La preferencia de los ahorristas argentinos por emisiones de billetes de dólar más nuevas continúa siendo un dolor de cabeza para el sistema financiero local y esto tiene base en que en el mercado informal persiste la discriminación de precios a la hora de pagar a los ahorristas por liquidar sus divisas a cambio de pesos.
La estrategia de protegerse de la inestabilidad monetaria endémica atesorando moneda extranjera lleva varias décadas en la Argentina y eso hace que existan varias generaciones de billetes en circulación en el país. Pero si bien en el mercado formal todas las emisiones, por antiguas que sean, tienen el mismo valor, en la plaza informal ese no es el caso: nadie quiere dólares “cara chica”.
En las “cuevas” de la City porteña y otros puntos de CABA hoy se pagó por los dólares “cara grande” unos $482, mientras que los agentes los venden a $488 este martes.
Cuando un ahorrista se acerca a la ventanilla con un dólar “cara chica”, se lo toman a $469, lo que representa un descuento de 13 pesos o 2,7% por dólar, solo por el hecho de atesorar billetes de mayor antigüedad.
Peor es el caso de los billetes manchados. Por esta condición se toma al billete de USD 100 a USD 96, es decir con un descuento de cuatro dólares o 4 por ciento. Y sobre aquellos billetes deteriorados, que presenten alguna rotura o faltante, se los toma con un descuento de 10% en el comercio informal.
El problema con los dólares “cara chica” es de larga data. Se llama así en la jerga a los billetes de USD 100 emitidos antes de 1996 que tienen la cara de Benjamin Franklin más pequeña que en las versiones recientes. Desde hace varios años, las cuevas pagan menos a los clientes que llegan con esas viejas ediciones del billete verde.
Los dólares denominados “cara chica” son aquellos billetes emitidos hasta 1996. Legalmente tienen el mismo valor que los nuevos
Hay que aclarar que en el mercado formal esa diferenciación de las distintas ediciones de los dólares no se tienen en cuenta. En los bancos argentinos se respeta la disposición de la Reserva Federal de los EEUU, que en febrero de este año aclaró que “no es necesario comerciar con billetes de diseño antiguo. Toda la moneda estadounidense sigue siendo moneda de curso legal, independientemente de cuándo se haya emitido”, sostuvo el organismo, en su cuenta de Twitter “US Currency”.
Según la Fed, es política del Gobierno de Estados Unidos que todos los diseños de billetes de la Reserva Federal sigan siendo de curso legal, o legalmente válidos para pagos, independientemente de cuándo fueron emitidos.
Aunque en términos puramente legales los bancos tienen razón, los clientes tienen algunos motivos válidos para preferir billetes nuevos, pues el descuento en el mercado paralelo se hace extensivo al mercado inmobiliario, que desde hace décadas tasa las propiedades y las comercializa en moneda extranjera -lo que incluye honorarios profesionales en dólares-, aunque luego se escritura y pagan impuestos en pesos.
En países vecinos esa práctica también se extendió, pues muchos turistas argentinos cruzan la frontera con dólares que tienen muchos años de circulación. En las casas de cambio de Brasil o Uruguay pagan menos por comprar dólares viejos, aún cuando se trata en estos casos de operaciones formales. Y los numerosos argentinos que viajaron a Qatar para presencial el Mundial de Fútbol el año pasado se encontraron con que, en ese país, sólo aceptaban los billetes más modernos “cara grande” y con una banda azul de seguridad. Todo el resto de los billetes no tenían validez alguna para los comercios y entidades financieras qataríes.
Otro problema que quizás explique la preferencia por billetes nuevos tiene que ver con estafas. Una y otra vez, estafadores convencen a particulares de que los viejos billetes van a perder validez por alguna norma inventada que atribuyen a los Estados Unidos y, así, se ofrecen a cambiar con grandes descuentos (cuando no con billetes falsos) los viejos “cara chica”.
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