La economía argentina atraviesa hoy una profunda crisis que la aleja cada vez más del desempeño del resto de la región. El país no sólo registra la inflación más alta de todo el continente americano después de Venezuela sino que además ostenta una baja posición en términos de crecimiento económico comparados con el resto de los países.
Así lo destacó el economista Esteban Domecq, de la consultora Invecq, en un posteo de la red social Twitter que retuiteó el empresario Marcos Galperín, fundador y dueño de Mercado Libre. En su mensaje, Domecq resaltó que la expansión de la economía argentina se encuentra muy por debajo del promedio del resto de los países de América latina en el período que abarca desde 1974 a la actualidad.
Según afirmó el economista, en las últimas cinco décadas el PBI per cápita de los países de América latina aumentó 110% en promedio. “En el mismo período, el de la Argentina aumentó apenas 15 por ciento”, destacó Domecq, dato que atribuyó a los 18 años recesivos, divididos en dos etapas, la primera de las cuales estuvo atravesada por 4 eventos disruptivos.
Esos picos de crisis marcaron hitos en la historia económica del país, a los que se suma el actual período, iniciado en 2020, al que definió como “estanflación-pandemia” a la hora de evaluar el correlato en los indicadores sociales de cada contexto macroeconómico. “Esto explica el crecimiento permanente de la pobreza en Argentina, pasando de 5% a principios de los 70´ a más de 40% en la actualidad, en franco aumento”, sostuvo Domecq.
El primero de los eventos disruptivos identificados por el economista fue el Rodrigazo, en 1975, tras el fallido plan económico implementado por el entonces ministro de Economía del gobierno de Isabel Martínez de Perón, Celestino Rodríguez, por el cual se buscó implmentar un duro ajuste con el objetivo oficial de reducir el déficit fiscal y frenar la inflación. El programa se basó en una política de shock que implicaba una devaluación del peso, un incremento de las tarifas de servicios públicos y un tope a los incrementos salariales, que enfrentó una dura resistencia de los gremios en un álgido clima política que derivó, finalmente, en una hiperinflación.
Menos de diez años después en 1982, llegaría el segundo evento disruptivo, la crisis de deuda, que impactó en todos los países de América latina en la década de los ´80, conocida por eso como la “década perdida” para la región. En ambos picos de crisis, tanto en la crisis del ´75 como en la del ´82, la pobreza superó 30% de la población, según la información del CEDLAS en la que se basa el analista de Invecq, junto con los datos oficiales del INDEC.
Esa tasa treparía a 47,3% en el siguiente hito en el historial de convulsión económica y, finalmente, social. Fue en la híper de 1989, sobre el fin del gobierno radical de Raúl Alfonsín, que anticipó la gestión de su sucesor, Carlos Menem quien también afrontó dos picos inflacionarios hasta finalmente establecer la Convertibilidad que contrajo la estabilidad de precios durante 10 años. Precisamente, el fin de ese régimen monetario y la forma en que colapsó determinó, para Domecq, el cuarto y último (hasta ahora) evento disruptivo de la saga que llevó a la Argentina a su pobre desempeño y desarollo económico de los últimos 50 años.
En el medio de cada uno de esas crisis, se produjeron, señaló el economista, dos períodos de “estancamiento estructural”, es decir, etapas en las que la economía no logró avanzar. El primero de ellos es, precisamente, desde el Rodrigazo hasta los ´90 y el segundo es el que se inició en 2011 y persiste hasta la actualidad. Resta saber si estamos a las puertas de un nuevo evento disruptivo que saque a la Argentina del estancamiento o simplemente le sume un capítulo más en la historia del estancamiento. O, por qué no, resta saber también si se producirá ese evento.
Seguir leyendo:
...