El economista heterodoxo Ha-Joon Chang, dijo que un país con alta inflación como la Argentina requiere un plan de shock y un acuerdo social en forma combinada para comenzar a solucionar este problema.
En una entrevista con Infobae por zoom desde Londres, el experto coreano crítico del liberalismo y profesor de la Universidad de Cambridge, señaló que los controles de capitales deben aplicarse por un período transitorio hasta que se estabilice la situación macroeconómica y afirmó que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) puede servir para dejar atrás la crisis de corto plazo de la balanza de pagos. Sin embargo, aclaró que el país debe construir su propio plan económico focalizado en lograr un aumento de las exportaciones por un período sostenido para crecer, atraer inversiones y desarrollarse.
Invitado por Fundar, este economista de 59 años estuvo días atrás en Buenos Aires, donde se reunió con el presidente Alberto Fernández, el ministro del Interior Eduardo de Pedro, el senador Martín Lousteau y los gobernadores Axel Kicillof y Jorge Capitanich, entre otros funcionarios. Cristina Kirchner lo mencionó en su último discurso: “Estaba leyendo unas declaraciones del economista coreano Chang. Wado me había invitado a una reunión con él pero no pude coordinar mi agenda, pero hoy leía que en Corea del Sur durante muchos años no se pudo viajar al exterior porque necesitaban juntar dólares. Aprovecharon ese momento para desarrollar tecnología, con líneas productivas vinculadas a la exportación”, dijo la vicepresidenta.
— ¿Cómo debería solucionar la Argentina su problema de altísima inflación?
— La inflación puede adoptar muchas formas; en los años 80 y 90 especialmente el Fondo Monetario Internacional insistió para que se lograra una inflación muy baja, del 2 o 3 por ciento, porque el mundo ha llegado a pensar que cualquier inflación es mala, pero esto no es cierto. Hay un desacuerdo sobre cuál es el umbral adecuado, pero es por lo menos el 10%; ese no sería un gran problema y es muy diferente al 40 o 50 por ciento. Una muy alta inflación no es buena y la alta tasa de inflación del 140% que tiene en la Argentina es muy mala porque impide hacer una planificación de largo plazo. Así que hay que hacer algo al respecto; creo que la sociedad no ha encontrado realmente la manera de resolver ese conflicto de distribución. Hay muchas vías de suba de la inflación, pero básicamente ocurren por la incapacidad de la sociedad de resolver los conflictos distributivos. Esto puede comenzar con algunas personas que se ponen de pie en el teatro y no dejan ver a los de los asientos de atrás y luego encima de suben a sus asientos y la situación empeora. En este caso, pueden ser las empresas monopólicas o los sindicatos, quien tenga la capacidad de defender sus intereses subiendo sus precios, pero la solución es que se sienten todos juntos y para eso se necesita mutua confianza y actuar de manera productiva. Por supuesto que algunas personas seguirán insistiendo en ese tipo de situaciones y por desgracia la solución es crear una terapia de shock como forma de control. El problema es que eso genera una enorme recesión porque nadie puede comprar nada. Pero a veces es la única manera de poner en orden el teatro; la mejor solución por supuesto es que hubiera algún tipo de pacto político entre diferentes grupos que restringir a todo el mundo. Eso es mejor que el shock.
— ¿Y entonces, cómo se logra este pacto?
— Si ese acuerdo no se puede lograr, el país deberá utilizar esta terapia corta de shock que debilita la economía. Y lo más importante es que hay que saber usarla para crear el espacio para la generación de más exportaciones e inversión en mayor productividad. Si ese espacio no se aprovecha, el ciclo de crisis se repetirá una y otra vez cada cierta cantidad de años. Hay que encontrar formas de aumentar la productividad invirtiendo en las últimas tecnologías y en la industria del conocimiento. Mientras tanto, se puede pedirle dinero al FMI o los chinos, o usar el gas de Vaca Muerta, pero si no se invierte en aumentar la productividad volverán los mismos problemas. Argentina necesita tener una conversación seria sobre cómo solucionar este problema sin causar demasiado dolor.
Exportaciones y el valor del dólar
— Es posible aumentar las exportaciones con un tipo de cambio atrasado?
— Se necesitan inversiones para mejorar la productividad y ser capaz de generar suficientes divisas; esa es la clave para el desarrollo económico. A fines de la década del 90 varios países latinoamericanos, entre ellos la Argentina, tuvieron una crisis de deuda. Y también Corea. Pero Corea aprovechó esa situación para comenzar a exportar productos de calidad y así mejoró su situación. Y por supuesto para eso en el corto plazo necesita tener una moneda que no esté sobrevaluada. Por supuesto que nunca hay un tipo de cambio que deje a todos felices, algunos se quejarán y otros estarán contentos, pero debe ser de equilibrio para maximizar tu potencial de crecimiento a largo plazo, inclusive si en el corto plazo hay consumidores enojados porque tienen que pagar mucho más para comprar bienes importados. Para eso, hay que explicar que esos recursos serán invertidos productivamente.
— ¿Tener impuestos a la exportación no desincentiva el crecimiento de las exportaciones?
— No hay ninguna política buena o mala en sí misma; depende para qué se utilice y por cuánto tiempo. Si estos recursos se utilizan para construir infraestructura para exportar más mejores caminos y aeropuertos, puede servir. Si se desperdician, no. Cuando me decían en Buenos Aires que las cosas son complicadas, les aclaré que hay muchos países donde las cosas son mucho más complejas; en Suecia por ejemplo hace un siglo había muchas huelgas hasta que décadas después firmaron un acuerdo en el que los sindicatos y el capital aportaron lo suyo, al igual que en Japón y Alemania. A partir de la década del 60 varios países se dan cuenta que este es el camino, no descubro nada, ya lo dijo Raúl Prebisch en aquel momento; son muchos países que lo han logrado a pesar de tener un mal historial. Y los políticos deben focalizarse en esa discusión más que en acusarse entre sí. En Corea lo logramos y no hay ninguna cuestión particular para que la Argentina no lo pueda lograr.
La importancia del FMI
— ¿Sirve el acuerdo con el FMI en este sentido o hay que renegociarlo, como pide una parte del gobierno argentino?
— Tener un programa con el FMI sirve para lograr estabilización y crecimiento, pero siempre ha sido criticado por no ser capaz de planificar el mediano plazo. Eso le corresponde al país. Si uno va 10 o 12 veces al mismo doctor y nunca encuentra una solución, tiene que cambiar. No conozco los detalles, pero posiblemente el programa no sea tan malo; el país puede extender el período de repago o conseguir una tasa más baja, pero la clave es que tenga su propio plan de desarrollo. Hay que encontrar un equilibrio.
— Usted expresó su oposición a que el país se dolarice. ¿Sería mejor crear una moneda regional para toda la región para América Latina?
— Suena muy difícil pensar en una moneda regional, porque si bien había hace mucho tiempo una idea de integración con Bolívar y San Martín, eso no existe ahora. A Europa le llevó bastante tiempo la integración que derivó en la creación del euro. En cuanto a la dolarización, no es una buena idea abolir la moneda propia y quedar atado al ciclo económico de Estados Unidos sin herramientas propias. Si la Argentina está en un período de crecimiento y Estados Unidos en recesión, o viceversa, sería un problema. Cuando algunos estados de Estados Unidos están en problemas, la gente migra a otros sin tantas dificultades, pero la Argentina no tendría esa capacidad.
— También defendió la utilización de controles de capitales. ¿Debe ser un instrumento transitorio o permanente? La Argentina los utilizó en la mayor parte de estos últimos 20 años.
— Ninguna herramienta económica permanente es buena. Corea los utilizó 20 años, de los 60 hasta los 80, hasta que fue capaz de generar superávit comercial consistente con industrias sólidas para exportar. En el caso argentino, podría utilizarlo en forma temporal, de uno a tres años, hasta estabilizar su situación. Malasia lo hizo a fines de los 90 mientras tenía una gran salida de capitales y no quiso firmar un acuerdo con el FMI; lo aplicó un año y luego el país se estabilizó. La claves es que no se puede utilizar como única solución si la gente percibe que el Gobierno está bloqueando la única salida que hay para salir y se está prendiendo fuego el teatro, porque el pánico va a empeorar. Por lo tanto, se puede aplicar siempre que vaya acompañado de un plan creíble para restablecer los equilibrios económicos.
— ¿Cómo evalúa la actual situación económica global?
— Agitada. El problema se remonta a la crisis financiera mundial del 2008, porque desde entonces se hicieron muy pocas reformas. Esa crisis se cubrió con dinero barato con tasas negativas y la gente se acostumbró a eso y se perdió la percepción de riesgo. Es igual a pensar que Lionel Messi tiene que cobrar lo mismo que todos los demás jugadores; no es así. Luego vino la pandemia y una gran recesión, pero los mercados de capitales mostraron una gran suba, desacoplada de la economía y ahora tuvieron que subir la tasa de interés por los problemas de suministro y la guerra en Ucrania. Pero subir la tasa no es la respuesta adecuada porque esta es una inflación de oferta, no de demanda. No hay una herramienta fácil para reducir la inflación del lado de la oferta, así que va a llevar bastante tiempo solucionar este fenómeno. Y se requieren cambios, porque claramente hay una burbuja de activos y eso se va a corregir.
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