El ministro de Economía Sergio Massa recibirá este viernes su cumpleaños 51 con un frente cambiario, que fue la principal preocupación durante las últimas dos semanas, con relativa tranquilidad después de una crisis que disparó el dólar blue hasta cerca de los $500 y que forzó a una intervención oficial urgente para evitar una escalada mayor.
Ahora el jefe del Palacio de Hacienda se centrará en buscar un acuerdo de precios por los próximos tres meses en una mesa con empresas y gremios: el temor es que ese salto repentino de la moneda norteamericana informal -pasó de $400 a casi $500 en trece días- tenga un impacto mayúsculo en la formación de precios. Algunas consultoras ya ubican cerca del 8% el índice mensual de abril, por encima del 7,7% de marzo.
“Primero, estabilidad”, es lo que se repite como un mantra en el Palacio de Hacienda. Aunque una golondrina no hace verano: dos días de tranquilidad en el mercado no hacen pensar todavía en los despachos oficiales que la tensión y volatilidad cambiaria haya sido dejado atrás, pero con claridad los semblantes en la sede del Ministerio de Economía eran en las últimas horas bien distintos a los del lunes y martes, cuando tuvo lugar el epicentro del tornado cambiario.
El Ministerio de Economía volvió a acudir, en menor medida, de las herramientas de las que se dotó desde el martes para intervenir de una manera más efectiva en el mercado paralelo del dólar, en particular de los financieros, el “contado con liqui” y el Bolsa, con bonos y reservas del Banco Central. Es la forma más potente de intervención pero era, asimismo, una que estaba vedada por el marco de políticas económicas acordadas con el Fondo Monetario.
Algunos números que observaron en los despachos oficiales, ya con la urgencia de la corrida cambiaria, al menos por el momento, desactivada: para el Banco Central el balance de los dos días de actuación más decidida con sus divisas culminó con una pérdida de USD 128 millones por ventas en el mercado, aunque señale en realidad a las operaciones hechas en el mercado oficial de cambios, por ejemplo, para pagar importaciones.
Con las últimas 48 horas de intervención del BCRA en el mercado, el saldo en lo que va de abril, en su anteúltimo día hábil de actividad cambiaria en en el mes, era levemente superior a los USD 100 millones. Si este viernes se mantuviera en terreno positivo, cortaría la racha de tres meses de marcada sangría en el colchón de divisas. En el primer trimestre había sido de unos USD 3.000 millones.
Una parte importante de la explicación está en el dólar soja, que en su tercera edición comenzó con un ritmo más lento al de las dos ocasiones anteriores, en septiembre y diciembre pasados. Según información de la Bolsa de Comercio de Rosario, este jueves el complejo sojero ingresó USD 75 millones, y acumula USD 1.560 millones en los primeros catorce días hábiles de vigencia. En la primera y segunda versión del dólar soja a esa altura los ingresos de divisas habían sido de USD 5.300 y USD 1.932 millones, respectivamente.
“Primero estabilidad”, es lo que se repite como mantra en el Palacio de Hacienda. Tras dos días de tranquilidad cambiaria, buscarán establecer una mesa de precios con empresarios y gremios
Tras un primer paso con un freno a la escalada cambiaria, la siguiente etapa para el equipo económico es el de una agenda que incluya a empresarios y gremios para llegar a algún acuerdo de estabilidad de precios y así controlar que la suba del dólar no haya tenido una onda expansiva muy marcada en la inflación.
En los próximos días los funcionarios del Ministerio de Economía buscarán conformar una mesa tripartita con el sector privado que incluya representación de sindicatos y movimientos sociales. El alcance que tendrá ese pacto de 90 días que buscará Hacienda no está claro aún, pero no incluirá una pauta puntual para la negociación salarial.
En paralelo, a 8.400 kilómetros de distancia tendrá lugar la otra parte de la agenda económica: la negociación con el FMI con la que el Ministerio de Economía busca alguna medida de fondo para conseguir oxígeno para los próximos meses. En términos generales, el objetivo de máxima es conseguir desembolsos anticipados. Para lo que resta del año, según el calendario vigente del organismo, quedan pendientes entre junio, septiembre y diciembre, unos USD 10.700 millones.
No será la única cuestión en negociación entre las partes. También ese ida y vuelta incluirá una revisión integral de las metas condicionales del programa, entre las reservas, el tope al déficit primario y el techo a la emisión monetaria para financiar al Tesoro. El punto clave ahí es la sequía: el Gobierno lleva como número “definitivo” de impacto en los números macro unos USD 15.000 millones por las exportaciones proyectadas en condiciones normales que no tendrán lugar. El FMI, hasta la última reunión técnica, concedía cerca de un tercio de esa cifra, con datos hasta fines de enero.
Como la situación climática fue incluso peor a lo esperada es que se abre la puerta para una reconsideración de los números más profunda. Una fuente de primera línea del equipo económico arriesgaba en las últimas horas, incluso, que el impacto total de la sequía en el panorama exportador era tal que una hipótesis posible es que el Gobierno, directamente, no tenga posibilidades de sumar reservas de manera neta a lo largo del año. La meta revisada en marzo terminó siendo de USD 8.000 millones y podría ser incluso menor si la negociación llega a buen puerto para el Ministerio de Economía.
Este jueves la vicepresidenta Cristina Kirchner se sumó a ese debate al reclamar que que se discuta, además de las metas condicionales, una fórmula que ate el pago del crédito al FMI con el nivel de superávit comercial.
Por lo pronto, lo que continuará sin cambios es el calendario más próximo de devoluciones al Fondo Monetario. Entre este viernes y el lunes hay pagos pautados por unos USD 1.450 millones. Fuentes oficiales aseguraron que la renegociación abierta no incluye reconsiderar esos repagos, ya que están calzados con el desembolso hecho el 31 de marzo pasado desde Washington.
La misión técnica en la capital norteamericana estará integrada por funcionarios de segunda línea, ya que los habituales interlocutores, que son el viceministro de Economía Gabriel Rubinstein y el jefe de asesores Leonardo Madcur, permanecerán supervisando el ida y vuelta desde Buenos Aires.
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