el cónsul de ese territorio, la construyó en el microcentro, pero en otro lugar”.
Se lo relaciona con los austro-húngaros porque cuando se edificó el inmueble eran tiempos de pre Primera Guerra Mundial, y de hecho se culminó en el año que se inició este conflicto que también marcó el fin de este imperio que peleó del lado alemán hasta la derrota en 1918.
Sobre sus pintorescas cúpulas también hay misterios, según Lorenzi, el mito romántico que se teje sobre ellas cuenta que una estaba dedicada a Hungría y la otra a Austria representando la unión imperial, el amor entre Sissí y Francisco José, o entre lo femenino y masculino.
“El arquitecto Rönnow significa en ellas la unión de Argentina -el sol- con España -la corona-, según la voz de sus descendientes. Aun así también cabe interpretar que la corona y el sol simbolizan la unificación alemana que logra el rey Federico en 1871 (mal adjudicada a Bismarck)”, dijo Lorenzi.
Sobre la restauración que culminó recientemente, Lorenzi que tiene sus oficinas allí, resaltó que en este rescate tuvieron mucho que ver el arquitecto Hernán Rönnow -nieto de quien lo diseñó-, los descendientes de Otto Wulff, Derrick Christensen y del constructor Willem Dates, Sebastián Dates, de Marina Harteneck, la arquitecta Silvia Fajre, el Departamento de Cultura de la Embajada de Alemania y el Gobierno de la Ciudad a través del arquitecto Juan Vacas y la ministra Clara Muzzio, entre otras entidades.
Actualmente, allí hay oficinas en venta por USD 40.000 y por espacios que parten desde los 30 m2 (ideal para Pymes o estudios profesionales). Alquilar una oficina allí oscila entre USD 8 y USD 10 por m2.
Actualmente está ocupado por empresas de desarrollo de software, comercio exterior, estudios de arquitectura y constructoras, una ONG y algunas oficinas, no toda, se reciclaron.
Dado que los 150 m2 cubiertos de las cúpulas –miradores, un área común en desuso y muy deteriorada, como sus dos ascensores, impiden hoy hacer visitas con un marco de seguridad necesario– se impone continuar con su recuperación edilicia sumada a la ineludible difusión de sus valores patrimoniales.
“Los pasillos interiores de sus diez niveles, el hall de acceso, sanitarios y núcleo de circulaciones vertical precisan obras que oficien de correlato de las efectuadas en sus exteriores, y la eventualidad de insertarse en el Programa de Reconversión del Microcentro del Gobierno de la Ciudad significaría aprovechar ese patrocinio para recuperar esas áreas pendientes de refacción”, concluyó Lorenzi.
Seguir leyendo: