Durante el fin de semana que sucedió a la publicación del dato de inflación de abril, de 8,4%, desde el Ministerio de Economía anticiparon que el Banco Central subiría 6 puntos la tasa de interés y prometieron una intensa intervención cambiaria en el mercado del dólar financiero para evitar lo ocurrido un mes atrás, cuando la cotización se escapó y tomó carrera para llegar a la barrera de los $500.
Esta oportunidad los encontró con la guardia más alta y la advertencia se cumplió. En las primeras dos ruedas tras la difusión del IPC, el Banco Central redobló literalmente los esfuerzos, léase las ventas, de títulos públicos en el mercado secundario respecto de la semana pasada no tanto para frenar la ola dolarizadora sino más bien para evitar que el posible tsunami afecte en el precio. En la jerga del mercado, un mecanismo para “darle salida” a los inversores en pesos, a precio subsidiado.
Las cifras del volumen operado del bono más operado para acceder al dólar Bolsa, el AL30, son elocuentes: de un promedio diario de USD 14 millones hasta mediados de abril -cuando se conoció el dato de inflación de marzo-, en un mercado sin presencia oficial, se pasó a un volumen de USD 72 millones hasta el lunes de la semana pasada, cuando otra vez se empezó a recalentar el mercado. La diferencia, USD 58 millones de promedio diario, se adjudica a la intervención del BCRA.
Esa cifra pegó un fuerte salto esta semana, tal como se anunció: el Gobierno vendió USD 111 millones el lunes y otros USD 118 ayer (a precios de dólar MEP), ambos volúmenes que marcan picos desde la corrida cambiaria del mes pasado y dan cuenta, también, de la fuerte presión cambiaria que, lejos de ceder, podría ir in crescendo en la medida que se aniden dudas respecto de la verdadero poder de fuego de un Banco Central ya se quedó sin reservas netas.
En ese sentido, para el mercado el verdadero dato a seguir es la capacidad del BCRA para recomponer reservas, en función de determinar la munición disponible para sostener su intervención en el mercado cambiario. Por el momento, el dólar soja 3 no logró acelerar la liquidación de divisas de la agroindustria, con lo que el Banco Central no logra capturar ningún excedente.
“Nuestra estimación preliminar muestra que la intervención oficial en los dólares financieros desde el 25 de abril insumió en torno a USD 200 millones de las reservas y entre USD 1.000 y USD 1.500 millones de valor nominal de bonos (AL30, principalmente) adicionales. Cuando se contrastan con la munición disponible tanto en términos de reservas como de bonos en cartera, estos números reflejan el “talón de Aquiles” de la intervención oficial en los dólares financieros”, advirtió el último informe semanal de la consultora Anker. Los analistas de la firma consideraron que la cifra de reservas aplicada a la intervención es considerable dado que las reservas netas se encuentran hoy en terreno negativo y el Banco Central enfrenta claras dificultades para recomponerlas.
La venta de bonos en dólares por parte del Banco Central u otros organismos públicos no implica la pérdida de reservas, a menos que la autoridad monetaria también decida recomprar parte de los bonos que volcó al mercado, lo que también ocurre
Al mismo tiempo, la caída estimada en el stock de bonos AL30 en cartera del BCRA derivada de una venta de bonos en dólares contra pesos, que es mayor que la recompra de esos bonos contra dólares, “va consumiendo la munición que tiene el BCRA para intervenir en el tipo de cambio financiero”, dijo Anker.
Vale destacar que, en principio, la venta de bonos en dólares por parte del Banco Central u otros organismos públicos no implica la pérdida de reservas, a menos que la autoridad monetaria también decida recomprar parte de los bonos que volcó al mercado, lo que también ocurre. La utilización de reservas para intervenir con deuda de corto plazo en los mercados es, precisamente, lo que el Fondo Monetario exigió al equipo económico se abstuviera de hacer tras la última revisión del acuerdo en la que se flexibilizó la meta de acumulación de reservas netas.
Sin embargo, al calor de la corrida cambiaria en la segunda quincena de abril, el propio ministro de Economía Sergio Massa anunció que se apartaría de esa indicación. Mientras se dilatan los tiempos de un nuevo entendimiento con el FMI por el anticipo de los desembolsos del segundo semestre, Massa aprovecha el limbo en el que quedó el acuerdo tras incumplir todas y cada una de las metas y lleva al límite esa decisión.
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